Epílogo

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Vicious

Dos meses después

—Esto es estúpido —dije, con las manos metidas en los bolsillos, todavía apoyado contra la pared de la sala de partos. Odiaba Chicago. También odiaba Nueva York. Ahora que lo pensaba, odiaba casi todos los sitios excepto Los Ángeles y el sexo de mi prometida. Por fortuna para mí, vivía en esos dos lugares.

—Puede llevar hasta dos días. —Jaime resopló y se frotó los ojos mientras caminaba arriba y abajo—. Melody estuvo de parto durante dieciocho horas para dar a luz a Daria.

—Caray.

Emily levantó la mirada del cuaderno en el que dibujaba y contempló el diminuto cuerpo de Melody.

Mi antigua profesora de Literatura, convertida ahora en esposa de mi mejor amigo, estaba sentada junto a nosotros, leyendo en su Kindle. Dejó de leer al oír que hablábamos de ella y sonrió con satisfacción.

—Oh, sí. Y, aun así, tuvieron que inducirlo. Fue muy divertido.

—No voy a tener niños nunca —dijo Emily, que negó con la cabeza y se quedó boquiabierta.

Llevaba unos tejanos azul claro, un top verde y flores en su cabello rosa.

Yo arqueé una ceja y extendí el labio inferior.

—Gracias por informarme. La próxima vez que tengas una noticia así, ve a anunciarla en televisión.

No obstante, lo cierto era que no me importaba. Lo último que quería era compartir a la que pronto sería mi esposa con nadie. Y los niños podían ser muy exigentes. Teníamos que recuperar el tiempo perdido después de habernos comportado como idiotas durante diez años. Quizá dentro de tres, cuatro o seis años. Pero ¿en el futuro inmediato? Ni de puta broma.

Ella me sonrió ladina.

—Ya lo hemos hablado. Tú odias a los niños.

—Odiar es un verbo muy fuerte. No me gustan —dije, encogiéndome de hombros—. Y, joder, no puedo creer que Trent vaya a ser padre.


Apenas lo dije, un doctor vestido con una bata verde —¿o quizá azul?— pasó junto a nosotros por el pasillo y me reprendió con la mirada. Supongo que tenía que ir con más cuidado al decir joder cada dos segundos en este lugar.

—Es ridículo —confirmó Jaime.

Oímos pasos y Dean apareció por el pasillo, corriendo en nuestra dirección, de la mano con una joven que yo no conocía. Era imposible determinar quién era más mujeriego, si él o Trent. Aunque ahora que Trent iba a ser padre, supongo que muchas cosas cambiarían para él.

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