𝐒𝐎𝐂𝐈𝐀𝐋 𝐌𝐄𝐃𝐈𝐀 || ᴄʜᴏɪ sᴏᴏʙɪɴ

25

Tomé el paquete entre mis manos, observándolo desde todas las direcciones, cada una aún más colorida que la otra.

Minutos —casi segundos— después de leer el tweet de Hyunjin me dirigí a la recepción del edificio, corriendo y tropezando con varias personas en el camino. No me encontraba haciendo nada en ese momento, solo leía unas cuantas partituras que había escrito hace unos días, corrigiendo cualquier error e intentando agregar una letra a alguna de estas. Pero, a pesar de encontrarme en el silencio de mi estudio, con toda la posibilidad de concentrarme y trabajar, no logré hacerlo y me encontraba completamente aburrida dando vueltas en mi silla giratoria, cuestionandome hasta mi propia existencia.

El tweet de Hyunjin me llegó como anillo al dedo, me dió una razón para salir de mi estudio y hacer algo que realmente me resultaría divertido o tal vez no, todo dependía del paquete que ahora descansaba en mis manos.

Es una caja de tamaño mediano, envuelta en lo que parecía ser papel de regalo azul, aunque esto era casi difícil de deducir debido al resto de la decoración que tenía. El papel tenía pequeños dibujitos de cachorros y pequeños gatos, en la parte superior había un lazo naranja con morado, todo el paquete se encontraba cubierto de escarcha dorada y recortes de corazones —un tanto deformes— y estrellas —un poco muy deformes—. De el lado izquierdo del paquete se podían apreciar varias pegatinas de notas musicales y alguna serie animada. La parte trasera de la caja tenía un dibujo de un conejo, aunque no le dí mucha importancia.

Ciertamente no era el regalo —por así decirlo— más hermoso que había recibido, pero siempre pienso que lo que importa es la intensión........

Y bueno, por supuesto el contenido del paquete, pero eso ya es otra historia.

Lo últimos quince minutos los he utilizado —por no decir desperdiciado— para observar el paquete desde cada ángulo y preguntarme quién pudo hacerme un obsequio, sin llegar a alguna conclusión. Podría simplemente abrirlo y descubrir quién ha sido a partir del contenido, pero eso le arrebataría la emoción y el suspenso al momento.

Coloco la caja en mi escritorio de nuevo y tomo mi teléfono, dispuesta a tomarle fotos de como lucía antes de destrozarlo al abrirlo. Una vez ya lo he hecho hago mi teléfono a un lado y  me concentro en el paquete.

Con mucho cuidado de no romper por completo el papel de gatitos, perritos, brillitos, dibujos y pegatinas, lo remuevo de la caja.

¿Ahora qué se supone que haga? ¿Cómo abro el paquete? ¿Cómo corto la cinta adhesiva? Mis uñas están demasiado cortas como para utilizarlas en esta situación, mis llaves están en mi bolso que no está aquí en mi estudio, mi navaja suiza está en mi apartamento —no pregunten— y no creo portar otro objeto filoso.

Nuevamente empiezo a dar vueltas en mi silla giratoria, observando cada rincón de mi estudio en busca de algún objeto filoso para poder atravesar la cinta adhesiva.

Mi vista se posa en la pequeña mesa donde están mis flores —casi completamente marchitas—, unas cuantas hojas, unas tijeras y una horquilla para el cabello.

Bingo.

Me levanto de mi asiento rápidamente y tomo entre mis manos el objeto que me va a ayudar a abrir el misterioso paquete.

¿Cómo pude ser tan estúpida? Era obvio que esto era lo que necesitaba para abrirlo, y yo pensaba no tener nada levemente filoso.