HELENA POV:
Terminaba de sacarme los billetes del sujetador cuando el señor D, nuestro jefe, entró al vestuario.
- Medusa. A la sala privada VIP - me ordenó.
Me quité el sujetador rápidamente y me embutí en el vestido con la serpiente dorada en la espalda. Era exageradamente corto y el escote tampoco dejaba mucho a la imaginación.Cambié los tacones por los que iban a juego. También negros y con una serpiente dorada alrededor del tobillo.
Para terminar el congunto me revolví el pelo lleno de purpurina y me coloqué una diadema que simulaba una serpiente. No por nada mi nombre artístico era Medusa.
Me dirigía a la sala privada al fondo del pasillo con las enormes puertas rojas cuando el señor D me agarró fuerte del brazo.
- Es un cliente muy especial. No suele salir de su club. Haz que esté contento.
- Sí, señor.
Entré a la sala custodiada por dos seguratas y dentro me encontré a varios hombres sentados en los sillones rojos de terciopelo. Algunos estaban acompañados por varias de mis compañeras: Celeste, Aurora y Scarlett. Un hombre elegante se levantó nada más verme y se acercó a mí con una enorme sonrisa. Sabía quien era. Fred Lockwood, el actual heredero del clan más poderoso de la mafia. No era extraño que de vez en cuando viniera por aquí.
- Señor Lockwood, es un placer volver a tenerle por aquí - le saludé acercándome a él.
Dejé que rodeara mi cintura con su brazo. Miré alrededor y reconocí a varios de sus hombres pero había un joven que no había visto antes. Aunque enseguida supe quien era y que era a él a quien se refería el señor D. Hades. Dueño de El Inframundo, uno de los más famosos clubs de los Angeles. Contaba con varios pisos destinados a hotel y clientes pero otros varios eran parte de una inmensa discoteca.
- Hades, deja que te presente a Medusa. Es una de mis chicas favoritas - dijo acercándome a él.
- ¿Una de tus favoritas? - dije con fingida molestia.
Hades me miró de arriba a abajo aunque yo también me permití analizarle detenidamente. Tenía el cabello oscuro algo largo y peinado ligeramente hacia atrás. Sus labios estaban adornados en una media sonrisa y su postura denotaba mucha confianza en sí mismo. Llevaba un elegante traje aunque tenía la chaqueta desabrochada y la camisa azul oscura, probablemente de seda, iba por el mismo camino. Lo que más llamó mi atención fue el extraño color de sus ojos. Podía tratarse de un efecto de la luz pero parecían dos oscuros zafiros azules que casi igualaban el color de la camisa.
- Querida, ofrécele algo de beber a nuestro invitado - me pidió entregándome una copa y una botella de champán.
Caminé hacia él y me senté suavemente sobre su regazo. Serví una copa y dejé la botella sobre la mesa antes de ofrecérsela a Hades.
- Sin duda su actuación es capaz de convertir en piedra a cualquier hombre - comentó cogiendo la copa de mis manos.
- Me siento halagada. No todos los días soy adulada por el señor del Inframundo.
- Hasta donde yo tengo entendido, Medusa solo era un monstruo al que alguien mató - intervino Aurora.
No le caía muy bien y que yo estuviera con el cliente más importante de la sala no le gustaba lo más mínimo.
- No siempre lo fue pero la belleza es un arma poderosa - dije poniéndome en pie.
Di una vuelta alrededor de Hades y me coloqué a sus espalda.
- Tan bella era que el dios Poseidón entró al templo de Atenea deseando poseerla - dije apoyando mis manos en sus hombros y bajando por sus brazos a medida que hablaba -. Sin embargo Atenea castigó a Medusa y la desterró.
Me incliné sobre su oído y susurré las últimas palabras.
- Es lo que tiene poseer el poder de un dios.
Desde luego la intención de Aurora había sido dejarme mal pero mi cliente, del que tanta envidia tenía, parecía más que satisfecho.
- Veo que sabes algo acerca de la mitología griega. Y dime, ¿qué sabes de Hades?
Volví a girar entorno a él moviendo las caderas antes de sentarme a su lado y pasar mis piernas desnudas por encima de su regazo.
- Mmm... Hades. Uno de los pocos personajes masculinos que no era un capullo integral.
Aquello le hizo sonreír y dejo escapar una ligera risa.
- Puede que tuviera un par de amantes pero a diferencia de los demás ese número es insignificante. Tampoco andaba por ahí dejando semidioses descerebrados con ganas de matar alguna criatura. Y a que chica no le gusta un amante de los perros.
- ¿Y cual es tu deidad favorito? - me preguntó tendiéndome la copa para que le sirviera más champán.
- Hécate. Diosa de los brujos y hechiceros, de los caminos y encrucijadas. Seguro que estás familiarizado con ella.
Hécate se encargaba de elegir los castigos y destinos de aquellos que iban a parar al mundo de los muertos y se decía que tenía una relación cercana con Perséfone, la esposa de Hades.
- Ciertamente - susurró deslizando su dedos por mi pierna.
- Odio interrumpir pero hemos venido aquí por negocios - dijo Fred Lockwood.
- Cierto - contestó Hades sin apartar su mirada de mis ojos.
Aquella intensidad, aquel brillo a pesar del tono oscuro, hicieron que una electricidad me recorriera todo el cuerpo.
- Celeste, Scarlett. Id a por más bebidas - ordenó el señor Lockwood.
Ambas abandonaron la sala con movimientos de lo más seductores.
- Medusa, cielo. Ven aquí - me ordenó.
Obedecí. Era él quien pagaba y por tanto era él a quien me debía. Me coloqué junto a él que le tendió unas hojas de papel a Hades.
- Fírmalo. Entrégame una pequeña parte de tu negocio y yo te abriré las puertas de la familia. Podrás disfrutar de esta señorita toda la noche - dijo señalándome.
- Sigue habiendo un problema. ¿Por qué lo haría? - contestó él con una sonrisa socarrona.
El señor Lockwood se rió como si aquello fuera lo más divertido que había escuchado nunca. Sus hombres también se rieron.
- Si no eres parte de la familia no podemos dejar que sigas teniendo poder sobre esta ciudad. Si no puedes ser nuestro amigo, serás nuestro enemigo.
Esta vez fue Hades quien rió, sin embargo, su risa fue fría y escalofriante.
- Sois el menor de mis problemas - contestó terminando su copa.
Los hombres del señor Lockwood sacaron las armas y le apuntaron.
- Aurora, ¿no es así? Sírveme una copa - ordenó con un tono grave.
Aurora comenzó a acercarse.
- No lo hagas - le ordenó el señor Lockwood.
Miré confusa como seguía acercándose hacia la mesa y cogía la botella para servirle. ¿Qué demonios estaba haciendo? Antes de que me diera cuenta, el señor Lockwood dio la orden y Aurora cayó al suelo salpicando sangre. Un grito salió de mis labios pero quedó retenido en mis manos que me cubrían la nariz y la boca con horror. Algo de sangre había salpicado a Hades pero no pareció que le importara.
- ¿También ordenarías que dispararan a tu chica favorita? - dijo mirándome a mí.
El corazón me latía de forma acelerada por el miedo y aquella mirada me encogió el estómago.
- Medusa. Sírveme tú la copa.
De forma inexplicable mi cuerpo quiso moverse hacia él y aunque di un paso en su dirección fui capaz de detenerme.
- Parece que ella sabe donde debe quedarse - se mofó el señor Lockwood.
- ¿Es así? - dijo sin apartar la vista de mí.
De nuevo aquel impulso de acercarme a él me hizo dar un paso. ¿Qué estaba sucediendo? Noté como el señor Lockwood me agarraba del brazo y tiraba de mí pegando mi espalda a su pecho. Fue entonces cuando noté el frío metálico de un arma en mi sien.
- Si tanto te gusta deberás firmar el contrato para tenerla. Podrás hacer lo que quieras con ella. Como si decides violarla igual que en la historia original. Pero deberás firmar el contrato antes.
- Es tu chica. ¿Por qué me importaría?
- Una pena.
Oí como su dedo se deslizaba por el gatillo y mi mirada se encontró una última vez con la de Hades. Le miré suplicante aunque no tenía sentido suplicar por mi vida. No había nadie que pudiera frenar esa bala. Oí el disparo pero mi mirada seguía fija en la suya. Esperé pero la bala no llegó. Hades caminó hacia mí y me ofreció su mano. Miré hacia atrás y vi la escena congelada. El tiempo parecía haberse detenido. Cogí la mano de Hades sin comprender del todo que sucedía. Entonces la bala siguió su trayectoria atravesando la pared. Noté la ira recorrer mi cuerpo. Esa bala iba directa a mi cabeza por un simple capricho suyo. Había obedecido y aún así había intentado matarme.
- ¿Cómo..? - preguntó confuso mirándome frente a él y no muerta a sus pies.
Cerré el puño con fuerza y le golpeé en la mandíbula. El golpe le pilló desprevenido pero tampoco pareció afectarle mucho. Oí a Hades reírse a mi espalda.
- Eres una caja de sorpresas - comentó acercándose a mí.
No entendí porqué me empujaba y me abrazaba hasta que escuché los disparos. Me había protegido con su cuerpo pero, ¿por qué? Se apartó de mí y me lanzó una media sonrisa ladeada. Cuando me dio la espalda para mirarles, vi los agujeros en la camisa pero ni rastro de sangre o heridas. Con movimientos rápidos y precisos partió el cuello a todos los secuaces del señor Lockwood.
- Tal vez debieron advertirte de que no se hacen tratos con el diablo. Espero que disfrutéis de mi reino - dijo ante la aterrorizada mirada del señor Lockwood.
Con un golpe de su mano en el cuello, la cabeza salio volando como si la hubieran cortado. Noté el grito abandonar mis pulmones y rasgar mi garganta.
- Lamento el desastre. Dile a tu jefe que me mande una factura con los daños y la limpieza - me dijo mientras abandonaba la sala.
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HADES [PAUSADA]
Genç KurguHelena, una joven amable y responsable que se cruza en desagradables circunstancias con el dueño del club más exitoso de Los Ángeles: Hades. Aunque Helena desearía que sus caminos no volvieran a coincidir, Hades solo desea coñver a verla. ¿Qué tiene...