22

1.8K 265 77
                                    

Después de haberse librado por completo del ahora inexistente alfa y del abrazo reconfortante, Yoongi condujo a Jimin de regreso al sendero que los llevaría a su destino inicial.

La tensión entre ellos era palpable, como una niebla que se cernía sobre sus cabezas. Aquel incidente había dejado de alguna manera una marca en ambos, y el silencio que los acompañaba era solo un recordatorio constante de la vulnerabilidad que compartían.

El mayor por centímetros caminaba detrás del rubio, sus ojos fijos en la espalda de este. No era cuestión de protegerlo, sino también de asegurarse que no se alejara nuevamente de él.

Recordar de nuevo aquella imagen de como el extraño tenía sometido bajo su cuerpo al omega le resultaba insoportable.

El camino se extendía ante ellos, serpenteando a través del paisaje como un animal, no había otro sonido más que el característico de algunos pequeños insectos, al menos lograba disipar un poco la tensión que les seguía rodeando.

Jimin, por su parte, se encontraba inmerso en sus pensamientos. La experiencia le había dejado conmocionado, no lograba razonar en como estuvo a punto de ser reclamado por aquel alfa.

La simple idea de que reviviera lo ocurrido en su infancia y el miedo del momento le resultaba aterradora, ocasionando ligeros temblores en su cuerpo, lo cual no pasó desapercibido para el alfa.

– Deberíamos parar por el momento, es tarde y hay que descansar –sugirió en un tono gentil pero firme.

El rubio solo asintió con mirada baja– Si, tienes razón.

Yoongi lo guio fuera del camino, llegando a un sitio despejado, asegurándose de que estuviera fuera de peligro. Dejo que el menor tomara lugar en el suelo, descansando su espalda en un tronco viejo.

Un improvisado fuego con algunas ramas y hojas secas, haciendo que las llamas crepitantes iluminaran sus rostros.

– Lo siento, Yoongi –dijo el Jimin, el mencionado solo presto atención a sus palabras– Por todo lo que he hecho. Pero también te agradezco lo que hiciste por mí –su voz sonaba con gratitud– De no ser por ti, no sé qué hubiera pasado. Me salvaste la vida.

Una sonrisa ligera junto a una mirada cálida fue la respuesta del peli negro– No tienes que agradecerme, Jimin. Solo hice lo que mi instinto me dictó.

Parecía que el silencio reinaría de nueva cuenta, el menor se acercó un poco más al fuego, con la mirada fija en la danza de las llamas.

– Ahora, tras estar casi al borde de la muerte, me hizo recordar que no he sido justo contigo desde que llegaste. Me has demostrado que en verdad no te pareces en nada a ellos.

– No te preocupes por eso, lo importante es que estas a salvo.

Yoongi. Yoongi. Sentía como su lobo llamaba al chico frente a él, esa sensación, era la misma de su niñez.

Mientras el fuego crepitaba, el recuerdo de aquel abrazo reconfortante que habían compartido, dejando de lado los rastros de sangre en el rostro y parte del pecho del pálido.

Fue un momento de intimidad que les había unido de una manera profunda, sabían que una especie de conexión se forjó durante ese corto tiempo, un vínculo que solo se daba cuando los predestinados se encontraban.

Sin embargo, ninguno quería hablar de eso, más que nada por temor a hacer el momento más incómodo, por lo que dejaron de lado el siquiera tocar algo del tema. Pero sus mentes seguían reflexionando todo.

El alfa peli negro se sentía feliz y aliviado. El cree en quienes estaban predestinados no era una leyenda que su nana le aseguraba desde niño, lo confirmaba ahora que tenía al chico frente suyo.

El Príncipe de Daegu . yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora