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– Por la diosa luna, que aspecto tan sucio tienen.

– ¡Wheein! No seas irrespetuosa. ¿Por qué no vas ayudar en las pócimas?

– ¿Me estas corriendo, Hwasa?

– Parecido, ve, anda.

Después del pequeño encuentro con la menor de las brujas, ambos llegaron hasta la casa de las mismas, un hogar normal como cualquier otra y algo misteriosa.

La puerta se abrió con un crujido, dejando ver otras tres figuras, una de ellas recibiéndolos con una sonrisa.

– Discúlpenla, ha estado muy nerviosa desde nuestro último encuentro con los extraños alrededor.

– En ese caso nosotros deberíamos ser quienes pidan perdón, no queremos hacerlas sentir incomodas –dijo el peli negro.

– Y vaya que los son –habló nuevamente la bruja de cabellos azules, recibiendo las miradas de sus demás compañeras– ¿Qué?

– Wheein, por favor.

– Solo digo la verdad Solar, no es justo. Hemos estado huyendo desde hace siglos de personas como ellos.

La más joven tenía razón para tener miedo y desconfiar de los demás, habían estado huyendo toda su vida desde que tienen memoria.

Acusadas de herejía y magia negra, siendo objetivos de caza y exterminio. Varios de los miembros de su comunidad lograban escapar, escondiéndose en los rincones más oscuros y remotos del reino o de los lugares en donde habían estado.

Vagaron durante días por el bosque, cambiando de formas, de nombres, pero siempre aprendiendo a ser invisibles para algunos de los guardias. Más el miedo seguía estando presente.

Miedo a ser capturadas, a que sus vidas terminaran en la hoguera, así como fueron testigos de la caída de sus hermanos y hermanas.

Creyeron haber encontrado la paz en cuanto hallaron aquel refugio en la vieja cabaña abandonada escondida en el bosque, terminándola haciendo su hogar temporal.

Todo se vio en picada en cuanto una de ellas, la mayor, Solar, fue testigo de cómo algunos extraños con trajes de hierro intentaban entrar a su casa, no viendo otra salida más que acabar con ellos.

– No quiero darle la razón, pero sean comprensibles, hemos huido toda nuestra vida.

– Lo sabemos, Byul. Sin embargo, el ayudar no lo podemos negar, debemos perder el miedo poco a poco y recuperarnos como antes.

Todos se observaron entre sí, el ambiente era tenso por el comportamiento de la menor de todas, sin decir nada más, observaron cómo se retiró del cuarto, subiendo a grandes pasos las pequeñas escaleras a la planta alta.

– N-no quisimos...

– Tranquilo, no es culpa de ustedes. Ella ha pasado por muchas cosas en sus trescientos años –dijo en un suspiro.

Un par de pocillos fueron puestos frente de ambos por otra de las mujeres a quien supusieron era Byul, olía demasiado bien para creer que fuese veneno.

– Por favor, beban algo caliente, supongo que no han comido nada igual, así que empiecen.

– Muchas gracias...

– Oh, mi nombre completo es Moonbyul.

Yoongi le regaló una sonrisa en respuesta, iniciando así con la comida que les ofreció dando una pequeña señal al menor de que imitara su acción, el ambiente y la conversación entre ambos lobos junto a la bruja joven fue demasiado amena.

El Príncipe de Daegu . yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora