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Artista imagen: BbLunaire (twitter)

Luego de ordenar el gimnasio en un incómodo silencio, Catra le mostró todas las instalaciones del lugar, tal como si fuera una guía turística. Adora notó que muchas chicas la saludaban, al parecer tenía bastante arrastre en la academia. Terminaron el recorrido en la biblioteca, donde se encaminaron a una sala de estudio.

Para su sorpresa, Adora le comentó todas sus dudas a Catra sin ninguna vergüenza, ya que estaba decidida a ponerse al día y no molestar al resto. Por suerte la rubia aprendía rápido, así que Catra no perdía la paciencia explicándole. Estuvieron alrededor de dos horas estudiando, hasta que la morena consideró que era momento de despedirse, tampoco se iba a pasar la tarde entera explicándole todo.

—Gracias por lo de hoy —dijo Adora a modo de despedida, intentando no mantener demasiado contacto visual.

—De nada, nos vemos mañana —respondió Catra.

Ambas caminaron hacia la misma dirección, hacia los casilleros del campus donde guardaban sus cosas, envueltas en un silencio incómodo. Catra se sentía estúpida por haberse despedido tan temprano, ya que seguían caminando juntas sin poder evitarlo. Tal vez por orgullo, tal vez por estupidez humana, continuaron en silencio hasta que sacaron sus cosas y fueron por caminos separados.

Adora se encaminó a los dormitorios ubicados en el sector posterior del campus, concentrada en sus pensamientos. Su espíritu competitivo luchaba con su instinto canino de ir a perseguir a Catra. Su olor en particular le llamaba la atención como ninguno, aunque no alcanzaba a entender si era por la vieja rivalidad entre felinos y caninos, o porque le gustaba.

Se sentía algo solitaria aún, si Mara no hubiera sido tan importante en el desarrollo de esa Academia como profesora, probablemente Adora no estaría ahí en primer lugar. Su hermana había sido como una madre, hasta aquel trágico accidente, que la había apartado de su vida completamente. Ella se dio cuenta que sin Mara, no era bienvenida realmente en la manada, por lo que no tuvo más alternativa que marcharse, con ayuda de la vieja Razz, que contactó a la directora de Brigthmoon.

A pesar del brusco cambio, sentía que podía optar a alguna clase de futuro si estudiaba allí, y tal vez podía hacer amigos. Sí, si había otros lobos en su clase, podría hacerlo, intentó convencerse de que el cambio no era para mal. Que no importaba que tuviera alguna rivalidad con alguien como Catra, porque después de todo, ella estaba acostumbrada a ser la mejor entre los humanos, pero ahora debía estar a la altura de sus pares.

Abrió la puerta de la habitación que le habían asignado, que consistía en una cama de plaza y media, un armario y un pequeño escritorio con su silla para estudiar. No estaba tan mal. Se tiró a la cama, cerró los ojos y se durmió. Dormir era lo mejor para evitar el dolor, el dolor que aparecía cuando se encontraba a solas consigo misma.

Mientras tanto, Catra llegaba a una casa vacía. Siempre lo estaba, pero últimamente, era con mayor frecuencia. La entrenadora Weaver era su tutora legal, como tal, la proveía de todo, excepto de afecto. Sin embargo, esperaba siempre un comportamiento intachable de parte de la morena. A Catra le costó un par de años entender eso, pero al final lo asimiló. Para no pensar en la soledad, conoció y estuvo con muchas chicas, a algunas las dañó y a otras las amó. Pero al final, llegó al punto en el que se cansó de jugar. No necesitaba de nadie para ser feliz, ella misma era suficiente.

Trabajó arduamente en su autoestima, aunque claramente no lo habría logrado sin el apoyo de sus amigos, que a pesar de lo mal que los trató en su momento, siguieron ahí para ella. Además, se convirtió en la mejor alumna de la academia. Se sentía agradecida por todo ello, como si el universo le estuviera dando otra oportunidad. Todo iba bien, pero tenía que llegar la rubia idiota a arruinarlo todo.

Shifters - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora