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Unos hermosos ojos color avellana se encontraron por casualidad con los míos. Sus labios rojos estaban levemente entreabiertos y su cabello rubio caía sobre sus hombros.
Parecía un ángel.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza.

De pronto la chica apartó su mirada y siguió hablando con una de sus amigas, según supuse.

Una mano se posó en mi hombro haciéndome sobresaltar.
Me giré de prisa y me encontré con Jeremy.

-Hey, te estaba llamando- colgué la llamada.

-Lo siento, no lo escuché- habló chocando su puño con el mío.

-Entremos-

Él era casi tan alto como yo, y según decían, apuesto. Por lo que estabamos acostumbrados a llamar la atención de la chicas, como en ése momento...
Volteé curioso a ver si mi ángel también me miraba, pero para mi sorpresa me estaba dando la espalda.

Ingresamos al bar y fuimos directo a la barra a pedir dos cervezas.

-¿Cómo va todo con Kim?- le pregunté a mi amigo. Kim era su novia hacía dos años, pero últimamente no estaban bien.

-Las cosas están un poco... Raras aún-

-¿Sigue distante?-

Asintió en silencio y bebió un sorbo de la botella.

-Qué mierda- respondí imitándolo.

Se encogió de hombros.

-No quiero pensar en eso ahora. ¿Qué tal tú?-

-Bien, tengo un exámen el lunes así que  debo prepararme. Y la otra semana vendrán mis padres a cenar con Cat-

-¡Oh que bien!- sonrió -Un día tenemos que organizar una comida todos juntos-

Iba a decirle que era una gran idea, cuando por detrás de su cabeza, vi pasar una cabellera rubia que reconocí enseguida.

-Ahora vuelvo- le dije poniéndome de pie, dejándolo solo y confundido.

Caminé entre la multitud, perdiéndola de vista por momentos, hasta que la observé hablando con su amiga mientras esperaban un trago en la barra.

Estaba un poco nervioso, aunque no sabía porqué, las chicas por lo general respondían bien cuando les hablaba...

Tomé aire con confianza y me acerqué a ellas.

-Hola- hablé a ambas pero miré especialmente a la rubia.

-Hola- respondieron las dos al unísono, con una sonrisa.

Pero solo una de esas sonrisas me encandiló. Sus labios rojos parecían ser la cosa más dulce que jamás probaría.

Me dí cuenta que me había quedado callado unos segundos, mirándola, cuando su pelinegra amiga habló.

-Voy al baño- y se alejó de nosotros.

La rubia la miró desesperada y hasta creí que iba a seguirla, dejándome solo. Pero en su lugar frotó sus manos nerviosa.
Al instante el trago que había pedido se depositó en la barra y lo tomó. Bebió un sorbo de golpe, claramente nerviosa.

Por un instante me pregunté si mi presencia la ponía tensa en un sentido bueno o malo... No quería molestarla.

Mi padre me había enseñado que lo más importante con una mujer era respetarla.

-Mi nombre es Mathew, ¿Cómo te llamas?- rompí el silencio al fin.

-Soy Sara- su voz era suave pero firme.

-Un gusto Sara, ¿Eres de aquí? No te he visto antes...- sonreí. Observé como tragaba despacio.

-Soy nueva en la ciudad, vine a estudiar. Pero mi amiga vive aquí y quería que conociera éste bar. -

Asentí interesado en sus palabras.

-¿Qué estudias?-

-Psicología-

Joder. ¿Todo en ella iba a ser tan interesante?

-Oh wow, eso suena muy bien-

Asentió sonriendo.

-¿Tú que estudias?- preguntó.

-Derecho. Bastante aburrido, lo sé. -

Una melodía salió de entre sus labios, su risa hizo que mi corazón latiera fuerte.

¿Qué me pasaba? Parecía un estúpido.

De pronto su pequeño cuerpo, porque era bastante más baja que yo, golpeó contra mi torso. Alguien la había empujado sin querer contra mi.

Su rostro se ruborizó casi tan rojo como sus labios y su blusa.

-Lo siento- miró hacia abajo alejándose, haciendo que también mirara en esa dirección.

Antes no lo había notado pero llevaba una pollera negra apretada a sus muslos, que dejaban ver las increíbles piernas que tenía.

-No hay problema... Oye...- estaba a punto de invitarla a salir, cuando de pronto su amiga nos interrumpió.

-Sara, nos esperan- la morocha me dió una mirada que no supe descifrar, pero entendí que no le caía muy bien.

¿Cómo podía ser? Ni siquiera la conocía.

-Oh de acuerdo- su amiga comenzó a jalar de su mano alejándola de mi - Adiós-

Y antes de que pudiera si quiera responder, se había ido.


¿Confías en mí? (3° Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora