CONFESIONES

21 3 2
                                    

     Faltaba poco para que Héctor tuviese que ir para la terminal de ómnibus, casi amanecía. Allí estaban en total silencio. Mauro bajó la cabeza decidido a contar lo que tanto temía, pero no quería mirarle a los ojos. Héctor con gesto cariñoso levantó su mentón diciendo: —Soy yo y seguiré siendo yo. No te voy a juzgar.
    
     —Mi vida es un poco complicada en cuanto a temas de familia, he tenido que pasar por muchas cosas que ojalá un día te pudiera contar si llegáramos a algo serio, cosa que no creo que pase cuando sepas sobre mí.

     Esperó alguna respuesta de Héctor, pero este hizo un gesto negativo con su cabeza y sólo dijo: —No diré ni una sola palabra hasta que no me cuentes todo lo que desees.

    —Como quieras.  En fin, por esas cosas de la vida he tenido que estar al lado de mi madre, al separarse de mi papá decidí estar a su lado pues fué ella quien dejó la casa, el cómo y porqué no viene al caso ahora, sólo que comenzamos a vivir de alquiler en alquiler, y digamos que no me han tocado buenos padrastros, no sé si el del problema soy yo o ellos, pero ha sido insoportable. Hubo uno que nos dijo que compraría una casita, y eso nos puso algo alegres dentro de tanto conflicto, vendimos todos los equipos eléctricos, que no eran muchos, un TV, una lavadora, y una plancha, pedimos dinero prestado a un tío, y también vendí algo de ropa, siempre pensado en que después lo íbamos a recuperar, nos quedamos sin nada, aunque siempre me quedé en dudas por lo barato de la famosa casa. Cuando tuvimos el dinero todo junto, se lo dimos y se desapareció dos días; a su regreso dijo que los había pasado buscado pero que al final había encontrado donde íbamos a vivir. Mis iluciones fueron altas, tendría un techo al menos y ya no tendríamos que sacrificar tanto para pagar una renta, ni el temor de que nos sacaran a la calle de un día para otro, como pasó varias veces. Nos dijo a mi madre y a mí que ese mismo día iría a limpiar para dejarlo todo listo. Ese día no regresó, lo hizo al siguiente por la tarde y diciendo que recogiéramos todo, que venía un tractor con una carreta para la mudanza. Entre una cosa y otra nos cogió la noche en eso. El lugar está a las afueras de la ciudad, cuando fuimos entrando al barrio había mucha oscuridad, yo estaba muy cansado ese día, y sólo quería llegar y dormir, si había que organizar algo más, lo haríamos en la mañana, al pasar frente a una casita ví a duras penas un foco prendido, muy opaco, amarillo, y una señora sentada en un portal, con un pedazo de cartón abanicandose la zona de las piernas, claramente habían mosquitos, y la escuché gritar a alguien diciendo: —¡Corre para que veas a los nuevos desgraciados que vienen para el barrio!— en tono de burla. No supe que decir o qué hacer, sólo me dió por mirar a mi madre y mi padrastro. Cuando al fin llegamos claramente se notaba que la casa estaba un poco apartada pero no reparamos en detalles, comenzamos a bajar las cosas y las pusimos al frente, no había corriente. Le pregunté a mi padrastro el por qué y me dijo que no me pusiera a buscar pleito, que al día siguiente se resolvería, la verdad yo tampoco tenía deseos de discutir, tanteando a duras penas pudimos acomodarnos y hasta sin comer nos quedamos dormidos. Eso no fué lo malo sino el despertar, cuando abrí mis ojos y miré a mi alrededor, quise que la tierra se abriera y me tragara, una casa de madera muy vieja. Cuando salí, y miré a los alrededores me dí cuenta que estábamos dentro de un monte de marabú,  a penas se veían las casas cercanas, sólo sus techos, efectivamente era un barrio de construcción ilegal metido en la periferia de la ciudad. Lo que hemos pasado es duro, y ha hecho que pierda un poco la autoestima, es por eso que no te puedo llevar allá, me muero de vergüenza que veas donde vivo, además que es muy pequeño eso y ni privacidad tengo, no he podido recuperarme económicamente, no tengo mucho, lo que vez es pura fachada, quizá pensaste que vivía bien, o que tenía algo propio pero no es así. Y entiendo que ni te quieras fijar en alguien como yo, que no tengo nada que ofrecer. De verdad me hubiera gustado poder decirte, vamos para mi casa, beber un par de copas, darnos calorcito, y no habernos quedado en este parque frío, pero esa no es mi realidad. Es todo. No sé que más decirte.

PARAÍSO DE MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora