Miraba el reloj con una indecisión horrible. Faltaba media hora para las ocho de la noche. Tenía una maleta en frente y los miedos saludando desde la ventana. En ese momento una llamada de Sandra entró al móvil y desesperada por una opinión contesté.— Alicia, ¿aún lo sigues pensando?
— ¿De qué hablas?
— Del viaje que Alessandro te propuso.
Me quede petrificada. No le había dicho absolutamente nada del viaje y me hablaba del tema como si conociera todos los detalles. Seguramente Aitana le había comentado algo.
— Seguramente Aitana te dijo algo.
— Con esa mocosa malcriada nada que ver ¿vale? No he hablado con ella. Consulté mis cartas. Tienes que ir a ese viaje.
— Estás loca. Entiendo que te entretengas con tus cartas y todo eso místico pero tampoco es que te lo tomes tan enserio.
Mosqueada argumentó
— El que tú no creas en esto no significa que no sea cierto. Alicia si no vas a ese viaje puedes arrepentirte.
Tumbandome en la cama chasqueé la lengua escéptica.
— Ya me estoy arrepintiendo de haberte contestado.
— En ese viaje vas a descubrir alguien que no conoces en ti misma. Pero también debes tener cuidado con lo que sientes y sobre todo con ese hombre.
Volví a sentarme y curiosa por lo que había dicho ceñuda pregunté algo preocupada.
— ¿Qué quieres decir?
— Los pensamientos de ese hombre..., son confusos. Hay un dolor muy grande en su corazón que lo está llevando a tomar decisiones erróneas. En su corazón hay un profundo odio, rencor como también está comenzando a surgir el amor. Sentir esos dos sentimientos al mismo tiempo es muy peligroso y más cuando el dolor y la pérdida nubla el juicio. Ten cuidado Alicia por favor.
No pude evitar carcajear sin creer que todo eso fuera cierto. Sandra a veces podía ser melodramática y esta era una de esas ocasiones.
— Sabes que creo, que has visto muchas películas. Suenas como una novela turca o algo así. Por favor nada de eso tiene sentido.
— Prométeme que te vas a cuidar.
— Si, ya, ya me cuido. Adiós.
Miré la maleta y en ese momento un aire de rebeldía entró a mi cuerpo. Comencé a hacer la maleta a toda prisa rogando que me diera tiempo de llegar a la dirección que estaba en la nota que Alessandro me había dado. Nunca había actuado por impulsos, vivir una vida como la mía requería de pensar las cosas un par de veces. Pero quería vivir, deseaba conocer el mundo fuera de estas cuatro paredes, anhelaba sentir aunque fuera por cuatro días lo que era ser libre. Mi vida era un círculo vicioso donde siempre terminaba donde había iniciado. Al terminar la maleta aún algo indecisa fui hasta la habitación de Aitana y al verme con la maleta sonrió sintiéndose algo victoriosa.
— Entonces si te vas.
— Si..., bueno no. Aún no se. No quiero dejarte sola con Ryan aquí. El..., es capaz de lastimarte.
— Ya lo ha hecho, no te preocupes por eso.
— ¿Que?
— Me refiero a todo esto..., es decir la situación y eso. Anda vete y deja de darle tanto drama. Son sólo cuatro días. Ve y folla mínimo cuatro veces por día sin sentir pena.
Abrí los ojos quedándome escandalizada con la forma tan fresca y despreocupada de hablar.
— ¡Aitana por Dios!
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La teoría del silencio
RomanceLlevar una vida modelo, idónea y envidiable ante la sociedad era la parte fácil de la tarea. Tener un esposo y una familia prácticamente perfecta, un apellido e imagen la cual cuidar era lo primordial. Lo difícil era llevar dos vidas totalmente dist...