Capítulo 4

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19 de Diciembre de 2020, 11:30, Casa de los abuelos de Charles

Me desperté sobresaltado. Había vuelto a tener otra vez esa pesadilla. Desde el accidente siempre soñaba con lo mismo. Estaba en el coche con mis padres y entonces el camión nos arrollaba, pero no me quedaba inconsciente. Veía morir a mis padres y después de eso estaba de pie delante del coche destrozado. Mis padres también estaban de pie al lado, pero estaban muertos. Mi padre estaba lleno de cristales en la cara y un pedazo enorme le atravesaba el ojo, mientras que mi madre tenía el pecho hundido y el cuello roto, con la cabeza caída hacía un lado. "Tú nos mataste, es tu culpa" me decía mi padre. "Si no hubieras sacado buenas notas aún estaríamos vivos". Entonces empezaban a flotar en dirección a mi y me estrangulaban. Y en esa parte me despertaba. Mi abuelo abrió la puerta.

- ¿Has vuelto a tener esa pesadilla?

-Si abuelo, la misma otra vez.

Mi abuelo se sentó conmigo en la cama.

-¿Sabes una cosa? Cuando yo era un crio, en mi calle vivía un chico de mi edad. No íbamos a la misma escuela, pero éramos amigos desde que tengo recuerdos. Una tarde, me dijo que fuéramos a comprar golosinas y de la que volvíamos de allí, él dijo que se había dejado la cartera en la tienda de golosinas. Le pregunté si quería que lo acompañara, pero él me dijo que no, que estaba muy cerca. Él volvió a la tienda y yo me fui para casa. Pocos minutos después, me enteré de que un hombre había entrado a la tienda y había matado al dependiente y a mi amigo por el dinero que tenían. Lo que quiero decir con esto que te acabo de contar es que tú no tienes la culpa de lo que le pasó a tus padres, ellos fueron los que quisieron llevarte allí a comer y no tú, igual que no fui yo quien hizo que ese chico muriera, pues fue el quien me invitó a coger chuches. A veces, las cosas suceden así sin más y no las podemos controlar, así que no tienes que seguir culpándote.

Me dio un abrazo y yo me puse a llorar, no lo pude evitar. El solo hecho de pensar en mis padres me ponía muy triste.

-Venga, bajemos a que desayunes un poco de tarta de manzana, si no se la han comido todos tus amigos.

Entonces me di cuenta de que mis amigos se habían despertado mucho antes y ya habían bajado a desayunar. El abuelo se fue y me pegué una ducha, me vestí y bajé a desayunar. Josh estaba en la mesa de la cocina comiendo un pedazo enorme de tarta mientras Sally estaba en el recibidor hablando por el teléfono mientras mi abuela fregaba la salita. El abuelo, en cambio, estaba en el jardín limpiando el sedán con el que iba a ir a jugar a los bolos con sus amigos, pues esa noche era el campeonato de bolos de los jubilados. En cuanto Josh me vio, escondió el periódico debajo de la tarta.

-Hola Charles, ¿Cómo has dormido?

-No muy bien, he tenido otra vez esa pesadilla.

Me di cuenta de que en el periódico había algo que él no quería que viera, así que cogió el último pedazo de tarta que quedaba y se preparó un poco de leche.

-¿Sabes que tu abuelo Lucius tiene hoy un torneo y nos ha dicho que vayamos con él?

-Sabía lo del torneo, pero no me había dicho que nos iba a llevar.

La abuela entró en la cocina en ese momento.

-¿Cómo estas hoy, Charles?

La abuela sabía que los dos días después del aniversario siempre estaba de bajón, por eso cada vez que me levantaba los días siguientes del aniversario, me preguntaba cómo estaba. Josh respondió por mí, adelantándose a cualquier cosa que yo fuera a decir

-Tuvo otra vez la pesadilla.

Mi abuela me dio un beso en la mejilla y nos preguntó que queríamos hoy para comer. Sally entró en la cocina en ese momento y empezó a hablar.

-Mamá y papá ya han llegado y están con la bisabuela. Me han dado recuerdos para ti Serena y para Lucius y os da de nuevo las gracias por haber aceptado que nos quedáramos con vosotros.

-Ya saben que pueden contar con nosotros para cualquier cosa.

-Serena, ¿podrías hacer tus albóndigas de pavo caseras?

A mi abuela se le formo una enorme sonrisa. A mi abuela le encantaba hacer las albóndigas con nosotros, pues siempre le pedíamos permiso para hacer la forma de bola.

-Por supuesto.

Cogió el plato de la tarta y Josh palideció. Escondió el periódico rápidamente detrás de él.

-Josh, ¿por qué no quieres que vea lo que pone el periódico?- le dije

-Es que se cómo te pones cuando ves algo así, y no quiero que vuelva a pasar, nos duele mucho cuando te pones triste.

La abuela cogió el periódico y se lo llevó al salón, donde estaban todas las revistas que leía la abuela. Cuando volvió se puso a fregar los cacharros y yo termine de desayunar. Le preguntamos si podíamos ir al jardín trasero a jugar y nos dio permiso.

-Josh, ¿Qué ponía el periódico?

Sally se puso nerviosa y supe que ella también sabía lo que ponía. Josh miró hacia atrás.

-Pasó algo en el túnel, pero no te diré más.

Eso era lo que temía, que había habido un accidente, y si aparecía en portada era grave. Pero si había ocurrido en el túnel tenía que ser terrible. No quise saber nada más.

-Vamos a jugar un uno contra dos de baloncesto.

Josh y Sally sonrieron al verme tan entusiasmado. El tiempo se pasó tan rápido, que cuando nos dimos cuenta, la abuela nos llamó para que la ayudáramos con las albóndigas. Empezamos a darles forma y la abuela nos tiró un puñado de harina. Después de la batalla campal de harina y haber dado forma a las albóndigas, la cocina había quedado echa un desastre. El abuelo entró y se puso a ayudar en la limpieza con nosotros. Cuando la comida se terminó de hacer, Sally y Josh prepararon la mesa, y mis abuelos y yo llevamos la comida y el pan. Como la mesa estaba en el salón, el abuelo encendió la tele y puso un DVD de una peli de terror relativamente nueva, pues hacía apenas seis meses que se había estrenado en la tele. Después de comer la abuela sacó de la nevera un cuenco para cada uno de arroz con leche que había hecho con Sally esa mañana. Sally estaba muy orgullosa de haber aprendido a hacer esa receta.

-Bueno, llego la hora.-dijo el abuelo cuando ya todos habíamos terminado- Voy a prepararme para el campeonato de bolos. Prepararos y esperadme en el coche.

Todos nos fuimos a poner ropa para salir a la calle. Estaba empezando a nevar, así que nos tuvimos que poner los guantes y el anorak para esperar al abuelo. La abuela cogió la llave del coche para que entráramos en el coche y así no tener que pasar frío. Cuando llevábamos solo cinco minutos dentro del coche, el abuelo salió de la casa con el anorak y la bolsa deportiva en la que llevaba el traje del equipo y las bolas de bolos. Entro en el coche, arrancó y puso rumbo a la bolera.

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