V

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Will sentía como si su estómago fuera a explotar en cualquier momento. Su padre le acababa de prohibir llevar a Nico a una misión, lo cual no lo llenaba exactamente de alegría, sólo porque 'es demasiado peligroso'.

"Y un..." Will se tuvo que calmar a sí mismo. Tantos sentimientos mezclados debían estar haciéndole daño.

Mientras caminaba fuera de la casa grande, los campistas ahí afuera intentaban detenerlo para interrogarlo.

"¿Dónde está Apolo?" "¿Qué te dijo?" "¿Te dio algo para mí?" "¿Cuándo vendrá?" "¿Estás en problemas?" "¿Moriremos todos?"

Will sólo los apartaba con una mano sin responder una sola pregunta.

El reluciente brillo del sol poniéndose bloqueaba la vista de Will, pero había un semidios que él podría encontrar aún siendo ciego. Nico se acercaba poco a poco hacia él, Reyna siguiéndolo desde detrás.

"Will," lo llamó Nico una vez que estuvo bastante cerca.

"Nico, ¿Dónde estabas? Te estuve buscando por todas partes."

"Comencé a sentirme mal. Tuve que ir al baño por si acaso."

"¿Mal? ¿Te sientes bien? ¿Por qué no me dijiste? ¿Sí sabes que soy doctor, cierto?"

"Calmate, Solecito," lo tranquilizó Nico. "Ya estoy bien. Sólo me sentí un poco débil por un segundo."

"¿Demasiados tacos?" le preguntó Will con una sonrisa.

"Probablemente. Tendré que decirle a Leo que deje de hacer tan seguido, por más ricos que estén."

Will le dio un dulce beso en la frente. "Bueno, Calaverita, si vuelves a sentirte así puedes hacer una consulta con el doctor más guapo del campamento."

Nico le sonrió y le golpeó el hombro de manera amistosa. "No necesito de tu ayuda por ahora. ¿Por qué no mejor me explicas qué hacía mi suegro en el campamento?"

El rostro de Will se puso rojo y rió nervioso.

"Oh, vamos," le dijo Nico. "No es la primera vez que le dijo suegro."

"Tienes razón," le respondió Will. "Te contaré lo que me dijo pero primero debo hacer una visita."

"¿Una visita a quién?" preguntó Nico confundido.

"Una visita al oráculo." Will apretó la mano de Nico y se alejó de él en dirección al lugar donde el oráculo, Rachel Elizabeth Dare, se encontraba.

Nico volteó a ver a Reyna, quien se había quedado detrás de ellos en silencio.

"¿Qué pasa?" preguntó ella.

"Nada," respondió Nico y negó con la cabeza. "Es sólo que no sé si pueda ocultárselo."

Nico comenzó a caminar en dirección al comedor. Reyna sintió la necesidad de estar con él, en parte porque ella había de alguna manera metido a Nico en todo eso, pero más que nada porque era su amigo. Uno de los primeros que tuvo, para ser exacta.

Siguió sus pasos hasta que se encontraron en el comedor del campamento. A comparación de otros días, el comedor estaba bastante desierto por culpa de la gran fiesta que seguía viva frente a la casa grande. Reyna amaba el hecho de que los griegos dedicaran tanto tiempo a divertirse y aun así pudieran derrotar una armada de monstruos juntos. La falta de disciplina era un obvio error, pero la diversión era un lujo que los romanos no se podían permitir tan seguido como ellos. Una de las pocas razones por las cuales Reyna decidió quedarse un poco más antes de volver al Campamento Júpiter.

Nico tomó un plato de lo que Reyna reconoció como pastel de chocolate y le ofreció uno a ella.

"Gracias," le dijo Reyna al tomar el plato y siguió a Nico de vuelta a la la fiesta.

Le sorprendía a Reyna ver cuanto había cambiado Nico con los años. El estar con Will le había hecho muchos favores, desde devolverle el color a su piel (cosa que lo hacía parecer más como humano y menos como un fantasma), hasta mejorar su físico, y hasta su autoestima y humor. Nico era una persona completamente diferente ahora, y de todas las formas que lo vieran, era algo bueno.

Reyna estaba segura de que Nico había encontrado al amor de su vida.

"Ahí viene," le advirtió Nico mientras frenaba el paso.

Reyna buscó con la mirada y encontró a Dante. Parecía estar bastante tranquilo, disfrutando de la fiesta desde una considerable distancia.

"¿Qué piensas hacer?" le preguntó Reyna a Nico sin quitarle la mirada de encima al hijo de Quíone.

"No lo sé," admitió Nico. "Tendré que hablar con él y convencerlo de no decir nada."

"¿Tú crees que quiera callarse?"

"Probablemente no. Pero en ese caso siempre queda la opción de que la tierra se lo trague, literalmente."

Reyna le dirigió una mirada advirtiendole que no lo hiciera.

"Es broma," le dijo Nico con una sonrisa. "Pero no una mala idea..."

Ambos caminaron en dirección al chico hasta estar junto a él.

Dante volteó hacia ellos y con una sonrisa los saludó.

"Nico, Reyna," dijo Dante con una reverencia de cabeza.

Nico decidió ir al grano. "Dante, necesitamos hablar."

"Lo sé, sí que lo necesitamos. Pero este no es el momento."

"Me parece que el momento es perfecto," le respondió Nico, "ya que ningún momento será el momento si no hablamos ahora."

Dante suspiró y asintió. "Está bien, está bien. ¿Qué exactamente necesitas aclarar? ¿Que nos acostamos? ¿O que fue culpa tuya por drogarme?"

Los ojos de Nico se ensancharon y le cubrió la boca a Dante con las manos.

"¡CALLA!"

Dante se soltó de su agarre y se alejó unos pasos. "¿Por qué? ¿Acaso no es la verdad? ¡Eres tú quien quiere hablar de ello!"

"¡Sólo quiero que nadie se entere!"

"Pues ella ya lo sabe," Dante apuntó con la cabeza a Reyna.

"Ella sí puede saber," le espetó Nico. "Nadie más."

"¿Y eso a qué se debe?" preguntó Dante. "¿Será que ella te ayudó a drogarme de alguna manera?"

El rostro de Nico se puso rojo de ira. "¡Lo único que quería saber era qué tenías que ver con Will! ¡Nunca estuvo en mis planes que pasara eso!"

"Pues ya sabemos que no te sirvió de mucho, ¿Verdad, cielito?"

"Ya me cansaste," dijo Reyna. Se acercó al chico y lo empujó hacia la pared en la que se había estado recargando, acorralándolo, furiosa y cansada de la plática que no los llevaba a ningún lugar. "Escucha, 'cielito'," le dijo tomándolo por la remera, "no dirás ni una sola palabra de lo que pasó, si es que quieres seguir viendo la luz del sol por lo que te resta de vida. ¿Entendido?"

Dante entrecerró los ojos y no le quedó de otra mas que asentir.

"Perfecto." Reyna soltó al chico y comenzó a alejarse junto a Nico.

Dante los observó mientras se alejaban con una mirada asesina y negó con la cabeza antes de irse del lugar sonriendo.

Solangelo - La Vendetta di GhaccioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora