CAPÍTULO 01

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—JIN—

Diez años de edad

No sé dónde todo fue mal.

Nunca entendí ese dicho. Porque mirando hacia atrás en mi vida puedo determinar con precisión el día exacto, la hora exacta cuando todo cambió y dio un giro que nadie pudo haber predicho.

Especialmente yo.

Tres semanas antes de mi cumpleaños número once, había montado mi pequeña bicicleta roja por los cuatro kilómetros al Stop-n-Go. Papá quería que dejara una caja de naranjas así que la había atado a una patineta y até una cuerda desde las llantas delanteras al asiento de mi bici con una cuerda que había encontrado en el bote viejo de mi papá.

– ¿Vigilaras el mostrador, SeoK? – EunTak preguntó, meneando sus caderas de lado a lado, ella hizo su camino hacia la puerta, colgando su pequeño bolso cuadrado en su mano. – Sólo voy a ir al salón de belleza de en seguida por un momento. Probablemente nadie siquiera vendrá.  – agregó, recargándose sobre el mostrador ella abrió la vieja caja registradora usando una serie de botones y golpes con su puño en un lugar en el fondo.Sacó algo de efectivo y me sonrió de vuelta, empujando la puerta de cristal que sonó cuando la abrió y de nuevo cuando se cerró.

EunTak tenía razón. Ella me había pedido vigilar la tienda antes y nadie nunca había entrado.

Hasta ese día.

No es como si estuviera ansioso de llegar a casa. Mamá había comenzado a actuar extraño. Limpiando los pisos por horas hasta que la madera perdiera su brillo. Hablando sola en la cocina. Cada vez que le preguntaba acerca de ello, ella actuaba como si no supiera de que le estaba hablando. Papá me dijo que estaría bien y simplemente estar lejos de ella y darle su espacio.

Hice lo que me dijo y me alejé tanto como pude, la mayoría del tiempo sin llegar a casa hasta sólo después de la puesta de sol.

Vigilar la tienda era una buena razón como cualquiera para prolongar mi llegada a casa.

Después de una hora me puse nervioso. Enderecé la pared de cigarros detrás de la registradora, traté de poner los hot-dogs en los rodillos, eso no funcionó, y traté de leer una revista, pero no entendía que ‘Diecisiete Posiciones para Hacerlo Sufrir’ significaba.

Si alguien estaba con dolor, ¿por qué no simplemente iban a ver al doctor? ¿o a un dentista? Ahí es a donde fui cuando tenía un dolor de muelas.

Me había rendido con las revistas y estaba recargado en un viejo taburete que crujía cada vez que giraba en él. Con mis pies sobre el mostrador, le cambié al canal en la pequeña televisión en blanco y negro que estaba puesta sobre un directorio telefónico en la esquina del mostrador. Los únicos dos canales que llegaron fue uno de películas de vaqueros y el canal del clima. Ambas imágenes eran borrosas y el único sonido saliendo de las bocinas era el sonido de la estática y ruido blanco. Traté de apagar toda la cosa, pero nada estaba funcionando, a lo mucho sólo había logrado hacerlo más fuerte. Se hizo tan fuerte que no pude escuchar las motocicletas aparcando en el estacionamiento o el sonido de las campanas de la puerta contra el cristal. Jalé el enchufe de la toma de corriente. Todavía estaba sosteniendo el cable cuando levanté la vista a unos ojos de un velludo extraño.

Y su pistola.

– Todo lo que tienes. – él ordenó, apuntando con su pistola a la caja registradora. Él estaba haciéndose de lado a lado y sus ojos estaban inyectados en rojo.

– No sé cómo… – empecé, pero el hombre me interrumpió.

– ¡Simplemente hazlo! – ordenó, haciendo a la pistola cliquear, él saltó así que su pecho estaba descansando sobre el mostrador y la pistola estaba sólo a centímetros de mi cabeza. Me bajé del taburete y lo empujé sobre la registradora, subiéndome en él me senté sobré mis rodillas e intenté la complicada combinación de botones que EunTak había usado cuando ella la había abierto.

03. ILEGAL ||NAMJIN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora