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Justo cuando estaba a punto de responderme, mi teléfono comenzó a sonar.

-¿Y ahora quién es?- mascullé de malhumor -Hola-

-Jeremy, soy Magui. ¿Pudiste ver a Sara?- contestó la voz femenina al otro lado.

-Sí, está aquí. ¿Quieres hablar con ella?-

-Oh, si. Por favor-

Estiré mi brazo hacia Sara y murmuré:

-Es Mag, quiere hablar contigo-

Tomó el celular entre sus manos y comenzó a caminar hacia el pasillo, alejándose, mientras hablaba con su mejor amiga.
No pude escuchar mucho, tan solo que decía "Él está aquí conmigo, y me siento más tranquila".

No pude evitar sonreír. Y no me había dado cuenta de cuanto la extrañaba hasta que la ví.

Comencé a recorrer el living con curiosidad. Nunca había venido a su casa, siempre estábamos en la mía, porque su universidad quedaba a pocas cuadras.

Era muy acogedor, tenía un pequeño sillón blanco y una televisión al frente.
Al lado, había un mueble con un par de cuadros.
No pude resistirme a ver las fotos, había muchas. Algunas de ella cuando era pequeña, sumamente adorable. Otras con los que supuse serían sus padres.

Me detuve en seco cuando ví el quinto portaretrato. Era una foto nuestra...
Estabamos sentados en el muelle, mientras ella besaba con dulzura mi mejilla y yo sonreía a la cámara. Recordaba ese momento como si fuera ayer...

Joder, qué bien la pasábamos juntos. Daría tanto por volver a tenerla así entre mis brazos.

-Es una linda imagen. No quise quitarla- su voz me sobresaltó.

-No te escuché llegar. -volteé -No recordaba que la habíamos tomado-  volví a mirar el cuadro. -La pasamos genial aquél día-

-Si... Siempre lo pasábamos genial juntos.-

Mi corazón comenzó a latir desesperado.
Me giré lentamente y la enfrenté.

-Magui quería saber como estaba- murmuró.

-¿Y cómo estás?- dí dos pasos hacia ella.

-Me siento tranquila, ahora que estás aquí-

Coloqué mis manos en su cintura.

-Eso es muy bueno...- acerqué mi rostro al suyo -Me debes una respuesta-

Sara me observó con amor, y con suavidad, acercó sus labios a los míos.

Sentí que las puertas del paraíso por fin se volvían a abrir para mí. Y como si fuera un adicto volviendo a probar su droga favorita, comencé a besarla y acariciarla con pasión.

-Mierda. No sabes cuanto te extrañé- susurró entre besos.

-Y yo a tí, mi ángel-

-Nunca me has dicho porque me llamas así-  me miró curiosa.

-Es que la primera vez que te ví, parecías un ángel. Con tu rostro inocente, tus cabellos rubios...-

-No soy tan inocente- murmuró traviesa.

-No me quedan dudas de eso- reí y volví a besarla.

🌼🌼🌼🌼🌼

Un par de horas más tarde nos encontrábamos acostados, escuchando música de fondo, pero abrazados disfrutando del momento.

-Mat, nunca te respondí realmente- balbuceó y la observé.

-¿Qué cosa?-

-Me preguntaste si estaba dispuesta a confiar en ti. A confiar realmente. Ya lo has preguntado una vez y aunque te respondí que si, no lo cumplí-

Asentí con atención.

-Bueno- continuó -quiero que quede bien en claro que confío en tí, más que en nadie. Confío en cada una de tus palabras y tus gestos, porque todos ellos me desmuestran amor.-

Con una gran sonrisa en la cara, la besé.

-Es increíble escucharte decir eso. Gracias por confiar en mi. No te defraudaré, ¿Lo sabes?-

-Lo sé amor, lo sé-

Y volvimos a fundirnos en un largo y cariñoso beso.

¿Confías en mí? (3° Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora