5 días antes.

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Es sábado por la tarde y no hay nada interesante en la tele. Decido que es mejor escuchar música así que me pongo los cascos. Pulso la letra D y repaso las canciones rápidamente. "Do I wanna know?" de Arctic Monkeys esta entre una canción de Queen y otra de Oasis.

- ¡ELEANOR JEAN RONAN, VEN AQUÍ AHORA MISMO! - el grito que da mi madre es tan fuerte que supera la melodía de la canción. Bajo mis pies de la mesita de café y me levanto del sofá de mala gana. No tengo ni idea de porque me gritará ahora. En nuestra casa los gritos son una rutina a la que no puedo escapar. Entro en la cocina y la veo colgar el teléfono. - Me acaba de llamar la secretaria del instituto. El primer día y la señorita ha decidido que las clases no son dignas de ella. - dice mi madre con sarcasmo. Durante años me costó aprender que la mejor manera de lidiar con ella es callándome y haciendo que la escuchaba. Ella me mira roja de la ira y empieza a escupir cualquier palabra insultante que se le ocurra. Hace años cuando lo hacía conseguía hacerme llorar, incluso odiarme a mi misma, pero ahora ya no me importan ni ella ni las cosas que me llama.

Mientras tanto subo el volumen sin que se de cuenta y sus gritos son ahogados por la melodiosa voz de Alex Turner, el vocalista. La veo abrir y cerrar la boca y gesticular furiosa pero no oigo nada. Unos minutos después, cuando ya suena la canción de Oasis, mi madre me quita uno de los cascos y me mira con desprecio. 

- No vas a ir a esa estúpida fiesta anual que da Nathan, vete a tu cuarto, hoy te quedas sin cenar. - le doy mi mejor media sonrisa y me dirijo a la puerta.

- Bien, porque acabas de quemar la cena. - digo despreocupadamente, oigo un pequeño grito de desesperación y ruido de metal mientras cierro la puerta riéndome. 

Me subo a mi cuarto. Pongo la música con los altavoces a tope y me empiezo a arreglar para la fiesta. Un vestido negro y mis Converse son lo primero que encuentro. Me maquillo y abro la ventana. Cojo la chaqueta de cuero del suelo y me la pongo también. Me subo a la cama y paso por el marco de la ventana con cuidado hasta pisar una de las ramas del roble que crece en nuestro jardín. Me sujeto con las manos y consigo colgarme de esa rama sin problemas. Después de examinar lo que hay debajo me suelto y ruedo por la hierba. Una de las canciones de Led Zeppelin me despide mientras voy calle abajo hacia la casa de Nathan.

- ¿Eleanor? - una voz asustada me sobresalta. Me giro y veo a una chica pelirroja mirándome con los ojos muy abiertos. - ¿Acabas de saltar por la ventana? - me río al ver la expresión en su cara.

- Ah, hola Eve. ¿Vas a la fiesta de Nathan? - digo señalando su vestido y la corona de flores que lleva en la cabeza. Intento desviar su atención de mi escapada. La chica mira hacia su vestido y me sonríe. 

- Sí. No sabía que habías vuelto, ayer no te ví en clase. - ella da unos saltos felizmente hacia mí y comienza a caminar a mi lado. 

- No estaba en clase. 

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Eve llama a la puerta de la mansión de Nathan y nos quedamos esperando en un incómodo silencio. La música que proviene de dentro de repente se empieza a escuchar claramente hasta en la calle. Se abre la puerta y Nathan nos mira de arriba-abajo.

- Pareceís dos personas completamente opuestas. - dice en voz alta para que le oigamos mientras examina lo que llevamos puesto. Nos abre paso para meternos dentro. - Entrad, por favor.  - su casa no ha cambiado nada desde la última vez que había estado allí. Los lujosos muebles son los mismos y  las carísimas obras de arte colgadas por las paredes siguen siendo simples brochazos sobre  lienzos. Cruzamos el salón y Nathan abre la puerta de cristal  que da al jardín con la piscina. - Sois las primeras en venir y... - el timbre suena y él se da media vuelta alejándose para abrir la puerta a los nuevos invitados.

- Esta casa es una pasada. - susurra Eve mirando la piscina. - No me he traído bañador.

- Nadie se trae bañador... - me río. - ¿Es la primera vez que vienes a una fiesta aquí?

- No suelo ir a muchas fiestas. - la pelirroja mira hacia abajo a sus sandalias y se mueve un poco nerviosa. - No es que no me inviten... Eso también, pero aunque me invitan a algunas prefiero pasar las noches en casa o con amigas lejos de sitios como este. - la inocencia de la chica hasta llega a parecerme adorable. 

- ¿Entonces para qué has venido? - una voz aguda interrumpe nuestra conversación. Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con Aileen. La última persona a la que hubiera querido ver aquí. Se gira hacia mí fingiendo que no me había visto y me sonríe con falsedad. - ¡Eleanor, que sorpresa! No sabía que ya habías vuelto del hospital. 

- Y yo no sabía que te habían dejado salir de rehabilitación, ¿o acaso le has hecho "favores" a alguno de los doctores para que te deje ir? - mi respuesta la afecta y eso me hace sonreír. Ella empieza a negar que haya estado en un centro de rehabilitación pero no me importa y me alejo para coger dos vasos con ponche de la mesa. 

En unos minutos la casa se llena de adolescentes ebrios. Eve sigue sujetado el primer vaso que le había dado y toma pequeños sorbos de vez en cuando, observando a los demás. 

- ¿Conoces a alguien? - repaso la habitación esquivando las miradas curiosas. 

- Solo a ti y a Nathan, pero él esta ocupado. 

- En ese caso vamos a presentarte. - me acerco a un grupo de chicos que reconozco de las otras fiestas a las que he estado. - ¡Ey! 

- ¡Hombre, si es la señorita Ronan! - dice Ian dándole un codazo al chico a su lado. Augustus se frota las costillas y me sonríe. 

- Mirad chicos, esta es Eve y viene a casa de Nathan por primera vez. No creo que le venga nada mal un poco de diversión... - un chico con el pelo color miel se acerca con dos vasos, los da a sus amigos y muestra su más amplia sonrisa con hoyuelos a los dos lados de su boca. 

- La diversión esta asegurada con nosotros. - dice el rubio y se gira hacia la pelirroja sacando un cigarrillo de su bolsillo. - Soy Rory...

Nathan me tira del brazo, se pone el dedo índice sobre los labios y me da señal de seguirle. Parece un poco preocupado pero esta decidido a no soltar una palabra hasta que lleguemos al lugar hacia el que me lleva. Salimos a la calle y él cierra la puerta, cruzamos el jardín delantero al final del cual hay unos veinte coches aparcados de manera caótica. En la calle hace bastante frío pero intento no concentrarme en eso. Después de dar unos cuantos pasos más, Nathan se inclina hacia mí acercándose tanto que puedo oler su aliento que es una mezcla de alcohol y tabaco y empieza a susurrar rápida y torpemente. 

- Antes no podíamos hablar porque estabas con la chica esa, pero te tengo que contar una cosa importante. - la seriedad del asunto y su cara de susto despejan mis pensamientos. Asiento con precaución para darle a entender que le escucho. - Ya sabes que me preocupo mucho por tí, y ayer presentí que no me decías toda la verdad... - abro la boca para decirle unas cuantas cosas pero él me interrumpe. - ¡Escuchame! Sabía que me ocultabas algo y me puse a indagar un poco. El asunto de los hospitales y tu salud me llevo a tu historial médico. Hay una anomalía...

- ¿Anomalía? ¿A qué te refieres? - le respondo con el mismo tono de susurro.

- A que desde febrero hasta julio del 2005 no aparece nada en tu historial... Tendrías seis años, según tu madre ese año estabas en el hospital casi cada semana para pruebas e incluso tuvieron que ingresarte por algo muy grave, ¿no? Estas cosas deberían aparecer. 

- ¿Qué estas insinuando, Nathan? - le pregunto subiendo la voz sin darme cuenta.

- Estoy insinuando que si queremos descubrir que te pasa, esos meses perdidos son por donde deberíamos empezar. - mira a algo detrás de mí, veo su cuerpo erguirse y su rostro tensarse. Me giro y veo a Aileen besando un chico apasionadamente. El pelo color azabache y su sudadera del Manchester United le delatan. Mi corazón se para.

- Necesito un trago. 


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