Capítulo 5:

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Traté de escabullirme pero el hombre había apretado con más fuerza mi brazo y no me soltó.
- Por favor, ya ha causado bastantes problemas. Le agradecería que hiciera esto más sencillo para todos.
El hombre era bastante alto, vestido con un traje negro, con el pelo rubio bien peinado y unos músculos firmes bajo el traje.
- ¿Sería tan amable de acompañarme?
No esperó a que respondiera y se acercó al sofá donde había despertado. El guardia a mi espalda me obligó a andar detrás suyo con un empujón.
- Si es tan amable, ¿podría cambiarse? - dijo entregándome una percha cubierta con una funda beige.
- ¿Por qué? - pregunté molesta.
- Para que el señor Hades pueda recibirla.
- ¿Para qué?
- Para determinar si le gusta o no.
- ¿Por qué?
No parecía molesto por todas mis preguntas ni por mi actitud.
- Porque así podremos determinar si es una compañía apta o no.
- ¿Y que pasará si soy apta?
- Firmará un contrato y comenzará a trabajar para el señor Hades.
¿Trabajar? ¿Compañía? No comprendía muy bien a que se refería pero las ideas que rondaban mi me te no sonaban para nada bien.
- ¿Y si no quiero?
- El señor Hades decidirá que hacer con usted.
Su tono me dejó muy claro que aquello podía no terminar bien para mí.
- ¿Y si no soy apta?
- De nuevo, su destino será decidido por el señor Hades.
- ¿Y si no quiero cambiarme?
- Imagino que prefiere hacerlo usted sola pero si insiste puedo pedirle a estos amables caballeros que la vistan - dijo señalando a los dos guardias que había junto al ascensor.
Me tendió la funda y la cogí a regañadientes.
- Ya sabe donde está el baño. Por desgracia no podrá cerrar la puerta pero la esperaré aquí.
Fui al baño donde encontré la puerta arrancada. Miré al fondo del pasillo donde un guardia esperaba de espaldas. Al menos me daban toda la privacidad de la que eran capaces. Me fui al fondo del baño, lo más lejos posible de ellos y de sus vistas. Abrí la funda y me encontré un bonito vestido color rosa palo. Era de tirantes y tenía un pequeño volante en la parte superior. La falda estaba abierta en un lateral y el borde de abajo también estaba decorado por otro ligero volante. Era bastante simple y elegante. Me lo puse y volví a la sala de estar. Me señaló dos cajas sobre la mesa de cristal. En la primera había una cadenita dorada con una pequeña flor rosa, unas pulseras finas también doradas y unos pequeños pendientes. En la otra había unas sandalias de tacón grueso del mismo color que el vestido y que se ataban al tobillo.

 En la otra había unas sandalias de tacón grueso del mismo color que el vestido y que se ataban al tobillo

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Tras ponerme todo aquello, volví a la sala de estar. El hombre rubio se puso en pie y se acercó a las dos puertas de madera. Las abrió y me indicó que le siguiera. Era un enorme comedor con una larga mesa de madera negra.
- Por favor, espere aquí - me dijo antes de cerrar las puertas.
Ninguno de los guardias se quedó vigilándome por lo que deduje que no había ninguna salida por la que pudiera huir. Eso no me impidió abrir las puertas de madera idénticas en el otro extremo del comedor. Al otro lado me encontré un enorme salón. Había un piano de cola negro, una mesa de billar, una barra de madera, estanterías llenas de alcohol y varios sofás en torno a una enorme pantalla con varios altavoces al lado. La sala era enorme. Cerré las puertas y volví hacia la sala principal. Al abrir las puertas el hombre rubio no se dignó a mirarme.
- ¿Desea algo, señorita Sander? - me preguntó mientras bebía algo en la isla de la cocina.
- ¿Se supone que tengo que quedarme aquí mirando a la nada?
- El señor Hades volverá enseguida.
Aquello casi pareció una invocación puesto que las puertas del ascensor se abrieron. El ambiente se volvió frío de golpe y por puro instinto me escondí tras la puerta.
- ¿Qué demonios estáis haciendo aquí? - preguntó la que reconocí como la voz de Hades.
- Señor, he traído... - comenzó a decir el rubio.
- No quiero nada más de tí. Fuera de aquí.
Casi noté como si una ola de energía me empujara lejos de allí. El hombre rubio vino a por mi y me llevó al ascensor. En aquel corto trayecto no vi a Hades pero no debía estar lejos puesto que seguía notando aquella presencia.
- Bajadla a una habitación. Yo me encargo de esto - dijo antes de que se cerraran las puertas.
Bajamos varios pisos y me dejaron encerrada en una habitación. Las ventanas estaban cerradas, además de que tampoco podría hacer mucho a esa altura. Me quitaron los dos teléfonos que había en la habitación y me dejaron allí sola. Abrí la puerta y comprobé que no estaba cerrada pero los dos guardias estaban ahí de pie impidiéndome salir. Ni siquiera se giraron para mirarme. Cerré de nuevo y miré la habitación. Era enorme. Había una zona con una enorme cama con una mesita de noche a cada lado. Al lado había una zona con varios sillones y un televisor, y junto a una de las paredes, una mesa de estudio vacía. Había una puerta de cristal que daba a un balcón cerrado en el que había varias sillas de paja con cojines y una mesita de cristal. El baño no era tan grande como el otro que había visto pero tenía tanto una bañera yacuzi como una larga ducha con montones de chorros. Encontré un despertador en una mesilla de noche y me di cuenta en ese momento de la hora. Eran las dos de la tarde. No había ido a trabajar y lo que era aún peor, en unas horas debía recoger a Percy del cole. Volví a abrir la puerta.
- Quiero hablar con el que está al mando - exigí.
- El señor Styles está muy ocupado - contestó uno.
- Me da igual. Quiero hablar con él.
- Se lo comunicaremos y vendrá cuando pueda - contestó el otro.
- Quiero hablar con él ahora.
- No será posible.
- Pues hacedlo posible.
- Vendrá cuando pueda.
Traté de salir de la habitación pero me detuvieron enseguida. Me negué a andar pero eran bastante más fuertes que yo y me devolvieron a la habitación como si nada.
- Bien, pues me quedaré aquí hasta que pase alguien y gritaré por ayuda - amenacé.
- Tendremos que cerrar la puerta entonces.
- Puedo aporrearla y gritar desde dentro.
- ¿Quiere que la atemos y amordacemos?
- Puedo armar un escándalo igualmente. Creedme soy muy creativa.
- Haga lo que quiera señorita.
- Está bien, haremos esto por las malas - dije antes de darme la vuelta.
En la habitación encendí la tele y subí el volumen al máximo. Fui al baño y abrí todos los grifos. En cuanto lo oyeron, uno de los guardias entró pero a cada destrozo mío que arreglaba yo había provocado otros 3.
- ¡Basta ya! Llamaré al señor Styles - dijo después de varios minutos.
- Gracias - contesté sentándome tranquilamente en un sillón -. Tienes 5 minutos - le informé mientras abría una revista y fingía leerla.
En cuanto oí como la puerta se cerraba la dejé de nuevo en su sitio y miré el reloj para calcular el tiempo. Tardó a penas dos minutos en venir.
- Estamos siendo muy generosos con su estancia aquí. Si no va a comportarse, tengo sitios menos cómodos donde encerrarla.
- No podéis seguir reteniéndome.
- Está usted muy equivocada. Podemos y lo haremos el tiempo que haga falta.
- Tengo un trabajo. Si no voy se preguntaran por qué. Tengo amigos que si no saben de mí se preocuparan.
- Ya hemos solucionado eso.
- Tengo que recoger a mi hermano a la salida del cole.
- Podemos enviar a alguien para eso.
- No se irá con un desconocido.
- Diremos que va de su parte.
- Es un chico listo. Sabe que aunque digan que me conocen no debe marcharse con nadie que no conozca.
- También podemos solucionar eso.
- ¿Y de qué serviría?
- Si mis conocidos notan mi ausencia y no saben de mí llamarán a la policía.
- ¿Y cree que eso servirá de algo?
El tono con que lo dijo hizo que me replanteara mi respuesta. Sabía como funcionaban esas cosas. Lo había visto a menudo con el señor Lightwood. Esta gente se saltaba las normas y no había consecuencias. Por no hablar de que estaban al servicio del que era posiblemente el hombre más poderoso de la ciudad, el hombre que había matado a Fred Lightwood.
- ¿Cuándo podré irme?
- Cuando el señor Hades lo diga.
- ¿Y cuándo le veré a él?
- En la cena. Ya lo he acordado con él. Mientras tanto disfrute de su habitación. Si necesita algo pidaseló a uno de sus guardas.
Le vi marcharse pero no le detuve. Ya no había nada más que pudiera hacer salvo esperar a la cena y rezar porque me dejaran marchar a casa después.

HADES [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora