Medianoche II

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- Que nadie se mueva o disparo de nuevo. Ha funcionado... - El hombre sonríe con incredulidad abriendo mucho los ojos. De repente algo interrumpe nuestro atacante.

- Lennox... - Alguien se oye a lo lejos, me doy la vuelta y entre las sombras veo salir a un hombre idéntico al otro. - Lennox, déjalos ir. - El hombre de la pistola mira hacia la oscuridad sorprendido pero no cede. Lo único que veo en sus ojos es locura.

- ¿No lo has visto, George? ¿No has visto lo que ha hecho la chica? ¡Ha funcionado! Todos estos años he estado buscando personas que fueron sometidos a las drogas para la mejora de la especie. En la mayoría no surtió efecto, eran demasiado débiles y murieron. Solo dos personas sobrevivieron y tengo a una de ellas delante.

- Debes dejarlo. - George le interrumpe con seriedad y comienza a andar hacia él. - Debiste dejarlo hace mucho, cuando nuestro padre te lo advirtió. Ya has visto el efecto. ¿Ahora qué? ¿Vas a secuestrar a la chica y arruinar su vida por un capricho tuyo?

- ¡Estás loco! No puedo dejarla marchar, tengo que seguir el trabajo de tantos científicos como nuestro padre. Aun no sé hasta donde puede llegar el cuerpo humano ni cuántas habilidades puede tener o que obstáculos puede superar. Esta chica y el otro serán un sacrificio para el bien común. - Mientras Lennox habla su hermano sigue acercándose a él con calma y cuando acaba se le echa encima derribándolo al suelo.

Esto hace que la pistola salga disparada hacia un lado. Eric y Nathan corren detrás de la pistola que se ha alejado demasiado mientras que los dos hermanos luchan tirados en el suelo. Cuando los dos chicos llegan casi hasta el lugar de la pelea, Lennox le da una patada a George en la cara lo que hace que de su nariz empieze a chorrear sangre y le deja inconsciente. El hombre se levanta rápidamente mirando a los dos chicos a su espalda. Los gana en la carrera hacia la pistola y la recoge del suelo pero los dos siguen corriendo hacia él y este dispara en nuestra dirección. Eve y yo estamos a pocos pasos la una de la otra, la primera bala le da a la pelirroja y la veo desplomarse al suelo con un ruido sordo. No me da tiempo a reaccionar ya que oigo el segundo disparo instantes después y siento como el pequeño trozo de plomo perfora mi piel y se introduce en mi cuerpo.

- Ellie, eso no es justo. - La voz de un niño pequeño, aguda y tierna me llega a los oídos.

- Déjame en paz, Starret. Yo hago lo que quiero. - Grito enfadada pero me entra la risa y ambos compartimos unas fuertes carcajadas. Comienzo a andar rápidamente pero él me sigue sujetando con fuerza unas canicas de colores.

- Me dijiste que si ganaba la carrera me dabas un beso. Yo quiero mi beso. - El pequeño Eric seguía insistiendo mientras me miraba con inocencia. Pongo mi pie delante de los suyos sin que se dé cuenta y eso le hace caer al suelo estrepitosamente. El chico abre sus manos para protegerse y suelta todas las canicas que vuelan esparciéndose por la calle. Me tumbo a su lado y le beso la mejilla solo para levantarme e irme después asegurándome que no me puede seguir. Mientras me observa marcharme recoge sus canicas y sonríe.

- ¡Algun día te robaré un beso y te volverás loca, Ronan!

Miro hacia abajo y veo como una gigantesca mancha roja crece en mi camiseta. Me faltan fuerzas y me dejo caer escuchando como Nathan grita nuestros nombres y corre para socorrernos. Oigo un lamento a mi derecha y veo a Eve en medio de un pequeño charco de sangre. Un grito de rabia llega hasta mí y puedo ver como la figura, ahora borrosa, de Eric se tira encima del hombre y le empieza a meter puñetazos. Él es lo único en lo que puedo pensar, inunda mi mente sin compasión. Lo único que me hace más daño que la bala es el hecho de que nunca le dije nada, tenía miedo. Estaba demasiado asustada por mí misma, por la posibilidad de amor, que no pude mirarlo ni siquiera de la manera de la que me hubiera gustado. No pude tocarlo de la manera que deseaba. No pude llamarlo mío ni pude decirle todo lo que sentía por él. Todo lo que aun siento. No estás muerta. Miro hacia mi derecha de nuevo. Sé que si no hago algo la chica y yo moriremos así que, con mucha dificultad y protestas por parte de Nathan quién aun corre hacia nosotras, consigo arrastrarme hacia ella mientras hago presión sobre mi propia herida. Veo que la pelirroja esta inconsciente, extiendo mi mano ensangrentada tomando la suya, inerte, sin vida del suelo.

Ayuda...

Consigo concentrarme solamente en esa palabra y la oscuridad ya conocida nos envuelve. Al abrir los ojos de nuevo me veo tumbada en el asfalto frío y húmedo de una calle. Unas gotas de lluvia mojan mi piel limpiándola, y puedo ver en la acera como mi sangre se mezcla con el agua de los charcos en una danza divina. Las luces a mi alrededor me ciegan pero consigo distinguir algo, unas manchas blancas haciéndose más y más grandes. Los gritos de terror de un hombre son lo último que escucho antes de perder el conocimiento.

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Me despierto por unos pitidos molestos. Durante unos instantes no se dónde estoy ni por qué. De repente todos los recuerdos vuelven a mí de golpe. Hago una fuerza para abrir los ojos y lo consigo después de unos cuantos intentos. Lo primero que veo es a mi padre dormido en una silla al lado de la cama en la que estoy. Lo segundo, que me hace sobresaltarme, es a un hombre jóven apoyado en la pared. Tiene la cara azul por un moratón muy grande y tras unos instantes le reconozco.

- George... - Susurro con precaución para no despertar a mi padre. El hombre se pone el dedo índice sobre los labios haciéndome señal de silencio y se acerca a mi cama.

- Guárdate las fuerzas para cuando despierte tu padre. Yo... Lo siento tanto, Eleanor. No sabía que mi hermano estaba tan obsesionado. - Me dice rápidamente en voz baja. Mi padre hace un ruido raro y se gira hacia un lado de la silla lo que pone a George muy nervioso. Él empieza a hablar con más prisa, de repente su cara cambia por completo y se puede notar la amargura. - Tu amigo casi le mata a Lennox. Me he asegurado de que le ingresaran en un hospital muy lejos de aquí y cuando se cure le llevaré a un hospital psiquiátrico. Dime por favor que no le denunciaras...

- Me ha disparado... Y a mi amiga. ¿Cómo está ella?

- Está en medio de una operación, la chica es muy fuerte, sé que estará bien. No puedes denunciarle. Él es un enfermo. No tienes ni idea de lo que nos hacía nuestro padre... - George se gira hacia la ventana con la mirada perdida y le miro de la misma manera que había mirado a su hermano horas antes. Lo único que veo en sus ojos, en cambio, es dolor. Asiento y él me regala una sonrisa amplia cargada con mucho cariño.

- Pero por cualquier cosa que pase no dudaré en llamar a la policía. - Digo con firmeza para asegurar mi seguridad y la de mis amigos. El hombre me da las gracias y se va.

Unos segundos después de que la puerta se haya cerrado, se abre de nuevo. La última persona a la que hubiera esperado ver de esta manera se acerca con paso torpe hacia mí. Eric me sonríe con timidez, algo que le pega, y me deja unas flores en la mesilla de noche. Margaritas, mis favoritas. Veo que lo que hace unas horas era su mano sana está completamente vendada y tiene moratones por la cara y el cuello. Le observo más interesada, tiene el labio partido otra vez.

- Me habían arrestado por asalto, siento no haber podido estar aquí antes. - Ve que mi padre sigue dormido así que se inclina sobre mí y me besa la frente. Algo en mi interior arde. No puedo ignorar un sentimiento que ahora se ha hecho más fuerte gracias a la adrenalina. Le sonrío y lo único que consigo murmurar es:

- Necesito aire... - El chico se aleja despacio sin perderme de vista y abre una ventana. El aire fresco se cuela con rapidez. Eric se comporta de una manera totalmente normal lo que hace toda la situación muy sospechosa. - ¿Te acuerdas de lo qué pasó?

- Ahora que lo mencionas, no quería preocuparte pero, - Hace una pausa y se rasca la nuca nervioso, sus mejillas cambian de color y se vuelven rosadas por la vergüenza. - al parecer el cabrón me dió muy fuerte. Algunos momentos se me pierden, recuerdo fragmentos de su conversación con el otro y pienso que estaba completamente ido.

- ¿No recuerdas... por qué me eligió a mí?

- No y me da igual, te hizo daño y yo se lo devolví el doble. Eso es lo que importa. - Me sonríe y se acerca de nuevo a mi lado. Sin entender lo que hago realmente, levanto la mano y la poso sobre su mejilla para acariciarlo. El calor de su cuerpo invade mis dedos que se mueven a su labio inferior con la herida enorme. El chico me mira a los ojos con cierta curiosidad y acerca su cara a la mía despacio. SIento como me falta el aire pero no me importa. De repente desvía la mirada hacia mi almohada y coge algo.

- ¿Qué es esto? - Me lo entrega es un sobre blanco con mi nombre escrito en cursiva. Lo abro y dentro solo hay una foto. La saco y miro al hombre que sonríe para la cámara. Eric lee en voz alta y con intriga el nombre escrito en la parte de atrás.

- Noah Cowden.

Far BeyondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora