Capitulo 6

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Escuchaba voces a lo lejos, ¿Estaré soñando? Tenía un dolor agudo en mi vientre, sentía mucho frío y mi ropa estaba mojada, supongo que ha llovido. Estaba hecha un ovilla, o por lo menos así me sentía.

Escuché pasos, pasos lentos, luego una voz.

¿Estará viva? —Cuestionó una mujer con tono afligido.

-No lo sé.

-Creo que deberíamos llamar al señor.

- Tienes razón, lo llamaré.

Traté de abrir los ojos pero estos me pesaban, en lo poco que pude visualizar noté a una señora de avanzada edad, tratando de cubrirme de la lluvia con su paraguas, me miraba con lástima y asombro.

-¿Dónde estoy? -cuestiono pero mi voz era muy baja.

-No hables niña, ya viene la ayuda.

Cerré mis ojos nuevamente, ¿Dónde estoy? ¿Y qué demonios me pasó? Mi cuerpo no reaccionaba del todo bien, me sentía mareada, débil y con mucho sueño. Todo me dolía y por si fuera poco, estaba desnuda.

Después de un momento sentí como unos brazos me alzaban, sentí varios pasos y después de la calidez del interior. Subimos lo que supongo eran escaleras, mi cuerpo temblaba, creía que iba a morir.

Una acolchada superficie envolvió mi cuerpo, sentí el calor de una frazada y después no supe más.

Christian

Un día agotador como siempre, ser mi propio jefe y dueño de varias cadenas hoteleras no sonaba tan mal cuando lo pensé.

Vivo a las afueras de la ciudad, Carmela y su esposo Antonio viven conmigo. Llegamos aquí cuando apenas tenía veinte años, mi prometida Vanesa y yo pasamos los mejores tres años de nuestras vidas hasta que ella fue secuestrada, en ese tiempo mi fortuna no era nada, no pude pagar su rescate, la golpearon hasta matarla y una mañana de marzo dejaron a Vanesa en la puerta de nuestra casa, sin vida.

Y tres años después, aún sigo pensando en ella, jamás imaginé que mis 26 años estaría solo, lamentándome mi perdida.

-Señor, la cena esta lista.

-Gracias Carmela.

-Señor recuerda que le había comentado sobre mi hija?

-Si.

-Quería saber si seguía en pie mi permiso.

-Por supuesto que sí, nos vemos el lunes.

Carmela y Antonio salieron de casa, me dispongo a cenar, aunque no sentía mucho apetito, a veces quería encontrar a Vanesa en otras mujeres, pero era inútil, no hay ni ni mujer que me haga olvidarle.

Me llevé un bocado de comida a la boca, eso era como la gloria, mi madre solía cocinar así de rico, ¿cómo era posible que la gente tan buena se fuera de este mundo? Empezaba a creer que no merecía tener cerca a la gente buena. Seguramente algún día moriré solo.

-¡Señor! -Grita desesperado Antonio.

-¿Qué pasa? –-Cuestioné confundido.

-Hay una muchacha allá afuera.-Dice apenas.

-¿Y qué quiere?

-No es eso, esta golpeada y no sé sí esta viva.

¿Había escuchado bien? Me levanté de la mesa a toda prisa, tomé mi abrigo y salí junto con Antonio, llovía demasiado, a lo lejos estaba Carmela parada junto con quien supongo era la chica. Llegamos hasta ella y pude verla, desnuda, con restos de sangre en su cuerpo y bastantes golpes. El corazón se me encogió.

EvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora