trece

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ERWIN HABÍA sido claro con las instrucciones, Annelise viajaría al campo de entrenamientos de la región sur, donde se encargaría de impartir las clases de defensa personal a los cadetes de la tropa 104.

— En cuanto me recupero te vas, ¿acaso estás huyendo, Wagner?— Preguntó Levi, su tono era burlón, algo que contrarrestaba totalmente su semblante impasible. Tomó una de las maletas y la subió al carro sin cuidado alguno.

— Muy gracioso.— La rubia rio sin gracia mientras le daba una mirada socarrona.— En cuanto vuelva te haré morder el polvo.

— Eso ya lo veremos.— El pelinegro miró a su alrededor con disimulo buscando a alguna persona, al ver que la única persona que estaba era el conductor, se acercó a la rubia y le plantó un beso en los labios. Eso la descolocó y lo miró sorprendida antes de sonreír levemente.— Buen viaje, y se dura con ellos.

— Lo seré, y gracias.— Le sonrió una última vez antes de abrir un libro que Erwin le había regalado para el viaje, hablaba de la diferente fauna y flora de la región sur, Annelise creyó oportuno rodear con un lápiz todo lo que iba viendo y que ya había leído.— Una Dalia roja, ¡oh, una Gardenia!

Al principio le había parecido una tontería, pero era más entretenido de lo que creía, tardó alrededor de dos horas en llegar hasta el campo de entrenamiento, allí fue recibida por Shadis y sus subordinados.

— ¿Capitana Annelise Wagner?— Preguntó con dudas el calvo.

— ¿Instructor en jefe Shadis?— Annelise bajó de la carreta de un salto y tomó sus cosas, todos se fijaron en los guantes que llevaba la mujer. Los subordinados le arrebataron a Annelise las maletas y comenzaron a caminar hacia el interior del campo.

— Llevarán tus pertenencias a tu cabaña, mientras yo me encargaré de presentarles a su nueva instructora en defensa personal.— Asintió con una pequeña sonrisa en la cara, pasaron un par de cabañas y se pararon en el campo de entrenamiento, donde los cadetes se encontraban practicando con el equipo de maniobras, sonrió al recordar sus entrenamientos con Levi.

Analizó a todos los que pudo y tras unos minutos Shadis les hizo formar frente a ellos.

Sudorosos, cansados y hambrientos, los cadetes la miraron curiosos:— ¡Ella es Annelise Wagner, una de las capitanas de la Legión de Reconocimiento! ¡Ha venido a instruiros en defensa personal, así que no desperdiciéis su estancia aquí u os haré limpiar los establos tantas veces que acabaréis siendo un caballo más!

Nadie dijo nada, así que Keith prosiguió:— ¡Los entrenamientos cuerpo a cuerpo se pospondrán hasta la tarde, ahora descansad!— Todos rompieron filas y poco a poco fueron vaciando el patio de entrenamientos.

Annelise decidió quedarse por si algún cadete quería preguntarle algo, pero todos pasaron por su lado mirándola con respeto, aunque sus ojos azules se clavaron en otros que eran exactamente del mismo color, la persona en cuestión era una muchacha era una rubia que debía medir un metro y cincuenta y algo centímetros, tenía una mirada gélida y ni una sola expresión en su rostro.

Cruzaron miradas hasta que la chica entró a su cabaña, Annelise tragó en seco sintiendo un escalofrío recorriendo su espalda.

¿Qué era aquella sensación? ¿Miedo, acaso?

Decidió no darle importancia y caminó hasta su cabaña para organizar sus pertenencias, iban a ser dos semanas muy largas.

Se sentó en su cama de golpe y se tumbó intentando organizar sus pensamientos y sentimientos, aquella rubia la había descolocado totalmente.

Sus pensamientos se vieron interrumpido por uno de los subordinados de Shadis, este le traía un informe detallado de cada cadete de la 104.

— Será mejor que los lea, Capitana.— Ella no dijo nada, simplemente asintió y abrió la primera carpeta.

Annie Leonhart era el nombre de la chica desconocida,

(...)

— ¡SOY LA Capitana Annelise Wagner!— Paseó su mirada por todos los cadetes buscando a la rubia, en cambio encontró a otro rubio y a un pelinegro que la miraban con el ceño fruncido.— ¡Si alguien no está interesando en aprender el bello arte de la defensa personal que se vaya olvidando de entrar en cualquiera de las divisiones del ejército!

— ¡Pero no voy a defender al Rey usando artes marciales!— Exclamó Connie Springer provocando que la rubia frunciera el ceño.

— Paso al frente, Springer.— Ordenó, algo nervioso el chico obedeció, no esperó a que se preparara para el ataque y tal y como hizo con Andro, lo tomó por el cuello de la chaqueta de recluta y le dio la vuelta, luego le dio una patada en el medio de la espalda que lo hizo rodar hasta los pies de Annie, soltó una risilla y luego rodó los ojos.— Y ni siquiera me he esforzado.

Se acercó a él y lo levantó por un brazo:— Los que queráis ir a la Policía sois los que más deberíais aprender defensa cuerpo a cuerpo... Vuelve a tu sitio.— Le susurró dándole un leve empujón.

Sonrió levemente antes de aplaudir:— Por parejas, excepto tú, rubia, tú conmigo.— Señaló a la dueña de sus pensamientos con algo de diversión, se apresuró a quitarse la chaqueta y se arremangó la camisa hasta casi el codo, un poco más abajo del final de sus guantes.

Ambas se colocaron en posición y la pelea comenzó, ambas oponentes eran muy duras, pero se notaba quien de la dos tenía más experiencia. Los cadetes las rodearon admirando el espectáculo.

Annelise repitió la técnica que había hecho con el rapado pero en vez de tirarla con una patada, golpeó su espada contra el suelo de arena, se subió encima y cuando iba a asestarle un golpe en la cara, frenó quedando a escasos centímetros de su nariz.

La capitana sonrió abiertamente:— Tienes potencial.— Fue lo único que dijo, se levantó de golpe y en ese momento uno de su brazos hizo un ruido de rotura.— Justo ahora...— Susurró.

— ¿Ocurre algo, Capitana Annelise?— Preguntó otra rubia, esta era totalmente diferente a la chica con la que se había enfrentado minutos atrás.

— No ocurre nada.— Frunció el ceño con molestia y se retiró el guante sin cuidado alguno, las exclamaciones de asombro no se hicieron esperar, Annelise no les hizo caso y miró su brazo derecho con detenimiento, una de los pinchos que usaba para abrir puertas se había desatornillado por completo, así que cayó al suelo.

Annie la tomó con rapidez:— ¿Tienes buen pulso?— Ella asintió,— acompáñame. Vosotros dad vueltas al campo hasta que volvamos.

(...)

— ¿SUELE OCURRIR con frecuencia?— Preguntó Annie llevando un destornillador al brazo de Anne con cuidado.

— Es la primera vez.— La miró con una pequeña sonrisa y con su mano libre apartó el pelo de la adolescente de su cara.— Me recuerdas a mi de joven.— Annie no dijo nada.— Venga, Annie, no sea tan seca.

Por primera vez desde que habían entrado al comedor, Annie la miró a los ojos con una mezcla de sorpresa y confusión.

— Eres buena en el cuerpo a cuerpo, y cuando te concentras te muerdes el interior de las mejillas, yo hacía lo mismo.

— ¿Cómo conseguiste estos brazos?— Interrumpió la joven, Annelise soltó una carcajada.

— Directa al grano, justo como yo.— Soltó otra risa antes de contestar.— Nací sin brazos, una doctora estaba experimentando con una nueva ciencia y fui su conejillo de indias.— Simplificó.— Ahora lidero un escuadrón con las mismas capacidades físicas que yo.— Hizo una pausa y añadió:— Y a qué división quieres unirte.

La chica volvió a centrarse en el brazo de Annelise:— A la Policía, no voy a mentir, Capitana. Quiero una vida mejor de la que tenía.— Wagner asintió con una pequeña sonrisa.

— No esta mal desear una vida mejor, no es de cobardes si eso es lo que piensas.— Se levantó cuando Annie terminó y se encaminó hacia la puerta del comedor.— Y Annie.

— ¿Sí?

— No te hagas la dura conmigo, esa fachada no funciona con alguien que convive con el Capitán Levi todos los días. Demostrar lo que sientes de vez en cuando no es malo.— Sin querer escuchar su respuesta, volvió al campo de entrenamiento dejando a la rubia ahí sola.

Annie sonrió levemente acariciando su anillo de plata con delicadeza.

— Gracias, Capitana.

super soldier ▭ levi ackermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora