-Capitulo nueve-
Mi corazón latía muy rápido en mi pecho, mientras me dirigía hacía la puerta. Los golpes insistentes que venían de ella, me hicieron tragar grueso y ordenarme calma.
¿Qué podría ser? Estaba segura que nadie me haría daño, porque vamos, ¡estaba en el medio de la nada!, además, todos los que vivían aquí eran buenos, ¿no?
Tome una profunda respiración, sostuve la manzana y el jugo con mi mano izquierda y abrí la puerta, para encontrarme a Garrett del otro lado.
—¿Tú, ¿Por qué?... —puso rápidamente su mano en mi boca, y me hizo retroceder, hasta entrar y cerrar la puerta tras él.
Solté mi manzana y mi jugo, para comenzar a patalear y golpearlo, hasta que con su mano libre tomo mi mano, me giro para poner mi espalda contra su pecho, y me derribo, inmovilizando mis piernas con su rodilla.
—Cálmate. —Me ordenó—. No estoy... ¡Auch! ¿En serio acabas de hacer eso? —exclamó, cuando mordí su mano, sin embargo no la apartó—. Eres realmente agresiva, respira, no te voy a hacer daño, pero tampoco te soltaré hasta que te calmes, no me arriesgaré a que Chase te escuché. Así que respira, vamos. —Ordenó, y aún no sé qué fue lo que me hizo confiar, relajarme, y comenzar a respirar de forma lenta hasta calmar mis latidos, pero lo hice.
Dios, Garrett sí que pesaba, no podía sentir mis piernas, y la herida en mi abdomen escocía. Sentí que se acercó a mi cuello, y luego se alejó.
—¿Puedes dejar de aplastarme? Ya no siento la parte inferior de mi cuerpo —dije, una vez que libero mi boca de su mano.
—De acuerdo ahora voy a quitarme de encima —murmuró, y lentamente quito sus piernas de las mías, acabando con lo que sea que estuviera haciéndome.
Me levante lentamente, observando el balcón frente a mí, y luego me gire para enfrentarlo.
—Apuesto a que esto hace a tú noche, una muy interesante, ¿eh? —dijo con una sonrisa encantadora, que casi me hace olvidar mi enojo. Entrecerré los ojos.
Garrett tenía esa personalidad, que lograba irradiar paz. Por alguna razón, lo sentía familiar, conocido, tenía la inmensa necesidad de que me abrazara.
¿De verdad existían personas con ese encanto?... Tal vez mi mente ya no quería lidiar con cosas complicadas, y prefirió hechizarme con un efecto cenicienta.
Oh quizás los calmantes que me dieron para el dolor, estaban haciendo efectos demasiado efectivos.
Sí, eso era.
—¿No te han dicho que es de mal gusto irrumpir en el departamentos de chicas, de ese modo? —cuestione, con el ceño fruncido y las manos a los lados de mi cadera.
—Bueno no lo hubiese hecho, si no fuera necesario —respondió, imitando mi pose.
—¿No podías irrumpir en otro sitio? —inquirí, enarcando una ceja.
—No sabía que éste era tu departamento. Está lindo, por cierto.
Lindo sería que sacaras tu trasero de mi departamento.
—Alex escogió la decoración. —dije en cambio. Lo seguí con la vista, mientras husmeaba en los cuadros colgados en la sala.
—Tiene buen gusto.
—Estoy esperando una explicación, no una crítica decorativa. Estás en mi sala sin mi permiso —dije, con los brazos cruzados en mi pecho.
—¿Me das permiso de estar en tú sala?
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El rostro del karma [en proceso]
Random¿Alguna vez has pensado en lo afortunado que eres de poder elegir cosas sencillas? Sí, cosas como qué ropa usar, qué comer, qué estudiar, si tener pareja o no, a qué hora dormir, etc. Para toda mujer, en el retrógrado pueblo de Trébol, poder hacer u...