Su mirada era misteriosa, era tan misteriosa como provocativa. Por momentos hubo silencio entre los dos y sólo se escuchaban los cubiertos chocar en los platos. No podía dejar de mirarlo y creer que estaba soñandolo. Era fan guapo, hermoso y varonil que me parecía inconcebible que se hubiera fijado en alguien como yo.
— ¿Te gusta el ajedrez?
Asentí con la cabeza
— Si, aunque hace un tiempo no juego. No tengo con quien.
— Bien, pues te propongo algo.
Levanté la mirada y dejando los cubiertos por un segundo le presté atención.
— ¿Qué cosa?
— Una partida después del desayuno. Si tú ganas, podrás pedirme lo que desees. Si yo gano, me dejarás hacer lo que deseo.
— ¿Qué es lo que deseas?
Encogió sus hombros divertido
— Lo sabrás si gano.
Me negaría pero de pronto me detuve a pensar. No podía quedarme con la duda. Ya que estaba en aquella casa con él, ya que me había jugado la vida al estar con él, sería estupido negarme. Asentí con la cabeza sin saber muy bien si era lo correcto.
— Vale, acepto.
— Te advierto que soy invencible en el ajedrez
Reí relajada por primera vez en toda una vida.
— Quizá te destronen hoy
Tomando un sorbo al zumo de naranja curioso por abundar en mi, en saber porque era lo que era en el presente preguntó porque me había casado con Ryan. Mi sonrisa se borró y me torne pensativa. Después de pensar la respuesta contesté algo pensativa.
— Pues..., no sé ni cómo ocurrió. Solo sé que termine casada con él. Un día mi padre me lo presentó y al otro me dijo que me tenía que casar. Él es algo mayor que yo y pues no quería pero no tenía opción. En mi vida las opciones no son opción.
— ¿Y porque no simplemente te divorcias? No entiendo tu masoquismo Alicia.
El apetito se me había ido por completo. Deje los cubiertos sobre el plato y sin poder mirarlo a los ojos suspiré. Debía responder no tanto por él, sino por mi. Necesitaba contestarme a mi misma porqué soportaba tanto.
— De él depende mi familia, tiene la empresa familiar prácticamente en sus manos. Además de que no es tan fácil como pedirle el divorcio y ya. Una vez lo hice y me dio una paliza que estuve una semana en cama. No he vuelto a pensar en eso, no es una opción para mi el divorcio. Desde que nos casamos, supe que yo era solo un objeto más para él. Tuvo sexo conmigo una vez y bastó esa vez para que quedara embarazada. Poco tiempo después de nacer mi bebé murió.
— ¿Por qué murió?
— No quisiera hablar de eso. Aunque ha pasado tiempo, aún me duele. Más de lo que imaginas.
Buscando cambiar el tema pregunté si tenía familia y aunque un poco evasivo al tema, tenía familia en Italia pero que apenas veía según el. Comencé a sentir que en ciertas cosas era hermético hacia mi. Y tocar el tema de su esposa era motivo de cambiarle el humor por completo. Tenía fotografías de ella en varios lugares de la casa y era algo que aunque me entristecía, admiraba de él. Después de desayunar me llevó a la biblioteca donde tenía un hermoso tablero de ajedrez en vidrio. Nos sentamos frente al tablero y no se porque razón estaba tan nerviosa. Era solo un juego pero para mi era la puerta a un sin fin de misterio. Comenzamos a jugar y a medida que avanzaba el juego me sentía más y más nerviosa, eso sin contar que iba perdiendo por una gran ventaja de su parte.
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La teoría del silencio
RomanceLlevar una vida modelo, idónea y envidiable ante la sociedad era la parte fácil de la tarea. Tener un esposo y una familia prácticamente perfecta, un apellido e imagen la cual cuidar era lo primordial. Lo difícil era llevar dos vidas totalmente dist...