COMPENSACIONES

21 2 0
                                    


 

  Llegaron al parque y se sentaron en una banca, algo apartados del bullicio de los noctámbulos, se situaba debajo de un árbol el cuál sus ramas caían algo por arriba de sus cabezas, por lo que no estaban muy visibles para los demás.  Hacía algo de frío. Al sentarse Mauro tomó una de las manos de Héctor, la tenía helada. –¿Tienes frío?– Preguntó

     —Sí, soy bastante friolento de hecho.
     —Ven acércate a mí, no sé que hacemos tan separados después de lo que acaba de pasar entre nosotros.
    —Jaja bueno, realmente yo no sé ni que fue aquello, nunca lo había hecho, quizá me dejé llevar por el momento, y mira las consecuencias que trajo ese acto.

      Mientras se acomodaban ambos y Mauro encerraba entre sus brazos a Héctor, respondió:
    
     —Bueno, realmente consecuencias no trajo ninguna y no me has respondido que fue todo eso, osea como nos libramos de esa multa.
     —Realmente yo no estaba seguro de que íbamos a librarnos de ella, sólo que me percaté de que ya querías discutir y aunque no me gusta, saqué una pequeña ayuda. Soy trabajador de las FAR, por tanto tengo un carnet que me acredita y también uno de la UJC por lo que les entregué todos juntos a la oficial para que se percatase de que de alguna manera yo también me muevo en ambientes militares. Al parecer le caímos bien a pesar de todo. Jajaja.
    —Jajajaja ahhh, ya comprendo, eres la candela chinito. Espera... ¿Entonces me quieres decir que tú eres militar?
     —No soy militar, mi trabajo tiene un cargo civil.
     —Para mí es casi lo mismo. ¿Y exactamente qué haces en tu trabajo?

     Héctor sabía que esta pregunta estaba al aparecer y le temía un poco. No por lo que tendría que ocultar sino por la reacción que imaginaba tendría Mauro.

     —Mi trabajo conlleva cosas clasificadas y confidenciales que no puedo decirte, disculpa.
     —Valla, ¿pero por arribita no me puedes decir?
     —¿Pudiera pedirte que habláramos de otra cosa?  No me siento cómodo con ese tema.
     —Ok disculpa por preguntar, sólo quería saber un poco sobre tí.
     — Exactamente esta era la reacción que Héctor esperaba, así que ya tenía su respuesta.
     —Discúlpame tú a mí, de verdad. Te lo compenso con un beso.
     —Uhmmm para mí está muy pero muy bien.

     Volvía a desaparecer el entorno a su alrededor, aquel beso húmedo y apasionado acompañado del calor que emanaban sus cuerpos abrazados, los hacían flotar nuevamente, ninguno comprendía cómo siendo dos desconocidos hasta el momento tuvieran tanta química y complicidad, era como si se conocieran de toda la vida, y simplemente estaban de paseo una noche en la ciudad.

     —No sabes lo mucho que te deseo. Quisiera estar ahora mismo en un lugar sólo tú y yo con más intimidad. Me gustas mucho Héctor, y que sepas que tampoco yo suelo comportarme de esta manera tan ligera, pero estoy seguro que los momentos buenos hay que saber aprovecharlos.
     —¿Momentos? Eso seremos, sólo un momento de placer y después si te he visto ni me acuerdo. Ya conozco esa historia, se repite mucho.
     —Ojalá fuera mucho más que eso, respondió Mauro acariciando su rostro con ambas manos. ¿Sabes? Estoy cansado de tropezar con la misma piedra, de no tener una estabilidad en mi vida. Y cansado de que me vean como un objeto sexual.
     —Bueno... lo siento.
     —¿Lo sientes por qué?
     —Por lo que acabas de decirme, quizá me viste como alguien que se quiso aprovechar de tí sólo por algo sexual.
     —Para nada he pensado eso, no vuelvas a repetirlo, tú eres diferente, no sé, tienes algo que me agrada mucho, el sólo hecho de poder estar aquí contigo así abrazados me lleva a pensar que pudiera estarlo la vida entera, además quién te ha insinuado el acercamiento sexual he sido yo, no pude evitarlo, me gustas.
      —También me gustas Mauro, mucho.  ¿Sabes algo tú?
     —No lo sabré si no me dices. Jejeje
     — Pesa'o jajaja. Mi día fue bastante convulso hoy...

     Héctor le contó con lujos de detalles todo lo que había acontecimiento durante la jornada, hasta el momento en que se habían visto en aquel Bar. También pasaron mucho rato hablando por arribita de sus gustos y preferencias, el tiempo parecía detenerse, más se acercaban las 5:00 de la madrugada, por este entonces Héctor decía:

     —A pesar de todo tenía un presentimiento de que en esta noche algo iba a suceder, no sabía si sería bueno o malo, pero ese algo fuiste tú... Conocerte ha sido lindo...

      Héctor se incorporó, pues en ese momento se encontraba acostado sobre el banco con su cabeza sobre las piernas de Mauro y continuó:

     —Yo quisiera volverte a ver, quisiera conocerte más si me lo permites.
     —Suena como una despedida, que feo.
     —En efecto lo es, dijo Héctor mirando hacia el suelo. Dentro de un par de horas tendré que ir a tomar mi Omnibus a la terminal. Recuerda que no soy de aquí. Es increíble cómo los buenos ratos pasan tan rápido y sin darnos cuenta.
     —Rayos es verdad. No había pensado en eso. —Dijo mientras quedó en silencio por algunos segundos— ¿Recuerdas cuando te dije que a mi casa lamentablemente no te podía llevar?
     —Sí, ¿qué sucede? ¿No me dirás qué realmente tienes pareja y me mentiste? Odio las mentiras.
     —Noo, no es eso, confía en mí. Es algo muy difícil de explicarte, se trata de quién soy en realidad, mi verdadero yo. Algo que me duele y por lo que realmente también hago rechazo a tener a alguien en mi vida. La vergüenza y la baja autoestima es algo que me caracteriza cada vez que pienso en ello.
     —Mírame. —Dijo acariciando su rostro tiernamente, —ahora te pido que confíes en mí, te juro que no te voy a juzgar, sólo te escucharé, y si puedo ayudarte lo haré. Nunca dudes de esto. No quiero despedirme de ti hoy sin saber qué sucede contigo y te prometo que regresaré pronto para volver a verte. Además te compensaré con muchos besos cuando termines de contarme todo. ¿Que te parece?
     —Me haces mucho bien, de verdad y tus palabras me tranquilizan, además esto de las compensaciones me está gustando demasiado, jajaja,  trataré de explicarte; lo que sucede es lo siguiente...

     Mauro cerró sus ojos, respiró profundo y se dispuso a decir:

     —Yo vivo en una casa que....

     —¡¡Llevo horas buscándote Mauro!! 

       Una voz muy conocida para ambos los hizo voltear sus cabezas repentinamente para encontrar frente a ellos a alguien que al menos para Héctor era la última persona que esperaba y desearía ver en aquel momento.

PARAÍSO DE MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora