| Capítulo 23 |

99 28 6
                                    

✥∞✥∞✥

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✥∞✥∞✥

Las clases posteriores a la de Harrison no fueron tan agradables como yo había imaginado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Las clases posteriores a la de Harrison no fueron tan agradables como yo había imaginado. No es que las profesoras sean malas, pero parece que no les agrado en absoluto. Una de ellas me hizo sentir estúpida al suponer que no sabía de qué están formados los átomos, y la otra me hizo sentir humillada al pedirle a un compañero que me tradujera parte de la clase porque, según ella, no sé mandarín; lo que me ofendió mucho, porque desde niña, mi padre me hizo aprender varios idiomas, entre ellos el mandarín. Y por si fuera poco, el profesor de educación física me trató como si fuera una delicada flor que se iba a marchitar si hacía un poco de ejercicio.

Esta es la primera vez en la que puedo decir que estoy exhausta después de un largo y aburrido día de clases. Solo anhelo sumergirme en un baño relajante, ponerme mi pijama e ir a dormir... Ni siquiera puedo pensar en ir a cenar. 

Me detuve en medio del pasillo, justo frente a una vitrina. No lo había visto hasta ahora. Había algunas fotos de Linsy y el famoso lazo negro de luto.



—Te extraño, Calabaza —una lágrima rodó por mi mejilla—. Te prometo que lo que sea que te haya pasado, lo voy a descubrir.

—¿Solange? —llamó mi atención. Me detuve a mirarlo y sin decir nada, me abrazó con fuerza—. No lo pude creer cuando nos dijeron.

—Por más que agradezco el detalle... —dije rompiendo el abrazo—. Estás invadiendo mi espacio personal.

—Lo siento —se veía apenado—. Es solo que... No lo pude evitar.

—No te preocupes.

—Tenerte aquí... Frente a mí... —un nudo se había formado en su garganta—. Es como si tuviera a Linsy. No tenía idea de que tuviera una hermana gemela.

—De verdad la amabas, ¿cierto?

—Ella lo era todo para mí, aunque no creyera en mi palabra.

—Tú también lo eras todo para ella —dije, segura de mis palabras—. Te amaba mucho.

Boarding School | EDITANDO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora