Capítulo 3

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Jareth

Apenas veo que el enfrentamiento entre ambas chicas concluye, me apresuro a escabullirme entre los estudiantes que, al igual que yo, han disfrutado de tremendo espectáculo. Es increíble la forma en que Savannah le ha hablado a Alexia por defender a Kelly, y creo que esa a sido la mayor sorpresa del día, no en sí el hecho de que ellas dos se hayan prácticamente declarado la guerra frente a todo el internado. Ya que con la actitud de ambas, estaba claro que en más de una ocasión tendrían sus roces, pero nunca me imaginé que actuaría así como obra de buena samaritana.

Siempre se le ve tan cerrada al mundo. Se la pasa vagando sola por toda la escuela, nunca la he visto interactuar con nadie, y cuando alguien intenta acercarse a ella responde con evasivas. Es como si huyera de todos, o simplemente es mi subconsciente no queriendo aceptar que me ha rechazado y todo está en orden con ella.

Llego sin siquiera percatarme a la habitación que ahora compartimos, llevo mi mano al bolsillo trasero del pantalón en busca de la llave, pero recuerdo que la he olvidado, por lo que me recargo en la puerta a la espera de Savannah.

El timbre de mi celular suena, anunciando una nueva notificación. Lo saco pensando que es un mensaje de los chicos exigiéndome ir al gimnasio a jugar un rato antes del entrenamiento. Gran error, porque lo que veo no hace más que acabar con mi buen humor.

Alexia: ¿Por qué no me defendiste?

Desde el momento en que hicimos contacto visual supe que algo iría mal, pero ni siquiera entiendo de dónde cojones saca que voy a defenderla cuando no hay nada entre nosotros.

Devuelvo el aparato al bolsillo y cierro los ojos un momento, permitiendo a mi mente divagar. No sé qué esperaba lograr el día que le pedí a mi padre me inscribiera aquí, pero definitivamente no creo que sea ésto.

El sonido del elevador al abrir sus puertas me alerta, por lo que veo a Savannah descendiendo de éste al entreabrir los ojos.

—Hasta que llegas —murmuro haciéndome a un costado para que pueda abrir la puerta.

—¿Por qué estabas esperando a que llegara?

—¿No es obvio? Se me olvidaron mis llaves.

Ingresamos al cuarto, yo detrás de ella, y lo primero que hace es lanzar su mochila a la cama como si no quisiera saber más de ella. Yo, por mi parte, pienso que no sería tan mala idea dormir un poco.

—Ya que por alguna extraña razón has decidido aparecerte por aquí tan temprano, será mejor que nos pongamos manos a la obra con lo que tienes pendiente —dice, frenando mis intenciones.

Se sienta en el piso y jala su mochila hasta que la tiene nuevamente consigo. No parece una chica a la que le gusta la escuela, y mucho menos que le agrade la idea de pasar la tarde haciendo tareas sin parar o ayudando a alguien a ponerse al corriente. Y no sé por qué esa parte de su personalidad me intriga más.

Sí domina los temas que vemos en clases, y no dudo de su capacidad para hacerlos entender, y se nota el esfuerzo que pone para hacer la más insignificante de las tareas, pero no logro asemejarla con uno de esos cerebritos. Es como si hubiera algo más detrás de toda esa actitud de nerd.

Pierde su mirada en el listado de mis tareas pendientes que sé, cada maestro le ha dado, porque me lo hicieron saber; mientras yo pierdo la mía en ella de manera involuntaria.

—¿Sabes? —pronuncio sin percatarme realmente de lo que estoy haciendo—. Me resultas una chica interesante e increíble. —Su atención no tarda en recaer en mí, y me mira confusa. Me siento frente a ella a la par que me relamo los labios pensando en la palabra que me ha hecho falta pronunciar, sin sacarle los ojos de encima en ningún momento. Hasta que finalmente agrego—: Pero sobre todo intrigante.

Convaleciendo al corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora