catorce

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TODO ESTABA oscuro, oía unas voces a lo lejos que se iban acercando cada vez más y más, hasta que una mano se posó en su hombro.

— Ey, ¿Anne?— La rubia sacudió la cabeza y miró al hombre a su derecha con confusión.— ¿te encuentras bien?

Se restregó las manos por la cara con cansancio antes de asentir lentamente.

— Sí, supongo.— Contestó en un susurro mientras se peinaba un poco, entonces clavó su vista en la niña que tenía frente a ella, que apesar de tener unos ojos que parecían no tener alma, estos se notaban acristalados por las lágrimas acumuladas.

Se miraron unos segundos antes de que Annelise abriese sus brazos y su hermana se refugiase en ellos. La mayor hizo una mueca y frotó la espalda de la niña con cuidado, besó su cabeza y tras separarla sonrió con melancolía.

— Adiós, hermana mayor.— Anne revolvió su pelo con cariño.

— Esto no es un adiós, sino un hasta luego.— La más pequeña asintió y retrocedió unos pasos para que Annelise pudiera terminar de despedirse. El padre de ambas Wagner se acercó a ella y le tendió su mano con seriedad.— Más te vale cuidar bien de ella, padre.

El señor sonrió levente dejando de lado su seriedad y abrazó a su niña de diecisiete años con fuerza.

— Cuando vuelvas haré una fiesta, hija mía.

— Viejo, procura estar vivo para cuando vuelva.— Bromeó, su padre se marchó y Annelise se acercó al otro hombre que quedaba, aquél que había colocado una mano en su hombro.

— No mueras, Anne.— Susurró con una pequeña sonrisa.— Cuidaré de tu hermana, lo prometo.

Se sonrieron melancólicamente antes de unir sus labios en un beso.

— Te amo.— Murmuró ella sobre sus labios

— Y yo a tí.— Susurró él de vuelta, entonces, Annelise se separó de él y tras darle una última mirada partió de su hogar con la esperanza de volverlos a ver.

Las voces comenzaron a ser cada vez más lejanas, y todo volvió a ser negro. Entonces despertó acalorada.

Tomó un par de bocanadas y después miró la ventana. Ya era de día, pero la tormenta era la protagonista.

— ¿Qué ha sido eso?— Murmuró llevándose una mano al pecho intentando calmarse.

Cuando su respiración volvió a su ritmo natural, Annelise salió de la cama y se vistió con el uniforme, luego caminó al exterior de su cabaña intentando no caerse ya que el suelo estaba resbaladizo.

Aunque cayó en un charco nada más salir del porche, manchando su uniformes y sus guantes.

Los únicos que había traído.

— Mierda.— Murmuró entrando a su cabaña de nuevo para cambiarse, nada más salir de nuevo, metió sus manos en los bolsillos del pantalón para intentar no mojarlas.

Corrió hasta el comedor y cuando entró todos la miraron.

— Vaya, ¿día libre?— Preguntó a la nada al ver a los cadetes en ropa de civil, uno de los subordinados de Shadis se acercó a ella con una sonrisa cansada.

— Capitana Annelise, debido al mal tiempo el Instructor en jefe Shadis ha dado el día libre.

— No puede ser, el Comandante me había dicho que era muy estricto con los entrenamientos y que le daba igual el clima.— En ese mismo momento, un trueno resonó en el campamento.— Pero no me opondré, si Shadis quiere adelante. Desayunaré y me iré a dar una vuelta.

super soldier ▭ levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora