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Las decoraciones de Halloween ya han aparecido en los escaparates, y hace más de un mes desde mi encuentro con Gorka.

El frío ya se ha empezado a hacer presente en las calles, y cuando respiro parezco un dragón. Félix y Claudia de vez en cuando salen conmigo para tomar un café o para comer, pero puedo notar que los dos están disconformes desde que fui a la fiesta de inicio de curso.

Supongo que es una especie de maldición lo que tengo con la primera fiesta del curso.

-Escuchad, chicos. Puesto que durante el fin de semana vais a tener mucho tiempo libre, quiero que hagáis una obra original. Va a ser un paisaje, pero no quiero un cerro con ovejitas. Quiero ver vuestras casas, quiero interiores, quiero chimeneas, sillones, camas... Lo que sea, se puntuará técnica, color, y además expondremos los cuadros, aquellos que reciban adjetivos menos comunes, se llevarán más nota.-

¿Cómo puede ser un interior poco común? Es siempre lo mismo, muebles y paredes. No tienen nada especial.

Vuelvo a mi apartamento, mañana es Halloween, y lo más seguro es que Gorka aparezca, así que tengo que hacer el cuadro antes de que venga.

Intento buscar en mi memoria alguna vez en la que mi propio apartamento me halla aparecido exótico. No encuentro nada, así que empiezo a hacer trazos sin entender muy bien incluso yo que está pasando.

No me doy cuenta del tiempo que ha pasado hasta que ya a penas puedo ver lo que pinto.

Observo el cuadro, y me horrorizo.

No es mi piso, ni mi casa.

Tiene las paredes blancas y un balcón abierto al fondo. Hay ropa en el suelo, y la perspectiva es desde una cama con las sábanas revueltas.

Se me cae el pincel al suelo, reconozco ese lugar, y ese momento.

Llaman a la puerta antes que que me pueda llevar el cuadro de allí. Así que lo pongo de cara al ventanal, y abro la puerta.

-Tengo que pasar la noche aquí.- anuncia Gorka mientras tira su mochila al suelo.

-¿Qué? No. El tratado dice... -

-El tratado está roto.-

-¿Y eso quién lo decide?-

-Yo.-

No puedo decirle nada más porque entonces sospechará algo.

-Te he traído algo.- abre su mochila, y saca una bolsa. -Es para mañana, espero que te esté bien.- Me la extiende, y la guardo. -¿No vas a abrirla?-

-Has dicho que es para mañana. ¿Debería abrirla?-

Niega con la cabeza y se tumba en mi cama. Coge mi portátil y busca algo.

-¿Quieres algo?- le pregunto mientras miro de reojo el cuadro que está contra la pared.

-La verdad, es que tengo hambre. Si hicieras el favor de traerme una hamburguesa.-

-Claro. Voy a pedirla.- cojo mi teléfono y llamo a la hamburguesería de al lado.

-¿Has pintado otro cuadro?- pregunta sin quitar los ojos del ordenador.

-No.-

-¿Y por qué hay pintura por todos lados?-

Me miro los dedos, los tengo blancos por el acrílico, no puedo negarlo.

-He estado pintando, pero no es mucho.-

-Enséñamelo.-

-No te gustará.-

-Todavía no lo he visto.-

Tengo que evitar que lo vea a toda costa

-Es un desnudo.- digo.

-Esas cosas no me importan.-

-Es tu hermano.- me acuerdo de que Gabriel alguna que otra vez a venido a modelar a clase.

Gorka hace una cara de asco.

-Tienes razón no me va a gustar.-

Pasamos el resto del tiempo en silencio, hasta que viene la hamburguesa.

-¿Tú no comes?- pregunta devorando el primer bocado.

-No tengo hambre.-

Después de esta interacción cojo mi móvil y espero hasta que se me empiezan a cerrar los ojos.

No es la primera vez que duermo en el suelo, así que no me parece demasiado incómodo. Me voy acomodando cada vez un poco más hasta que encuentro una posición agradable.

-¿Vas a dormir en el suelo?- Gorka se ha puesto la capucha de su sudadera, y está enfrascado en el ordenador.

-No hay otro sitio.- no espero que me deje un espacio en la cama, y tampoco sería beneficioso para mí tenerlo tan cerca. -Voy a salir un momento.-

Cojo el paquete de cigarros y salgo de mi casa antes de la que puede representar una de las noches más largas de mi vida.

Me pongo a fumar, un cigarrillo tras otro, sentada con la espalda apoyada en la pared, cerca de los cubos de la basura.

Estoy demasiado cómoda, así que no me doy cuenta de que me he dormido hasta que los primeros rayos de sol me rozan la espalda con asco. Al levantarme, las rodillas me crujen y me caigo en el suelo. Freno la caída con mis manos, y caen sobre un charco de vómito.

-¿Dónde has estado toda la noche?- Gorka aparece somnoliento.

No le puedo decir que he dormido fuera, no quiero que piense que lo he hecho porque tengo algo contra él. Cerca de la basura hay una botella de vodka. La muevo para que emita un leve tintineo, y él la vea.

-Ya veo. Deja que te ayude.- se acerca a mí. -

-NO.- la voz me sale un poco más fuerte de lo que esperaba. -Estoy bien.- vuelvo a mi tono normal.

-Bueno, yo me voy ya.- se coloca la mochila a la espalda. -Nos vemos.-

Cuando me quedo sola me levanto y vuelvo a mi piso. Me doy una ducha rápida y abro la bolsa que dejó Gorka.

No sé si es una broma de mal gusto, pero hay un vestido negro ceñido con detalles en rojo, un tridente de plástico, y unos cuernos.

Adult(o)erioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora