LA RUPTURA

94 7 2
                                    


 

   Era una mañana cualquiera de septiembre, hacía poco acababan de despertar, Mauro había cambiado su semblante después de revisar el móvil, se tornó cadavérico, pálido, como si realmente hubiera muerto, sus ojos habían perdido el poco brillo que les quedaban

y esa misma frialdad le recorrió a Héctor de pies a cabeza al mirarlo; lo conocía demasiado bien, eran varios años juntos como para no hacerlo, sintió una soledad tremenda teniendo a la persona que amaba a su lado, su todo, su mundo, su único amor...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

y esa misma frialdad le recorrió a Héctor de pies a cabeza al mirarlo; lo conocía demasiado bien, eran varios años juntos como para no hacerlo, sintió una soledad tremenda teniendo a la persona que amaba a su lado, su todo, su mundo, su único amor verdadero, y aún así se sentía en el fondo de un pozo seco y oscuro.
-Siéntate Mauro. -dijo Héctor con palabras entrecortadas, dando suavemente con la palma de la mano en el borde de la cama justo al lado donde estaba sentado y mirándolo con los ojos rojos a punto de estallar en lágrimas. En el fondo imaginaba cual sería la respuesta pero quería escucharla.
-Dime que es lo que está pasando porque te siento súper frío. Hago de todo por estar bien contigo, te lo he demostrado, he dejado mil cosas por querer intentarlo todo una vez más y te siento ido, distante, no estás aquí. Si tienes que decir algo dilo, pero dilo ya.
-Mauro caminaba de un lado a otro, encendió un cigarrillo y con la mano izquierda jugaba con un mechón de su pelo, para Héctor estaba claro, sucedía algo. Estas semanas le habían confirmado que Mauro ya no lo quería, o mejor dicho, que no lo amaba.
Habían pasado por demasiadas cosas y esta era una última oportunidad que se estaban dando a tanta insistencia de Héctor por cambiar y dejar atrás todas la cosas erróneas que venían sucediendo entre ellos. Llevaban un mes de reconciliación después de algunos separados, un mes en que no todos los días se quedaban juntos, pues Mauro se había marchado de casa con todas sus pertenencias y no quería regresar definitivamente hasta estar seguro de que era lo que quería. Por su parte Héctor sabía en el fondo que eso no iba a suceder pero albergaba una esperanza y se aferraba mucho a ella. Este mes en verdad había sido muy diferente, al menos para este último que hacía de todo por no hacer sentir mal al otro ni provocar o inducir a cualquier discrepancia entre ambos.
-Ven... hablemos, dijimos que no tendríamos secretos o que si había algo que no nos gustara del otro lo diríamos sin caer en discusión sino para mejorar nuestra relación, que sucede "Tati". -Volvió a decir Héctor luego que viera que no tuvo una respuesta.
-Está bien, vamos a hablar pero prefiero estar de pié. -Respondió Mauro desde la puerta que dividía la habitación de la cocina.
- Mira Héctor... Yo reconozco que estás haciendo todo bien, y que de verdad no me puedo quejar de estas últimas semanas, has cambiado mucho y se te nota las ganas que tienes de que lo nuestro funcione pero yo no te puedo seguir dando esperanzas ni dando ilusiones falsas, no eres tú.... Soy yo... yo... te... te quiero... Te quiero mucho pero ya todo ha cambiado entre nosotros.
-Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Héctor, pero no dijo nada, esperaba que Mauro terminara de hablar pues sabía cuánto lo molestaba que lo interrumpiera y era algo que también estaba aprendiendo a dominar en estos últimos tiempos.
-Yo no sé qué me sucede, no sé quién soy, no me reconozco a mí mismo, -continuó Mauro-. Yo te veo ahí todos los días dándome muestras de amor, aún los días que no nos vemos, que tengo que trabajar, me llamas y me pasas mensajes de texto, cosa que antes no hacíamos ninguno de los dos, y me duele... me duele ver que esté pasando todo esto y yo no poder reaccionar de la misma manera que tú, aunque sabes de siempre que yo no soy una persona cariñosa, me cuesta mucho dar y demostrar afecto o cariño, y aprendiste a vivir así, aunque sé que hubieras querido que te lo demostrara más a menudo. Han pasado muchas cosas y hemos tomado otros caminos. Sabes que pasamos muchas necesidades y mucho trabajo y que cuando la necesidad y el hambre entran por la puerta, el amor se tira por la ventana.
-En este entonces ya Héctor no lo miraba a los ojos, su mirada estaba dirigida al suelo, y sus manos se habían recogido apretando fuertemente una sábana entre sus puños mientras seguía derramando lágrimas pero iba tomando coraje por lo que estaba escuchando, parecía algo sin sentido que estuviera escuchando de " trabajo, hambre o necesidades" justamente ahora, después de pasar por tanto y que las cosas habían mejorado mucho en esos aspectos.
-Tú bien sabes cuáles son mis propósitos ahora. Mira... -Extendiéndole su teléfono-
Héctor leyó varias veces los mensajes pues estaban en inglés, pero entendió de lo que se trataba, pues a pesar de no dominar perfectamente el idioma, algo entendía.
Esto no me dice nada... esto yo lo sé -respondió Héctor- y estamos de acuerdo, yo estoy de acuerdo y es algo que no te he pedido que dejes. No veo el problema, porqué me enseñas esto?
-Es que ese es el principal problema, cómo tú crees que me siento yo ahora? Sabes como soy, no me gusta jugar con nadie pero es quizá mi única oportunidad de irme de este país que tú sabes que ya no soporto más. Es la manera de ayudar a mi mamá a tener algo de ella propio, veo que cada día está más vieja y cansada y no tiene nada de ella. Lo siento mucho Héctor, de verdad, esto fue un error, podemos quedar como amigos, si al final no ha pasado nada para dejarnos de hablar, yo... te quiero como amigo, necesito tenerte para que me des consejos sobre esto pues tú tienes algo más de experiencia.
-La mirada de Héctor se había tornado totalmente diferente, estaba rojo, pero de la ira, había escuchado demasiadas cosas que no tenían sentido para él. Miraba fijamente a Mauro, el cuál se percató que era el momento cuando le tocaba escuchar respuestas que sabía no iban a ser nada buenas.
¿Ya? ¿Terminaste?... -preguntó Héctor con una sonrisa demasiado irónica-.

PARAÍSO DE MENTIRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora