Capítulo 4:

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HELENA POV:

Dejé a Percy en el colegio como todos los días pero en vez de coger el bus decidí caminar. Hacía buen tiempo y no me venía mal tomar el aire. En un callejón cercano al colegio me encontré con varios niños riéndose y me fijé en que uno de ellos golpeaba con un palo el interior de un cubo de basura. Fue entonces cuando oí al gato llorar. Entré al callejón sin pensarlo dos veces.
- Eh, vosotros. Fuera de ahí ahora mismo - grité con autoridad.
Los tres niños me miraron asustados.
- Id ahora mismo al colegio o yo misma me encargaré de decirle a la directora que llame a vuestros padres - amenacé reconociendo el uniforme del cole de mi hermano.
Los tres salieron corriendo y esperé unos segundos hasta que con el silencio, el gato escapó asustado del cubo de basura. No parecía herido puesto que con un par de saltos huyó del callejóna a toda prisa. Levanté el cubo de basura en el que había estado y lo coloqué junto a los otros. No había oído nada y sin embargo, noté que alguien estaba destrás mío. Me giré o más bien traté de girarme pero algo tapo mi boca. Era suave pero tenía un fuerte olor. Traté de luchar pero quien estaba a mi espalda era mucho más fuerte que yo. Estaba algo mareada por la primera inspiración pero había conseguido mantener la respiración. Fingí que perdía fuerzas mientras notaba como me ardían los pulmones. Me dejé caer sobre los brazos del desconocido que apartó el trapo de mi cara. Respiré con normalidad tratando de que no se notara que había estado sin respirar. Me dejó en el suelo y le oí hablar.
- Listo. Trae el coche - ordenó.
Me levanté todo lo rápido que fui capaz y corrí hasta la callé. Mis pasos fueron torpes y al tratar de girar choqué con la esquina de ladrillos. El dolor me recorrió el hombro pero debía pedir ayuda. Estaba a punto de gritar cuando el trapo volvió a cubrirme el rostro y el hombre me arrastró al interior del callejón de nuevo. Un coche negro paró frente al callejón. De nuevo traté de pelear o aguantar la respiración pero esta vez no funcionó. El fuerte olor, seguramente del cloroformo, pronto me dejó inconsciente.

*******

Desperté de golpé y me incorporé para ver donde me encontraba. No sabía que esperar pero desde luego no era una elegante sala de estar con paredes negras y blancas. Estaba sobre un suave sofá y frente a mi había una mesa de cristal sobre una enorme alfombra de pelo. Encima de la mesita había una increíble escultura de un caballo negro. Miré a mi alrededor y vi una enorme pared de cristal que daba a un balcón. Fuera se veía la ciudad y supe inmediatamente que estaba en un edificio de gran altura. También había una pared con una chimenea moderna que se encontraba apagada. A mi espalda había una enorme isla tras la cual esperaba una cocina impoluta. Un guardia de seguridad me observaba en silencio desde una puerta plateada con una decoración ligera. Parecía un ascensor. Me puse en pie y comprobé que me seguía con la mirada en silencio.
- ¿Dónde estoy? - pregunté.
No hubo respuesta.
- ¿Hay algún baño?
Señaló unas escaleritas junto a la chimenea y probé a inspeccionar. Las escaleritas daban a una enorma habitación por lo que deduje que el baño estaría más bien siguiendo el pasillo que había entre el cuarto y la cocina. Caminé en silencio hasta la puerta y me asomé al interior. Había un baño más grande que todo mi piso entero. Cerré la puerta y eché el pestillo. Me miré al espejo y me lavé la cara con agua. ¿Dónde demonios estaba? Es más. ¿Por qué me habían traído aquí? ¿Por qué a mí? ¿Por qué de esa forma? No había ventanas en el baño por lo que debía salir de allí y seguir investigando antes de que alguien más que ese guardia viniera a por mí. ¿Y si eran de la familia Lockwood? ¿Y si buscaban venganza? El señor D podría haberme delatado, al fin y al cabo, solo yo había salido con vida. Yo y... Hades. Salí del baño pero antes de cerrar la puerta eché el pestillo. No sabía si serviría de algo pero tal vez ganara algo de tiempo. Me asomé de nuevo a la sala de estar. Tenía las escaleritas que daban al cuarto pero dudaba que hubiera una salida por ahí. En el otro lado estaban la puerta del ascensor, el balcón y dos enormes puertas de madera. Me puse de rodillas y me acercqué a la isla de la cocina sin que el guardia me viera. Tenía forma de L por lo que me escondí en la esquina justo en el momento en que las puertas del ascensor se abrían con un ding.
- ¿Dónde está? - preguntó una voz grave.
- En el baño - contestó el guardia.
Oí los pasos y sin hacer ruido traté de buscar algo que me sirviera para defenderme. El guardia seguía frente a la puerta del ascensor y algo me decía que esa era la única salida.
- Señorita Sander, ¿podría salir? - oí que preguntaba el que había ido al baño a buscarme.
Había tenido suerte ya que no me había visto al entrar al pasillo pero si volvía sería capaz de verme. Llamó a la puerta del baño de nuevo.
- Señorita Sander, no pretendo hacerla daño. Si fuera usted tan amable de salir me gusaría que habláramos.
De nuevo silencio. Fue entonces cuando oí el estruendo de la madera al crujir. Había tirado la puerta abajo.
- ¡Jacob! - oí que gritaba.
El guardia dejó la puerta del ascensor para ir al baño y yo aproveché para salir de mi escondite. Llegué hasta la puerta y pulsé de manera apresurada el botón. Las puertas tardaron unos segundos en abrirse pero avisaron con otro sonoro ding. Entré a toda prisa y pulsé el botón 0 con fuerza . El guardia y el otro hombre asomaron entonces y me apresuré a apretar el botón de cerrar puertas. Por suerte no consiguieron llegar hasta mí. Cuando salí del ascensor me encontré en un pasillo y corrí hasta lo que parecía una entrada. Estaba en la elegante recepción de un hotel. Dos guardias me miraron y se acercaron a mí. Intenté volver por donde había venido pero no sirvió de mucho ya que noté como alguien me agarraba con fuerza y me levantaba del suelo. Grité y pataleé pero aquellos que me prestaron atención no le dieron importancia. Todos vestían elegantemente y parecían tener cosas más importantes que hacer, mientras que yo vestía el uniforme de una cafetería cutre.
Me llevaron al ascensor y uno de los guardias me llevó de nuevo al apartamento del que había huido. Al menos ya sabía donde estaba y quien me había hecho venir. Estaba en El Inframundo, el club de moda del que Hades era dueño. Me revolví las manos con nerviosismo. ¿Qué quería de mí? Me había salvado la vida pero podía arrepentirse de ello. Habían pasado cosas muy raras en el club y aunque no las entendía y aún no sabía si creer que eran reales, podía haber visto más de lo que él quería que supiese nadie. Al abrirse las puertas me encontré con el hombre que me había estado observando en el parque la tarde anterior. El hombre que había echado abajo la puerta del baño.
- Señorita Sander. Me alegra verla de nuevo.

HADES [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora