PORTAL OSCURO

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     Allí estaban los tres ante aquel panorama, Héctor creía que se derretía cuando Mauro le habló tan cerca pero no lo iba a demostrar, osea, ¿qué coño estaba pasando? Ni él sabía. Necesitaba respirar un poco y reponerse de la sorpresa.

     —Un placer Mauro. Yo soy Héctor.
     —El placer es todo mío, digo, de los dos, él es mi amigo Richard.
     —Si me sueltas una mano lo puedo saludar.
     —Ah si perdón. Jejeje
     Mauro deja libre ambas manos de Héctor y este le extiende el saludo a Richard, que aún no ha pronunciado palabra alguna hasta ese entonces.
     —Sí que le gustas, nunca lo he visto así. —Dijo por fin—
     —Eso viene de muy cerca, no te puedo creer mucho. Pero bueno no sé qué decir. Sólo que también lo veo interesante. —Le dijo mirando a Mauro con una sonrisa tonta. Sentía que le temblaban las piernas, y también los labios, era un manojo de nervios.
     Mauro ríe también.
     
     —Y bien, ya nos presentamos, ahora sí creo oportuno que puedas formular tu petición. O era una excusa barata para hablarme de algo?
     —Uhmm Tiene carácter. Me gusta para tí.
     —No, no era una excusa, realmente quisiera pedirte algo. Pero no sé cómo lo vallas a tomar.
     —Prueba y verás que pasa. Las grandes empresas comienzan con grandes riesgos.
     —Supongo —Dijo Mauro perdiendo un poco el coraje y firmeza que había mostrado hasta el momento. Quizá era miedo.
     —¿Y entonces?
     —Quería pedirte, osea Quiero... Quiero pedirte... un beso.

     Héctor había imaginado que era eso, por lo que se había preparado una pequeña escena, se puso serio aunque explotaba de emociones por dentro, se lo hubiera comido a besos allí mismo, pero se contuvo. Al ver la expresión en el rostro, Mauro se sienta nuevamente y también se pone serio. Richard observa el panorama, pareciera que veía la novela de las 3:00.
     Los mira a ambos y se va acercando despacio hasta Mauro que abre un poco las piernas, este aprovecha y se coloca casi pegado a su cuerpo, lo mira desde arriba, y este levanta su cabeza. Héctor se inclina despacio y al estar cerca de su cara, si no fuera por el ruido ambiente hubieran escuchado sus respiraciones, pega sus labios a su oído derecho y le dice:
     —Este no es un lugar para un primer beso, si pruebas uno, querrás otro, te lo aseguro. Así que tú decides,  ¿lo quieres aquí ahora o allá fuera cuando esto termine? De hecho yo voy de salida.
     Se incorpora, se aleja un poco y espera una respuesta, Richard los mira confuso.
     — Nos vemos en el parque dentro de un rato. Déjame terminar algo aquí.
     —Como quieras.

     •••••••••••••••••••

     En el parque tampoco habían muchas personas, pasaban las 2:00AM. Héctor se había sentado en las escaleras de un Anfiteatro buscado un poco de calor. Pensaba que le quedaban par de horas hasta la salida de su Ómnibus. Pero más pensaba en lo que había sucedido dentro del Antro, ¿quién era ese chico? Aunque había salido de fiesta pocas veces en esta ciudad no tenía idea de haberlo visto antes. Tenía mil preguntas en su cabeza, ¿era este encuentro lo que tanto estaba presintiendo? Ese desborde de sentimientos y cosas raras que habían sucedido en apenas minutos ¿qué significaban?
     —Total, eso es como todo, palabras del momento que allí se quedaron, luego si te he visto ni me acuerdo, seguramente hasta borrachos estaban ellos —Pensaba—

     Había pasado ya un tiempo allí en esa escalera y decidió ir a un pequeño comercio donde vendían bebidas alcohólicas, y confituras, allí era donde compraban el vino, pero este lo que tenía era ansiedad por comer algo, pero como sabía que no le caería bien, compró sólo goma de mascar y unos caramelos, para ver si dejaba de tener ese sabor amargo en la boca. Cuando está saliendo del establecimiento casi choca con Mauro que venía con algo de prisa y un poco serio. Al verse se volvieron sonrisas.
     —Pensé que te habías ido. Que bueno que no
     —No, créeme que aunque quisiera irme no podría aún. Pero no pensé que te fueras a acordar de mí cuando salieras de la Disco.
     —¿Porqué dices eso? Llevo un rato buscándote como loco
     —Ahh sí ¿Y eso para que?
     —¿Cómo que para qué? Para cobrar lo que me debes.
     —Jajajajaja—
     —Está bien, dejemos los juegos, te voy a cumplir tu pedido, porque yo deseo muchísimo también probar tus besos.
     —Sígueme. Dijo Mauro y caminaron media cuadra hasta llegar a la esquina. Allí había una tienda de artículos de ferretería. En el portal había poca luz, sólo las que se reflejaban por las vidrieras desde el interior. Mauro tomó a Héctor del brazo y lo guío exactamente hasta el medio de dos grandes aparadores donde casi no había luz reflejada, desde esa posición eran casi imposible de ver desde la calle, a no ser en la del lateral, a la que iban a cada rato algunos para orinar detrás de un poste eléctrico.
     Allí estaban de frente uno al otro, Mauro lo abrazó fuerte, y Héctor hizo lo mismo. Por Dios qué bien se sentía aquel momento, no hubiese querido que acabara nunca. Mauro rompe el abrazo tomando la cara de Héctor con ambas manos y levantando su cabeza con delicadeza hasta que se vieron a los ojos nuevamente y este se inclina lentamente buscado sus labios. Héctor cierra sus ojos, y espera a que sus labios rosen de una vez y por todas con aquellos que tanto espera. Hasta que por fin siente que llegan, sube sus brazos lentamente por la espalda de Mauro hasta llegar a su cabeza y acaricia su pelo, allí están unidos por fin en un beso que no aparece acabar nunca, primero despacio con una delicadeza que pareciera una cámara lenta, y luego con una pasión tremenda, jadeantes ambos y subiendo la intensidad, exactamente como Héctor había pronosticado hacerle, se muerden a ratos, sus lenguas rozan una con la otra, ya es una locura, es algo fuera de este mundo, Mauro pasa de ser delicado a manera brusca, con una de sus manos agarra la boca de su compañero haciéndole unir los labios y besándolos sin que el otro pueda responder apenas, y esto le hace tener mucha excitación, Héctor no se queda detrás  y lo empuja contra la pared, pegándose bien a él, vuelve a besarlo, mientras mete sus manos por debajo de su pulóver, quiere sentir su piel, toca su espalda y baja lentamente intentando ahora abrir paso por su pantalón, hasta llegar a sus nalgas pero no lo logra, su cinto está bien ceñido
     —Puto cinto
     Al estar tan pegados ambos sienten sus bultos delanteros, y los rozan constantemente. Mauro baja una mano y acaricia la zona de la cremallera palpando su Pack.
     —Uff está responsable eso— dijo apenas sin separar sus labios.
     —¿Tú crees?
     —Ujumm.
      Héctor siente que ya está demasiado fogoso y sabe que no se va a poder controlar, no quiere dar una mala impresión a la primera pero este chico hace que se le suba el romance con lo  pervertido, todo a la vez. Nunca le había sucedido esto. Lo pensó por un momento, tuvo sus dudas pero lo decide, busca con sus manos la hebilla del cinto, aún sin separarse de sus labios. Se atasca la correa, lo que lo enfurece internamente, Mauro se percata de lo que intenta hacer.
     —Suele trabarse— mientras con destreza, hace que se libere. Héctor nota que tiene acceso con sus manos más allá y no lo piensa, llega hasta sus nalgas y las acaricia constantemente. Mauro le toma una de sus manos y se la dirige hasta su Pack, quiere que Héctor juegue y acaricie su miembro que está súper duro.
     Al tenerlo en su mano corta el beso de repente.
     —¿Qué sucede?—
     —¿Responsable yo? Ya esto no está responsable esto está exagerado.
     —Jejejeje—
     —Normal.
     —No me mientas. —dijo riendo y volviendo a sus labios.
     Ambos tienen sus manos tocando sus partes contrarias.
     —Tenías razón cuando dijiste que no me conformaría con sólo un beso. Y deseo mucho más que eso ahora.
     —¿Y qué deseas exactamente?
     Mauro pone sus dos manos sobre la cabeza de Héctor y hace presión hacia abajo, lo que para el otro estaba más que claro. Bajó lentamente hasta estar de rodillas. Allí estaba delante de aquel pedazo de carne apetitoso que tenía en sus manos, miró hacia arriba como si buscara aprobación encontrando la mirada de Mauro, este asiente con un pequeño gesto y más que eso, como aún tiene su cabeza entre sus manos lo dirige hasta su pene.
     Héctor con un movimiento brusco quita sus manos, no soporta que lo controlen, y estando en total libertad se dispone a introducir aquello en su boca. Para ese entonces ni se acuerda de su molestia en la garganta. Con su lengua hace un pequeño preámbulo y juega suavemente con el glande de su compañero, que se contrae varias veces y deja escapar pequeños gemidos de placer.
     —¿No sabrá que estoy comenzando? ¿O creerá que es a lo más que puedo llegar? Jejeje.
     Héctor agarra sus testículos suavemente mientras los acaricia y con su dedo índice va rosando aquella zona a la cual le dicen "tierra de nadie" al mismo tiempo que decide introducir aquel pedazo de carne lo más que puede en su boca, siente que se ahoga teniéndola en la garganta al mismo tiempo que Mauro lo vuelve a tomar por la cabeza y lo fuerza más aún. Esto hace que Héctor se excite tanto que ya está húmedo aún sin tocarse, nunca antes le había pasado, pero verse sometido ante alguien que lo fuerza y domina le da un morbo asquerosamente divino.
     —Ahhh ahhhh ahhh—
      Es lo que se escucha apenas de Mauro mientras con mayor intensidad su compañero de abajo le hace sexo oral por varios minutos.

Es primera vez también que Héctor hace algo así en un lugar público y esto suma más a su nivel de excitación.
     Ahora tiene sus manos en las nalgas de Mauro, mientras vuelve a jugar suavemente con su lengua y sus labios con aquel rabo delicioso. Mira hacia arriba viendo a su compañero que tiene su pulóver llevado a la boca y los ojos cerrados con una gran expresión de orgasmo. Lo disfruta mucho

     —Y es aquí donde te recojo el anzuelo bebé jejeje

     Héctor disminuye considerablemente todo lo que hace, pareciera como un juguete que se va quedando sin baterías, y lo mismo le sucede a Mauro que nota el bajón, abre los ojos y allí está Héctor mirándolo.
     —Casi me la sacas ya, uff qué rico todo. No pensé que fueras tan loquito, con esa cara de niño bueno. Dale, que la tengo en la puntica ya.
     —¿Sí? ¿Quieres que te la saque todita papi?
     —Ufff no me pongas esa carita coño, que rico. Claro que quiero.
     — Pues en otro momento o lugar, no será aquí en el portal de una tienda bebé.
     —Jajaja que malo eres, no creo que me dejes así, me van a doler los huevos.
     —Vamos para tu casa, ¿vives lejos?
     —¿Mi casa? Al decir esto comienza a subirse el pantalón y observa que ya el otro está completamente vestido y se asombra pues no se dió cuenta en el momento que lo hizo.
     —Sí, tu casa. Mira te voy a hablar claro, yo sé que ahora yo te digo que esto nunca lo había hecho de esta manera y no me creerás, vas a pensar que soy un fácil de la vida que se va con el primero que pase. Pero igual te digo que no soy así. ¿Y sabes? creo que me gustas más de lo normal al punto de llegar a hacer algo como esto. Por eso no quisiera que todo termine en el portal oscuro de una tienda sino quisiera poder pasar al menos una noche contigo, yo no soy de aquí de esta ciudad y quizá no nos veamos más.
     —¿No eres de aquí? Por eso no te había visto antes.
     —No, yo soy de -------
     La alarma de una de las tiendas cercanas se activa provocando que estos se apresuren a salir del lugar.
    —Ahh ya. Bueno yo quisiera mucho de verdad poderte llevar para mi casa ahora mismo. Y no creas que pienso que eres un fácil, yo tampoco acostumbro a hacer cosas así. Hace tremendo frío, y ojalá pudiera dormir abrasado a tí al menos una noche. Me gustas mucho Héctor. Pero a mi casa... a mi casa lamentablemente no te puedo llevar.
     —¡Valla que anormal soy! Ni pregunté, disculpa no pasa nada ya entiendo.
     —¿Qué es lo que entiendes?
     —Es muy obvio ¿no? Tienes pareja seguramente.
     —Jajajaja noooo no es eso. Créeme que si tuviera no me hubiera fijado en ti, o quizá sí pero no hubiéramos llegado tal punto, y por cierto me duelen ya los cojones para que sepas.
     —Ppuufff jajaja, perdón fue sin querer jajaja.
     —Pero que chino más descarado este. Jajajaja
     Mauro detiene la marcha, se coloca delante de Héctor y le da un beso tan apasionado que para ambos el suelo desaparece, desaparecen las edificaciones que los rodean, flotan en una nube, ninguno de los dos había experimentado tal cosa antes, es un momento mágico que no quieren que termine. Pero como todo lo bueno dura poco....

     —Buenas noches ciudadanos, sus Carnets de Identidad por favor...


    

PARAÍSO DE MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora