viii. sober

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"Mamá, lo siento mucho, ya no estoy sobria

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"Mamá, lo siento mucho, ya no estoy sobria. Y papá, por favor perdóname por las bebidas derramadas en el suelo. Para aquellos que nunca me abandonaron, ya hemos pasado por esto antes, lo siento mucho, ya no estoy sobria."

Tras la visita a casa de Trevor/Bobby, pedí un taxi que me llevara a casa

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Tras la visita a casa de Trevor/Bobby, pedí un taxi que me llevara a casa. Ya sabéis por qué no puedo conducir, ya que mi madre ha sido tan bondadosa para recordármelo. Llegué a mi hogar, Mark y mi madre estarían aún trabajando, subí las escaleras hasta mi dormitorio, al pasar por la puerta de la habitación de Kenny escuché música y risas procedentes del lugar, seguramente estaría con sus nuevos amigos.

Al entrar en mi habitación me tumbé pesadamente en la cama, noté que en la esquina de la habitación aún tenía una de las cajas rotuladas con el nombre "Alexander" llena de ropa de mi hermano, pero sinceramente no tenía ganas de ponerme a ordenarla ahora.

Tomé mi libreta de canciones que reposaba sobre la cama y la abrí viendo la nota de Luke en ella, sonreí ante tu letra torcida casi de niño pequeño. Tomé uno de mis bolígrafos y me puse a obedecer las palabras de Luke.

Por unos largos minutos traté de escribir algo, sobre amor, o sobre los haters o cualquier tontería de esas, pero cada vez que quería poner una palabra sobre el papel la idea me parecía más y más absurda.

Hace unos años podía componer éxitos en horas o minutos, pero con el paso del tiempo, con mi ansiedad y mis problemas había días que no salía una sola palabra por más que lo intentara y hoy era ese día. Normalmente, cuando vivía en Londres, llamaba a Andy o a Brianna para ir a tomar unas copas que me despejasen la mente y me ayudaba a componer. Pero mientras al principio solo una copa o dos eran suficientes, con el tiempo se convirtieron en cuatro, cinco... dependiendo de la noche. Hasta llegar a un punto que con quince años desayunaba café con vodka o brandi o llegaba a tener escondidos botellines de alcohol en maletas, bolsos, incluso en la ropa interior para que mi madre no la encontrara.

Guiada por la inercia y la desesperación, bajé a la bodega que mi padre biológico tenía en el sótano. Una enorme cristalera escondía cientos de botellas de alcohol, vino, vodka, ginebra... Intenté abrir el cristal pero esta estaba cerrada con llave. Sacudí la cristalera con más fuerza pero esta no se abría.

R E V I V A L (Luke Patterson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora