Capítulo 2:

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HADES POV:

- No, por favor. Pídeme lo que quieras - suplicó la chiquilla.
- No es culpa tuya - le contesté consciente de lo frío que era mi tono.
- ¿Es por mi aspecto? ¿Mi actitud? Puedo cambiar lo que sea.
- He dicho que no. Ahora apártate de mi vista.
- No, por favor. No me dejes - suplicó echándose a mis pies entre lágrimas.
Resoplé algo cansado por aquella escenita. Podía ordenarla que se fuera con mis poderes pero volvería a tenerla aquí en menos de una hora. Tanto tiempo en un reino mortal me estaba debilitando. Los de seguridad entraron en aquel momento y les hice un simple gesto para que se la llevaran. Cuando por fin desaparecieron los gritos y sollozos pude terminarme el café cargado de whiskey que me esperaba en la isla de la cocina. Me acerqué al comunicador que también se encontraba allí y di una simple orden.
- Que venga Styles. ¡Ya! - dije malhumorado.
Tardó unos pocos minutos en aparacer en la puerta.
- ¿Cómo ha entrado aquí? - protesté a regañadientes.
- Ya he despedido al guardia que la ha dejado pasar.
- Bien - gruñí.
- ¿Quiere que le traiga otra chica, señor?
- No sabes elegirlas.
- Pero esta era muy parecida a ella.
- Puede que físicamente pero su aura no estaba ni remotamente cerca de la de ella.
- ¿Prefiere otra chica como la señorita Stevens?
- Se parecía más, sí.
- Esta hospedada en su hotel una modelo que puede que sea de su agrado.
Tras toquetear su tablet me la entregó y miré las fotos de aquella chica. Tenía el cabello castaño como ella pero por lo demás no se parecía nada.
- Tiene un aura más de su agrado - me informó.
- ¿Estás seguro?
- Lo comprobé yo mismo, señor.
- ¿Habitación? - pregunté entregándole la tablet.
- 15.07.
- Puedes irte - dije con un vago gesto de la mano.
Vi como me lanzaba una mirada de desaprobación al beber a morro de la botella de whiskey. El café no había sido suficiente. Caminé hasta el salón y abrí la ventana de cristal del balcón. Observé la enorme ciudad de Los Ángeles que se erguía a mis pies. Todo visto tan pequeño desde tanta altura. Una ciudad que en su día me había parecido tan pequeña y que sin embargo ahora parecía inmensa. Resultaba tener demasidos habitantes cuando se trataba de encontrar a alguien. Y más si no conocía su nombre.
Había vuelto al club de striptease esperando poder ver a aquella que se hacía llamar Medusa pero el imbécil del dueño no sabía su verdadero nombre y tras el numerito que había montado había dejado el trabajo. ¿Se habría ido también de la ciudad? Si así era, sería difícil encontrarla. Miles de milenios vivo y hacía tiempo que no encontraba un aura como la suya. Un aura cuyo aroma y sensación habían puesto de punta hasta el último de mis cabellos. Cuando la vi bailar el estúpido de Fred Lockwood pudo ver que me gustaba y por eso la había hecho llamar. Quise restarle importancia cuando amenazó con matarla pero por un fugaz segundo pensé que tal vez, tal vez, tardaría otros miles de años en encontrar una chica cuya cercanía pudiera despertar aquello dentro de mí. Aquella vivacidad que creía muerta en lo más profundo de mi alma. Aquella extraña sensación que hacía que un dios valorara un solo segundo de una eternidad infinita. No necesitaba dormir, aunque resultaba placentero hacerlo, y a pesar de ello la noche que la conocí fue su esencia la que me permitió descansar. Al despertar la mañana siguiente, esa paz me había abandonado. Estaba acostumbrado a la vida inmortal pero aquel vacío que dejó me hizo insoportable la semana entera. Era por eso que debía encontrarla, si lo hacía, su simple compañía podría llenar aquel vacío que tenía la inmortalidad, aquella nada aburrida que acababa devorando mi existencia. Si no podía encontrarla a ella al menos debía encontrar a alguien que pudiera sustituirla. Aunque fueran unos simples segundos.

HADES [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora