9

4.7K 344 0
                                    

-Y esos son los objetivos del juego - concluyó el asistente que nos explicaba las reglas mientras nos ponían los elementos de protección - Recuerden que deben disparar bolas de pintura e impactar sobre el adversario para sacarlo del juego.-

Asentimos. 

Ya habíamos hecho los equipos. Al final éramos siete, por la inesperada visita de Sara, por lo que decidimos dividirnos así: Un equipo estaba conformado por Gina, Peter y yo. El otro equipo por Luke, Jeremy, Magui y Sara. 

Nos colocamos el casco cuando el árbitro dió la orden y cada equipo se fue a un sitio distinto. Era un campo con postas, árboles y sitios para ocultarse. 

La tarde estaba cálida, y por fortuna el viento soplaba. Lo agradecí internamente, porque los trajes eran un poco calurosos. 

El silbato pitó, y luego de organizar nuestra estrategia de equipo, nos dividimos cada uno hacia una dirección distinta. 

Comencé a caminar con atención por el campo abierto, sintiendo mi respiración agitada producto de la adrenalina. Debía estar atento a que nadie me disparara o quedaría fuera de juego.

Continué avanzando con la pistola de pintura siempre apuntando, por si algún contrincante se cruzaba. Llegué a la zona de árboles, como si fuera un pequeño bosque. 

De pronto, una bola de pintura roja impactó en el tronco que estaba a mi derecha. Me tensé enseguida y me oculté detrás del árbol. 

Joder, no iban ni cinco minutos y ya tenía uno encima. 

Me asomé con cuidado para intentar ver algo, pero en su lugar, otra bola ahora de color verde, impactó nuevamente en el tronco.

Me oculté y respirando hondo volví a asomarme. Pude observar una figura que corría a lo lejos alejándose de mí. Sin dudarlo, la empecé a perseguir. 

Cuando estuve medianamente cerca, le disparé. Pero mi puntería falló y la bola de color azul golpeó el piso. Eso fue suficiente para alertar a mi contrincante para que se escondiera. 

Lo imité. Cerca suyo, me escabullí detrás de unas bolsas de arena que estaban para ello. Me asomé y ví que él también estaba asomado. Ambos nos ocultamos a la misma vez. Bien, tenía que ser rápido. 

Volví a salir apuntando con la pistola, pero me desconcertó que no estaba en ningún lado. 

En ese preciso momento, sentí el impacto de una bola de pintura en mi hombro derecho.  Sorprendido y molesto me giré a ver quien era el maldito que me acababa de dejar fuera de juego. 

La persona se había echado a correr, pero pude ver como revoloteaba en el aire su inconfundible cabellera rubia. 

Sara.

Tensé mi mandíbula. Al parecer la niña quería guerra. 

¿Quería jugar? Bien, jugaríamos.

Salí del campo quitándome el casco y me senté en la banca a esperar que el resto de los participantes fueran eliminados y el juego terminara. Quedaban quince minutos de partida.

Para mi sorpresa, estaba sentada Gina. 

-¡Mathew!- se sorprendió al verme -Pero si tú eres de los mejores en ésto-

-Ni lo digas- mascullé.

Ella rió con suavidad. Gina era muy agradable.

-Tranquilo, sigues siendo el mejor- 

Me senté a su lado.

-¿Cómo va el profesorado?- ella estudiaba para ser profesora de matemática.

Se encogió de hombros.

-Aburrido, pero bien. Ya quiero recibirme e irme de ésta ciudad- 

La miré sorprendido. 

-¿No te gusta vivir aquí?-

-Me cansé, necesito cosas nuevas...- por un momento me pareció ver que Gina observaba mis labios. Pero no estaba seguro. -Mira, otra eliminada- murmuró de pronto desviando su vista hacia la izquierda.

Me giré para ver de quien se trataba y ví a Sara con su casco debajo del brazo derecho. Caminaba cansada, pero lo que más me sorprendió fue que nos miraba de una forma rara.

Un momento.

¿Estaba celosa? 

No, no podía ser. 

Me percaté de que su vista iba hacia Gina y volvía de nuevo a mí, de modo desafiante. 

Joder, ¡Estaba celosa!

Sin poder contenerlo, una sonrisa se escapó de entre mis labios. La seguí hasta que se sentó en el banco del otro equipo.

-¿Y tú? ¿Sigues rompiendo corazones?- habló de pronto mi amiga, distrayéndome.

-Claro que no- reí.

-Sigues rompiendo corazones- reafirmó riendo. 

"Si supieras, amiga." pensé. Pero no se sentía el momento ideal para contarle sobre Sara. Menos cuando ésta estaba a pocos metros de nosotros, lanzándonos miradas molestas a cada rato.





¿Confías en mí? (3° Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora