¿ERES FELIZ?

14 4 1
                                    

     Al abrir los ojos Héctor se encuentra arropado, la verdad no durmió mucho aunque se sentía muy descansado, era medio día. Mauro ya no estaba a su lado, preparaba algo en la pequeña cocina. Un aroma delicioso inundaba aquel lugar. En el borde de la cama estaba colocada su ropa, se vistió, y tomó unas chancletas que también estaban cerca y que le quedaban muy grandes. Sonrió y se dispuso a cruzar a la pieza siguiente.

     —¿Te desperté con el ruido de los calderos?
     — No, para nada, de hecho me siento como si hubiese dormido tres días seguidos.
     — Mi madre está al llegar estoy adelantando el almuerzo.
     — Huele bien, ¿Tú sabes cocinar?
     — Y muy rico, no voy a ser modesto.
     — Tampoco quiero que lo seas, me gustan las personas seguras de sí mismas.
     — Y a mí me gustó, y mucho, lo que ocurrió en esa cama.

     Héctor sonríe de manera pícara mientras se acerca mirándolo fijamente a los ojos. Al estar frente a él se para de puntillas mientras con sus manos acaricia la cara de Mauro y lo trae hasta sí diciéndole al oído en un susurro:

     —Yo lo hago todo rico... y aún te falta mucho por ver.

     En esa habitación nadie lo pondría en duda, a Mauro aquellas palabras le excitan al punto de tener una nueva erección, agarra a Héctor por la cintura mientras se lo come a besos; ambos están muy calientes a pesar del frío clima. Claramente llegar a una penetración sería algo que los dos deseaban. Sentían sus miembros duros rozar uno con el otro y la intensidad quizá hubiera terminado en final feliz si una perra de manchas blancas y negras que estaba fuera de la casa no hubiera comenzado a ladrar animadamente moviendo su cola.

     — Se llama Luna, y seguramente viene mi madre. Por eso ladra así. No sé dónde estaba metida cuando llegamos.

     Efectivamente, Helena ya venía subiendo la pequeña colina, y la perra salió corriendo a su encuentro.

     — Ahora tengo mucha más vergüenza con tu mamá, que me vea aquí en su casa y evidentemente acabado de levantar de su cama.
     — No tienes que tenerla, créeme. Ella si me ve feliz está feliz.
     — ¿Y estás feliz?

     Mauro titubeó para responder, y en el momento en el que pareciera que diría algo sus miradas se voltearon a la puerta.

     —Hola mis niños, ¿descansaron un rato o no han dormido nada?

     Helena acababa de llegar con algunas bolsas pesadas, por lo que Héctor se apresuró para ayudarla a colocar sobre la pequeña mesa circular. Mauro le restó importancia y siguió enfrascado en lo que cocinaba.

     — Gracias mi niño.
     — Gracias a usted Helena por permitirme estar aquí en su casa y descansar, que sí que lo hicimos. Realmente lo necesitaba.
     —No hay de qué mi amor, como viste somos pobres, pero compartimos lo que tenemos.
     — Las cosas materiales van y vienen, tengo corta edad pero eso yo lo sé bien, mi familia también ha pasado por momentos difíciles. Pero el amor es el que no puede ser pobre. Y por lo que veo ustedes son muy unidos y eso es más que una bendición.

     Helena le da un beso en la mejilla a Héctor y se aproxima a Mauro dándole uno también, mientras le dice:
 
     — Qué silencio el tuyo!
     — Mami sabes que no me gusta hablar sobre esas cosas.

     Indiscutiblemente hablar de pobreza afectaba a Mauro de manera profunda. Cuántos sueños rotos, cuántas añoranzas, cuánto comparar con otros lo que él no podía tener.

    

     Después de un delicioso almuerzo durante el cual hablaron sobre varios temas, incluso sobre las familias de ambas partes. Se encontraban los tres sentados sobre la pequeña cama, tratando de ver el TV a blanco y negro, el cual debido al pésimo servicio eléctrico, era casi imposible. Helena se levantó diciendo que se recostaría un rato pues debía regresar a la farmacia para el turno de la tarde. Así que la pareja se quedó a solas.

     — Mauro dime algo...
     — Algo
     — Pesado jajaja... Ya serio, quiero que me digas, exactamente qué somos o cómo quedaremos. Recuerda que me debo ir dentro de un rato y quiero irme con una idea clara. Yo sé que es muy pronto para definir algo pues acabamos de conocernos y quizá tú no...
     — Somos novios Héctor, no-vi-os. Yo sé que es muy apresurado pero yo quiero, ¿y tú... quieres?
     — Sin pensarlo te diré que sí quiero, claro que quiero. Siento que te conozco de siempre, tenía un presentimiento raro y ya estoy convencido que era el de que conocería a alguien tan especial como tú.
     — Especial dice... Yo que no tengo nada que ofrecerte.
     — Nada más, que el apoyo y amor de la persona que esté a mi lado, eso quiero. Si no puedes ofrecerme eso, evidentemente nunca más nos veremos.
     — Sí que nos vamos a ver y muy pronto, te quiero aquí en cuanto termines de trabajar en tu próximo turno.
     — Nunca había contado días, y ya lo hago a partir de este momento.

      Se acercan lentamente, y se besan como ya viene siendo costumbre, con tanta pasión que el mundo parece detenerse a su alrededor. Susurran:

Hoy no podré dormir pensado en tí...
— Yo tampoco podré hacerlo, conocerte ha sido maravilloso Héctor. Eres mi novio, y no quiero que nadie más te toque. Eres mío sólo mío.

⚜ ⚜ ⚜ ⚜ ⚜

   

  Al subir al ómnibus, Héctor toma un lugar cerca de la ventanilla donde puede ver a Mauro de pie en la parada, había llegado la hora de decir adiós por el momento a este encuentro. Ambos están serios y piensan exactamente lo mismo: ¿por qué coño no vivimos cerca?
     Queda mucho por decir, por demostrar, por conocer, quedan los deseos enormes de un reencuentro, algo tan bueno no debería haber tenido una pausa en este punto. Sin dudas una pausa que marcaría la primera definición de lo que sería el significado de la palabra CONFIANZA de Héctor hacia Mauro.
     Y mientras el ómnibus toma la marcha, ambos se dicen adiós con sentimientos encontrados, felices pero rotos, se preguntan que si la lejanía enfriaría la intensidad vivida recientemente. Sobreviviría una relación en tales circunstancias? ¿Habría algo que se pudiera hacer para sobrellevar algo así?  ¿Cómo terminaría ese año y cómo vendría el nuevo?  Así quedan; uno recostado sobre la ventanilla del ómnibus, el otro regresa a su casa con las manos en los bolsillos.

    
    

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

PARAÍSO DE MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora