Días despuésAl día siguiente eran las elecciones y no solo eran unas simples elecciones, era el día en que mi vida cambiaría totalmente. Tenía el alma pendiendo de un hilo y la razón merodeando el corazón buscando alguna falla por donde atacarlo. Aguantar los golpes de la semana no había sido fácil. Cada golpe que me daba Ryan dolía menos al pensar en en unos días todo acabaría. Me sentía feliz y sus humillaciones ni sus golpes lograron surtir efecto en mi. Era un efecto agridulce lo que estaba sintiendo en aquel momento. Dejaría la casa en la que había vivido por diez años. Lo único que me costaba era dejar mi trabajo y lo que me gustaba hacer, al menos por un tiempo en lo que pudiera volver nuevamente a España aunque a veces veía esa posibilidad cada vez más lejos. Durante toda la mañana me dediqué a retocar detalles al plano de la casa de Alessandro. Ese mismo día se lo quería dar como sorpresa y la emoción ya no sabía dónde meterla. Tenía miedo y mucho. Tenía miedo de estar equivocándome, de estar dejando todo por nada y la verdad si eso pasaba sería mi fin por completo. Sandra entró de imprevisto a la oficina y su rostro me espantó un poco.
— Casi me matas de un infarto. ¿Por que entras así?
Dándome una bolsa de papel color café respondió con la voz nerviosa.
— Tuve un sueño
— Tu y tus sueños, a ver qué soñaste.
— La respuesta está en esa bolsa.
Saqué de la bolsa una cajita con una prueba de embarazo casera. Me quede con el ojo cuadrado. Creo que mi amiga estaba cada vez más mal de la azotea. Le devolví esa prueba de embarazo y riendo negué con la cabeza.
— Devuelve eso. No seas payasa. No estoy embarazada.
— Salgamos de dudas. Háztela, estoy segura que si lo estás.
Poniendo los ojos en blanco seguí con el plano chasqueando la lengua.
— Sandra, en serio ya deja eso. Sabes que ese tema aún me duele. No estoy embarazada y se acabó el tema.
Ella seguía insistiendo con el mismo tema y no había poder humano de bajarla de esa jodida idea. No tenía idea del mal que me hacía hablar sobre embarazos y más cuando jamás tendría la dicha de volverlo a experimentar. Apreté fuertemente los dientes y sintiendo un profundo vacío dentro de mi ser respondí.
— Llévate eso de aquí. No quiero verlo, ya pase esa etapa y no pienso removerla. No me empañes la felicidad que siento en estos momentos por favor.
— Cuándo fue la última vez que tuviste la regla
— ¿Vas a seguir?
— Responde
Me quedé callada porque la verdad, no sabía ni cómo responderle y mucho menos como justificarlo.
— Tengo un retraso de casi mes. Pero eso no quiere decir nada. Soy irregular. Me pasa seguido Sandra.
Asintió con la cabeza y agarró su bolso con el ceño fruncido.
— Vale, no te la hagas pero el que no enfrentes esa prueba no significa que no esté pasado. Estás embarazada o lo estarás pronto Alicia.
— Eso es imposible. Ya no tengo edad para tener hijos, además..., simplemente no es posible.
Chasqueó la lengua reprobando mi comentario.
— Disculpe usted fósil prehistórico. No seas ridícula tienes treinta y cuatro, aún puedes ser mamá.
— Ya soy mamá, no necesito serlo nuevamente.
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La teoría del silencio
RomanceLlevar una vida modelo, idónea y envidiable ante la sociedad era la parte fácil de la tarea. Tener un esposo y una familia prácticamente perfecta, un apellido e imagen la cual cuidar era lo primordial. Lo difícil era llevar dos vidas totalmente dist...