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Después de dichos acontecimientos, lo único en lo que Will podía pensar era el dolor. Sentía una gran punzada en un lado de la cabeza, probablemente donde se había golpeado al quedar inconsciente en el tren. Al despertar, no había tenido tiempo de revisarse a sí mismo. Nico y Dante ya habían comenzado a luchar contra los cíclopes, así que Will ayudó con los mortales.

Cada músculo de su cuerpo gritaba por ayuda mientras él se levantaba del suave y pegajoso lodo en el suelo. El haber viajado en las sombras no ayudaba mucho exactamente, pero debían continuar.

Will encontró los ojos de Nico frente a él. Al levantarse, vio a Dante detrás.

"¿Están los dos bien?" les preguntó al ayudarlos a levantar.

"Yo sí," respondió Nico con un suspiro. "Nada roto."

"A mí me duele la mano, pero no creo que sea grave," contestó Dante.

"¿Me dejas ver?" se ofreció Will, pero cuando se acercó, Dante retiró el brazo.

"Estoy bien," aseguró él.

"Sólo lo revisaré," argumentó Will.

"No es necesario," repitió Dante.

"Insisto," agregó Will.

El hijo de Quíone no tuvo otra opción mas que dejar que Will lo revisara.

El doctor tomó el brazo de Dante e hizo un par de pruebas simples.

"¡Ah!" gritó Dante al doblar su muñeca en cierta posición.

"Dudo que esté quebrada," comentó Will. "Pero así no servía de mucho en batalla. Te daré un poco de ambrosia."

"Sabes que no me gusta esa cosa," replicó Dante.

"Es una orden," lo cortó Will. "Quisiste venir a la misión, seguirás mis reglas."

Dante refunfuñó, pero no pudo negarse. Will le dio un pequeño pedazo de ambrosia para comer.

Después de comer el pedazo de comida de los dioses, la muñeca de Dante pasó de dolor nivel 10 a dolor nivel 3. Al menos ahora podría defenderse sin preocuparse de perder una mano.

"Bien," continuó Will. "¿Estás seguro de que estás bien, Nico?"

"Yo sí, mira," Nico agitó los brazos y las piernas mientras sacaba la lengua y hacía sonidos raros. El pequeño bailecito alegró a Will y lo hizo querer tomar su mano como solían hacerlo al salir de paseo.

"Bien, entonces creo que es hora de descubrir dónde estamos," decidió Will y comenzó a caminar. El pasto verde, los árboles llenos de vida, aún siendo de noche, Will se sintió aliviado de estar fuera de peligro una vez más.

Caminaron hasta encontrarse con una pequeña cabaña de madera en medio de la nada. Parecía bastante vieja, pero al mismo tiempo parecía tan cálida que casi parecía atraer a Will como un imán.

"Creo que deberíamos ir allá," comentó Will.

"Yo concuerdo," agregó Dante.

"Pues vayamos," concordó Nico y se acercaron a la cabaña sigilosamente.

Las luces que provenían de la cabaña atraían a Will como lámparas a los mosquitos. Le decían en la mente que debía ir hacia ellas y estaría seguro. Tal vez era solo su imaginación, pero él no dudo en hacerles caso.

Llegaron a la entrada de la cabaña y Nico puso el oído contra la puerta. En el momento en el que su oído tocó la madera, habló. "No hay nadie, creo."

En ese momento, alguien abrió la puerta, haciendo a Nico caer hacia adelante con un estruendo.
Un hombre grande y barbudo los miraba desde arriba con una gran sonrisa.

Solangelo - La Vendetta di GhaccioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora