Algunos infiernos son más grandes que otros.

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-Capitulo 24-

*12 de Octubre de 1986*

-Billy-

—Eres hermosa —susurré entre besos.

Acaricié su largo y lacio cabello negro, mientras Denisse comenzaba a quitarse el vestido y la ropa interior.

Denisse era hermosa, amable la mayoría del tiempo, nunca podría decir que era dulce, pero sí podía asegurar que era la persona con más empatía de todo el pueblo, tenía la mirada más chispeante que alguna vez haya podido encontrar.

Era fuerte, testaruda, no dejaba que ganará ningún tipo de discusión. Ella era fuego, y yo... yo no tenía lo que se necesitaba para manejarlo.

Los típicos sonidos de labios chocando hacían eco por todos lados. Entre más besos nos dábamos, y más piel comenzaba a ser revelada, menos feliz me sentía, más muerto quedaba el deseo y la pequeña llama ardiendo en mí.

—Billy, esto es no está funcionando —me detuvo, apartándose de mí suavemente en la cama de mi habitación.

Y la verdad nunca supe comprender si mi suspiro fue realmente de frustración o alivio.

—No eres tú, soy yo —dije estrujando mis ojos entre mis dedos.

—Pensé que me tenías la confianza suficiente, ¿Cuándo vas a aceptarlo? —cuestionó, haciéndome suspirar de nuevo.

—Sabes lo que haría mi padre si se entera de mis preferencias.

—¿No es peor no poder ser feliz, ni amar a quien quieres? —preguntó mientras se vestía.

—Lo haces sonar sencillo.

—Lo es, para amar sólo se necesitan dos palabras y un sí —Me sonrió, besó mi mejilla antes de levantarse de la cama, y alejarse unos pasos de mí.

—No puedo hacerlo, estoy condenado, ya lo acepté, y estoy bien con eso —Me encogí de hombros e hice una mueca con los labios.

—Puedes decir que hicimos lo que sea, no diré lo contrario —dijo después de unos minutos de silencio.

—Igual nadie te creería si yo lo digo sin tú permiso y tú lo niegas —Le di una sonrisa burlona.

—Pero tú no quieres que yo rompa tú nariz, así que no lo harías sin mi permiso.

—Olvidas que soy imbécil.

—Olvidas que te conozco, y sé lo dulce y lindo que en realidad eres. Buenas noches, idiota —Lanzó un beso antes de salir, y yo reí de forma relajada y baja.

Caí en mi cama de nuevo, apoyando mi cabeza de la almohada, y como la vida es una perra loca que ama burlarse de nosotros los desgraciados, mi teléfono se iluminó con una llamada de mi tormento personal.

—Te extraño —dijo al nada más contestar.

—Yo igual...

—Quisiera que pudieses amarme —Escuché un sollozo y sentí mi corazón romperse.

—Yo te amo, sí lo hago, Andrew.

*14 de marzo del 2003*
-Denisse-

— Una vez más, los ojos de los cuatro hombres frente a mí, se desplazaron con asombro por mi rostro, sin poder creer lo que veían; a quién veían.

»Esa era la mejor parte de cada uno de los reencuentros: El impacto, el asombro y la expectativa —les cuento, con una pequeña sonrisa a las mujeres alrededor de mí.

El rostro del karma [en proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora