𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐋 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐀 || ᴄʜᴏɪ sᴏᴏʙɪɴ

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Con una mano posada en mi frente y un terrible dolor en mi cabeza y espalda, me siento en mi lugar. Uno de mis ojos se encuentra más abierto que el otro, aunque desearía que ninguno de los dos lo estuviera ya que la luz que entra en la habitación es demasiada para mi alma cansada y recién levantada. 

Sin realmente concentrarme o analizar el lugar en el que me encuentro o donde he dormido —que resulta ser una superficie extremadamente dura, lo cual explica el grave dolor corporal—, me concentro en frotar mis ojos en busca de deshacerme del sueño que no me permite pensar de manera concreta. El dolor de cabeza tampoco es de mucha ayuda, esa terrible punzada causa que todo a mi alrededor de vueltas, complicando mi misión de concentrarme en mis pensamientos y alrededores. 

Y, como si todo no se encontrara yendo suficientemente mal, un sentimiento de nauseas se empieza a hacer presente. Entrando en alerta volteo en todas las direcciones posibles en busca de un baño, logrando divisar una puerta a lo lejos. Sin más —y con toda la poca energía que milagrosamente quedaba en mi cuerpo— utilicé mis brazos para apoyarme en la superficie en la que había dormido —que ahora puedo identificar como el frío suelo— y levantarme, corriendo lo más rápido posible al sentir todas las bebidas y alimentos que posiblemente haya ingerido el día anterior subir lentamente por mi garganta.

A unos centímetros de el posible baño tropiezo con algo, causando que caiga estruendosamente en el suelo y que todo el dolor que mi cuerpo estaba experimentando anteriormente aumente. Aún un soltando leves quejidos e insultos me arrastro por el suelo en un intento de llegar a la puerta, ignorando los otros quejidos que podían escucharse cerca de mí.

Al abrir la puerta y observar el retrete agradecí mi increíble suerte que me acompañaba en todas mis estupideces, incluso las peores. Finalmente, cuanto me encontré en frente de la taza de cerámica y por medio de arcadas dejé salir todo aquel líquido ácido que se había hecho camino por mi garganta. 

Mientras me encontraba vomitando, pude sentir las manos de alguien posicionarse en ambos de mis hombros otorgándome un apretón antes de cambiar la posición de una para tomar mi desordenado cabello apartándolo de mi rostro, la otra moviéndose de arriba hacia abajo en mi espalda de manera reconfortante. Luego, escucho un susurro algo ronco proveniente de la persona detrás de mí.

—Está bien, déjalo salir, está bien —aquella voz que tanto he escuchado, en canciones, en llamadas y en conversaciones llega a mis oídos y junto con las suaves caricias que son otorgadas a mi espalda logra calmarme.

Como tantas veces él se encontraba ahí, para apoyarme, ayudarme, reconfortarme y —en este caso— sostener mi cabello mientras me deshago de todo alimento que consumí. Porque a pesar de cualquier circunstancia, problema o mi terrible personalidad, el siempre se encontraría ahí para mí. Ya sea en frente o detrás de las cámaras.

Hwang Hyunjin siempre será el mejor amigo de este mundo.

Me alejo de la taza, apoyándome de la pared para poder sostenerme, con la respiración pesada y sintiéndome horriblemente mal. Hyunjin —con los ojos entreabiertos— baja la palanca del inodoro y con ese simple gesto el agua se lleva todo lo que había en esta. Luego, el pelinegro me entrega una pequeña toalla para que pueda limpiarme el rostro. Una vez termino de hacer esto el se pone de pie con dificultad, para luego tomar mi mano y ayudarme a mi a levantarme.

—Deberías lavarte la boca, ya sabes. —asiento, con el dolor de cabeza de vuelta. Me dirijo al lavamanos, evitando observar el espejo, con pocas ganas de encontrarme con el desastre que debía ser mi cabello, rostro e incluso ropa. 

Abriendo la llave utilizo el agua fría para limpiar mi boca y rostro, para acabar con el poco sueño que aun se encontraba presente. Una vez me encontraba aunque sea un poco presentable, salgo del baño, como Hyunjin lo había hecho hace pocos minutos. Pero al salir, no me encuentro precisamente con lo que esperaba. De hecho, no tengo idea de que era lo que esperaba encontrarme, estaba demasiado perdida en mis propios pensamientos que no pensé en observar el lugar en el que me encontraba.