El tigre y la gacela.

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-Capitulo 2-

*24 de Abril de 1995*

-72 horas antes del Rescate-

—Saqué diez, ¡genial! —Nathaly llegó hasta nosotras, con su examen y una gran sonrisa.

Miles de chicas a nuestro alrededor caminaban hacía la salida, mientras los chicos solo observaban a la gran multitud salir, esperando que dejáramos de estorbar para que pudieran entrar a estudiar sus ocho horas.

Estoy segura que muchos adolescentes del mundo desearían tener la "suerte" que tenían las chicas en ciudad de Trébol; estudiar tan pocas horas.

No estudiar te hace inculta y bruta. Ser inculta y bruta, te hace débil, insignificante. Y ser insignificante, hace que los hombres se crean superiores a ti. ¿Sabes porque? Porque dependes de ellos para subsistir. Si tienes mala suerte, dependes de lo que ganan para comer, tener ropa y medicamentos, educación.

¿Crees que es divertido que te compren todo? Pues pierde la diversión, cuando ya no participas en la elección de lo que usaras o lo que harás de comer.

Cuando trabajas por un mes, y al final la gran parte de ese miserable sueldo, va para la cuenta de tu esposo o padre, trabajar también pierde todo sentido. ¿Y sabes qué? Tendrías suerte si tú esposo te deja trabajar y no te obliga a quedar en casa, aunque no muchos prohíben que trabajemos.

Todo deja de ser divertido, cuando pasa el tiempo, y no te conviertes en más, que un saco de huesos y masa muscular, que solo asiente y es sumisa.

Estaba segura, que si más mujeres en ése pueblo hubieran sido profesionales, menos hombres habrían golpeado a sus esposas. Menos chicas se habrían suicidado.

¡Las adolescentes de hoy en día no saben la suerte que tienen de poder estudiar!, la suerte que tienen de ser independientes, o lo genial que es tener elecciones, decisiones, voz propia... Supongo que tienes que vivir tantos años en mi marginal pueblo, para poder entender los sencillos placeres de la vida.

—Yo hoy vi biología, y tuve que dar una micro clase. No tengo idea de si aprobé —acaricio mi cabello, y les sonrío.

—Seguro sí lo hiciste, eres súper inteligente, más que todas nosotras —Fernanda, me da un amistoso empujón, y le sonrío.

—Gracias, pero no es cierto.

—Estás loca —Emma rueda los ojos, y las demás suspiran.

—Oigan, casi se me olvida. Hoy vi en la clase de física a Jackson mirando mucho a —Emily dice mi nombre en un susurro, y todas sueltan risitas.

—Ya les he dicho que yo no le gusto —deje de caminar, y todas las demás también. — ¿Por qué le gustaría? Su padre es el hombre más rico del pueblo, y yo solo soy yo, la hija de la mujer que se asesinó —Me encojo de hombros.

—De acuerdo, en primer lugar, es padrastro, Jack es adoptado —me recordó Emily—. Segundo, tú mamá no se suicidó, estoy muy segura que escapo y está haciendo su vida en otra parte, usando ropa genial, con un teléfono y planeando formas de sacarte de aquí. Apuesto a que entrara con una metralleta. ¡Ban, ban, ban, ban, ban! —hizo con sus brazos una metralleta y la apunto a todos lados, actuando como si fuera de verdad—. Y dirá una frase épica como, "la única muerte, es quedarse aquí" —dijo con voz grabe, sobreactuada.

Sí, habría sido una actriz magnifica.

—Como sea, siempre seré el bicho raro.

— ¿Dónde hay un bicho raro? —Preguntó una voz, que mis oídos lograron reconocer con facilidad, y me quedé muy tensa.

El rostro del karma [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora