Un fantasma

521 35 5
                                    


Nene frunció el ceño y se frotó los ojos con pereza mientras oía la escandalosa alarma de su teléfono que tanto odiaba. Gruñó un poco antes de estirarse para alcanzarla y apagarla, se lamentó que sonara, como siempre, en la mejor parte de su sueño. Suspiró y salió de la cama para abrir las cortinas de su ventana y comenzar su rutina de las mañanas. Tomó una toalla y su cepillo de cabello y se dirigió al baño donde se duchó, se lavó los dientes y se peinó con sus adorables abalorios de siempre a los lados de su cabeza. Salió del cuarto de baño y se vistió con el precioso uniforme de su academia para después dejar su pijama doblada sobre una de las esquinas de su cama que, previamente, había tendido. 

Caminó hacía la cocina donde le esperaba una nota doblada a un lado de un plato vacío, en ella se leía la palabra mamá, Yashiro la ignoró pensando que debía ser otra de las tantas que le dejaba su progenitora excusándose por haber tenido que irse sin despedirse y sin prepararle nada para desayunar. La chica se limitó a domar el plato vacío para llenarlo con unas tostadas y unos huevos que se preparó junto a una taza de su té favorito como cada mañana y desayunó tranquila mientras leía un nuevo manga en su teléfono. 

Pronto llegó la hora de ir a la escuela. Aoi tocó el timbre y ella se levantó para tomar su cartera con sus libros y se dirigió a la entrada para ponerse sus zapatos. Abrió la puerta y fue recibida por la bella sonrisa alegre de su mejor amiga. La correspondió lo mejor que pudo y cerró la puerta de su casa con llave antes de comenzar su recorrido hacía la academia. Mientras escuchaba a su amiga hablar de cosas sin mucha importancia intentó recuperar algunos fragmentos del sueño que había tenido esa noche, solo pudo recordar la voz de Hanako-kun diciéndole que él también desearía haber vivido más tiempo con ella.

-"¿Nene-chan...?- La voz de Aoi resonó en sus oídos, el corazón de la rubia se encogió sin poderlo evitar. Se mordió los labios mientras aguantaba como podía las lagrimas- ¿Estás bien...?"

-"No estoy bien...- Susurró con un hilo de voz mientras miraba al cielo nublado, le pareció un perfecto reflejo de como se sentía, apagada y al borde del colapso. Dejó de morderse el labio cuando sintió un sabor metálico en su lengua.- No otra vez..."

Retomó su marcha y comenzó a correr sin darse cuenta, como si así pudiera alejarse de los recuerdos dolorosos que la atormentaban. Llegó sola a la entrada de la academia donde Kou la esperaba como todos los días desde el campamento de estudio. El solo pensamiento le tentó a derramar las lagrimas que se refugiaban detrás de sus pestañas, pero se limitó a volverse a morder los labios. En cuanto la vio haciendo eso el joven rubio se acercó para obligarla a liberar su labio inferior de su prisión. Habían ganado la suficiente confianza como para que aquello no les afectara demasiado a ninguno de los dos. De hecho Nene le agradeció el acto con una sonrisa que él correspondió. Se abrazaron y caminaron juntos dentro de la academia como cada mañana. Nene dejó al chico en su clase y luego fue a la suya sin cruzar miradas con nadie, nada que ver con la jovial Yashiro del inicio del año, obsesionada con su fantasiosa historia de amor con un príncipe guapo. Al llegar a su aula se sentó en su pupitre y miró a la mesa a su lado que pertenecía a la chica más popular de la escuela y su mejor amiga, vacía, como cabría esperar. La chica posó sus brazos sobre su mesa y escondió su cabeza entre ellos para dejar escapar algunas lagrimas huidizas, extrañaba tanto a su radiante amiga y a su querido fantasma protector.

Las clases comenzaron con normalidad y llegaron a la hora del descanso con relativa velocidad. Se encontró con Kou en la azotea y almorzaron juntos sin apenas mediar palabra. Todo se había vuelto muy silencioso sin cierto fantasma con el que conversar o bromear o pelear. Una gota de lluvia cayó justo en la punta de la nariz respingona de la chica y fue suficiente para que el cielo desatara de un instante a otro una tormenta sin precedente que les empapó antes de que les diera tiempo de refugiarse de nuevo dentro del edificio. Ante aquello decidieron ir al baño, muy al pesar de la chica, para intentar secarse lo mejor que pudieran. Al ser un chico y no estar Hanako, Kou ya no tenía excusa para entrar con la chica dentro del baño así que solo la acompañó hasta la entrada y fue al de chicos más cercano dejando un rastro de agua a cada paso. Una vez se supo sola los ojos granate de la joven se dieron la libertad de liberar todas las lagrimas que había estado conteniendo desde que se había levantado y quedó inaugurado el primer llanto del día, vería cuantos llevaba a cabo hasta que se durmiera más tarde, dejó salir un poco de todo el dolor y la añoranza que se intensificaban en aquel lugar, se dejó caer frente al tercer cubículo con ambas manos cubriendo su rostro y silenciando sus sollozos e hipidos. Los recuerdos dulces y alegres le parecían tan hirientes y amargos ahora. Separó sus manos de su rostro al asustarse por un fuerte rayo que había roto el cielo con un ruido espantoso y una luz cegadora, no podía haber caído muy lejos de donde estaba para crear aquel estruendo, pero aquello la distrajo por un momento de su dolor y detuvo ligeramente sus lagrimas. Miró a su regazo y fijó sus ojos en sus manos, en algún momento se las había lastimado por apretar sus uñas contra sus palmas, las marcas rojizas le parecieron hasta cierto punto bonitas y la forma de media luna le recordó a los ojos de su amigo. Con una pequeña sonrisa melancólica recordó la primera vez que le vio y sin pararse a pensarlo demasiado tocó a la puerta como aquella vez al ritmo del repiqueteó de las gotas de lluvia contra el cristal y recitó con suavidad la frase que le invocó y que había repetido hasta el cansancio las primeras semanas de su desaparición. 

-"Hanako-san, Hanako-san...¿Estas ahí?" 

Al pronunciar la última silaba otro rayo rugió fuera de las ventanas esta vez con diez veces más fuerza que el anterior y fue tan cerca que destrozó el cristal de la ventana y explotó las bombillas. Nene se cubrió como pudo protegiendo su cabeza con sus brazos y recibiendo cada corte y cada pequeño cristal en su piel expuesta y en su cabello. Pudo sentir su carne herida y supurando aquel líquido carmesí vital para ella, pero aun así no gritó, solo se quedó encogida a los pies de la puerta del cubículo procesando lo que acababa de escuchar unos segundos antes de que la ventana y las luces colapsaran "Aquí estoy~"

  

Baby GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora