- ¿Puedo pasar? - Eve me dice con una sonrisa tímida cuando abro la puerta. Suspiro y me alejo de ella.
- Si quieres algo la cocina está ahí. - Entro en el salón y la chica me sigue.
- Es sobre Aileen. Ella me dijo que fuiste tu la que habló con Rory, no te preocupes sé que es mentira per-
- Fui yo. - La chica se queda inmóvil y me mira confusa.
- ¿Po-Por qué?
- Me aburría. - Le miento mientras me acomodo en el sofá. La pelirroja se cruza de brazos y me sonríe desafiante. Durante un instante parece que sabe todo, que conoce todos y cada uno de mis secretos. Pero eso es imposible.
- Como quieras llamarlo...
- ¿Qué se supone que significa eso?
- Nada...
- ¿Quieres ver una peli? - Necesito descubrir que sabe. La chica se sienta a mi lado y coge un trozo de pizza. Minutos después estamos limpiándonos lágrimas de risa de los ojos y comentando la película animádamente y yo me he olvidado de la conversación.
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- No sé si fue buena idea... Esto se nos está saliendo de las manos. - Nathan susurra mientras sujeta una carta y entra por la puerta principal. Eve que está a mi lado le mira confusa y le arrebata el envoltorio.
- ¿A qué te refieres? Fuiste tú el que me convenció no ir a esa cita. - Digo molesta no dándome cuenta de la expresión en su cara. Miro mi reloj, las doce menos cuarto.
- Creo que tu amigito nos ha escuchado. - El chico me coge de la muñeca para llamar mi atención y me enseña el papel blanco. - Els...
- Aquí hay una llave. - La pelirroja me pone en la mano una llave oxidada. Se gira hacia Nathan horrorizada. - ¿De quién es esto?
Algo me dice que puede estar teniendo dudas sobre nuestro encuentro. Espero conseguir convencerla.
Más abajo en la hoja hay una foto pegada con un chico bajo el agua envuelto con cadenas sujetas a una roca. El chico tiene una máscara para respirar. Debajo de la foto con letra chapucera está escrito:
El oxígeno se acaba a medianoche, espero que este aquí o que por lo menos su amigo aguante el aliento bien. Le esperamos en la piscina de su instituto. Tick-tock... Tick-tock...
- ¡Oh dios! Eric... - Mi corazón se para y mis ojos se llenan de lágrimas. Parpadeo de forma frenética. Llorar no le servirá de nada. Un solo pensamiento cruza mi mente antes de salir disparada por la puerta. "Tengo que salvarlo." Eve y Nathan corren detrás mío a toda prisa y consiguen alcanzarme.
- No sé si a pie llegaremos a tiempo. - Me dice la chica con la respiración agitada. Pero yo no le oigo, cruzo el parque y cojo las callejuelas que me conozco tan bien que podría cruzar con los ojos vendados. Mi reloj marca las 23:57. Mi pulso se acelera, mi boca se seca y a causa del ejercicio comienzo a sudar aun con el frío de la noche. Comienzo a ver el edificio del instituto y miro mi reloj. 23:58. El corazón se me encoje y me fuerzo a ignorar el cansancio comenzándo a correr con mayor rapidez. Estamos a dos manzanas de la entrada. Oigo a Nathan maldecir a mi espalda.
-¡23:59! - Grita el chico cuando cruzamos la puerta. Solo unos metros separan el edificio principal del gimnasio y la piscina. - ELEANOR, SON LAS DOCE. - Nathan me notifica mientras entramos al gimnasio. Cruzo el campo de baloncesto y sé que ahora Eric está contando únicamente con su habilidad de aguantar el aire. Abro la puerta de los vestuarios y cruzo por la siguiente entrando en la piscina.
Me tiro a la piscina sin pensarlo, superando el miedo. Ya no puedo oír los gritos de Eve y Nathan. Debajo del agua todo está sereno. El mundo no existe, pero mis temores más oscuros, sí. Parpadeo unas cuantas veces para que mis ojos se acostumbren al cloro. Repaso el fondo de la piscina rápidamente. En medio de las baldosas azules puedo distinguir el cuerpo de Eric moviéndose de forma frenética. Alrededor de sus pies hay una cadena y al final de ésta, una gigantesca piedra. Llego hasta él, parece asustado. Sujeto con fuerza la llave e intento liberarlo, la meto en la cerradura pero se queda atascada. Mis pulmones empiezan a arder, puedo sentir mi cabeza pulsar. Instantes después, que parecen horas, cuando ya siento que estoy a punto de explotar, consigo girar la llave. El candado se abre y la cadena se desliza al suelo dejando a Eric libre. Me giro hacia él con la poca fuerza que me queda y veo que está inconsciente. Necesito salvarlo. Me dirijo hacia él y consigo ponerme delante suyo. Tomo su cara entre mis manos y me acerco hasta posar mis labios sobre los suyos. Abro la boca y suelto el poco oxígeno que contienen mis pulmones. Siento como el agua inunda todo mi ser, mi cabeza empieza a dolerme, mis oídos pitan y mi vista se nubla. Pierdo la conciencia mientras mis pulmones se llenan con agua.
Unas imágenes surgen en mi mente y sé que son los acontecimientos de la noche anterior. Me veo coger el brazo de Eric y a él darse la vuelta. Noto de nuevo como nuestras miradas bajan hacia la boca del otro.
- Debería irme... - Susurra el chico sin pestañear mirándome como hipnotizado. - En serio... - Me quita un mechón de pelo mojado pegado a mi mejilla. Empiezo a respirar con dificultad y me muerdo el labio para que no note que ha empezado a temblar por el deseo de unirse al suyo. Le miro de nuevo a los ojos y él me responde con lo mismo. Su mano rodea mi nuca con delicadeza incitándome a acercarme. Eric pone sus labios sobre los mios con ternura. Y es entonces cuando lo siento, todo en mi interior explota como fuegos artificiales. Cierro los ojos y respondo a su beso apasionadamente. El chico baja su brazo a mi cintura y me empuja contra su cuerpo firme. La escayola de su otro brazo se clava contra mis costillas haciéndome daño pero yo lo ignoro. Lo único en lo que puedo pensar es él. Cualquier otro pensamiento que tengo se esfuma en segundos y es reemplazado por él, por su ser. El calor de su cuerpo me envuelve y yo me rindo ante ese chico de ojos verdes por completo. No quiero separarme pero noto como a ambos nos falta aire. El chico se aleja unos milímetros dejándome con ganas de más. Abrimos los ojos casi a la vez y el sonríe. Joder, ha ganado.
- Vete. - Le digo en seco, él me mira confuso. - ¿Acaso no me has oído? Vete. - Levanto la voz pero el chico no se mueve. Le empujo con toda mi fuerza. - ¡VETE! - Grito mientras él frunce el ceño y se da la vuelta para bajar las escaleras. Le observo como sale por la puerta principal dando un portazo. Algo en mi interior se enciende, algo muy diferente al sentimiento con el beso, es ira. Empiezo a gritar como loca para descargarla de alguna manera y le doy un puñetazo a la pared. Los nudillos de mi mano derecha empiezan a sangrar. Necesito deshacerme de su presencia, de su olor, del recuerdo de sus labios uniéndose a los míos. Cojo mi móvil y marco el primer número que se me ocurre.
- ¿Ian? Ven.
Algo me devuelve a la realidad. Alguien golpea mi pecho forzándome a escupir agua. Una voz llega a mí a lo lejos.
-Venga, por favor, despierta...
Abro los ojos y veo a la pelirroja inclinada sobre mí. Ella, al darse cuenta de que estoy viva, sonríe.
- ¿Eric..? - Vacilo unos instantes. La chica se echa a un lado y veo a Nathan y Eric inmóviles observándome. Unos metros más atrás está George apuntándolos con una pistola.
- Quiero que me muestres lo que sabes hacer. - Me dice el hombre con frialdad.
- No entiendo nada... Déjales ir.
Una carcajada forzada irrumpe la estancia. El hombre me mira a los ojos desafiante y prieta el gatillo. Todo pasa tan rápido que no se cómo reacciono a tiempo. Corro hacia mi amigo y todo a mi alrededor desaparece para reaparecer momentos después de nuevo. Ya estoy entre el chico y la bala que aun está a la mitad del camino. Me abrazo al rubio para protegerlo del disparo y ocurre de nuevo. La oscuridad nos envuelve a ambos, me falta el aliento, todo mi cuerpo se tensa y me mareo. Desaparecemos solo para aparecer instantes después a unos metros de distancia. Nathan se aferra a mí, de no haberlo hecho yo hubiera caído al suelo ya que no me quedan fuerzas ni para respirar. Siento como mi desayuno sube por la garganta así que empujo al chico y me caigo al suelo para vomitar.
- Que nadie se mueva o disparo de nuevo. Ha funcionado...
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Far Beyond
Science FictionLa primera vez que ocurrió tenía siete años. Simplemente pense en la playa, la echaba de menos. Lo siguiente que recuerdo fue una luz cegadora y las tres semanas que pasé en el hospital. Mi madre estaba demasiado asustada como para contar lo que hab...