17

4 0 0
                                    

Mi hermana, Gabriel, Gorka y yo nos hemos adueñado de la pista de baile. Gritamos, cantamos, saltamos como salvajes bajo los ojos desaprobatorios de mi madre.

-Selena, voy a echar un cigarro. Vuelvo enseguida.- le aviso a mi hermana.

-¿Quieres que vaya contigo?- me pregunta.

-Tranquila, Selena. Yo voy con ella.- detrás de mí, Noera me ofrece una sonrisa.

-Bueno, pues ahora vuelvo.-

Noera y yo salimos de donde se está celebrando el banquete y nos vamos a un sitio algo alejado.

Encendemos los cigarros.

-Así que es verdad que "el que sigue lo consigue".- dice mientras emana humo.

-¿A que te refieres?-

-A Gorka, obviamente.-

-No estamos juntos.- sé por dónde va a ir la charla y no me gusta.

-Eso no es lo que dice todo el mundo.- da otra calada. -Sabes que soy la mejor amiga de Noemí, ¿verdad?-

Es una pregunta retórica, todo el mundo sabe eso.

-He visto como Gorka y Noemí se enamoraban y una mocosa como tú se interponía.-

-Pero el día de la fiesta de los equipos de deporte... -

-¿Y eso que más da?- tira el cigarrillo. -Gorka después la eligió a ella, una y otra vez. Noemí llevó a su hijo en el vientre. ¿Eso no era suficiente aviso de que Gorka  quería estar con Noemí?-

Se me encoge el cuerpo. ¿Noemí esperaba un bebé?

-Yo... No sabía nada.- soy totalmente sincera.

-Claro que no sabías nada. ¿Por qué Gorka te iba a decir que obligó a Noemí a abortar?-

-Tengo que irme.- me voy en dirección al bosque.

Mi mente está hecha un lío, y mi corazón lo único que repite una vez tras otra, tras otra es lo mismo.

Culpable.

Culpable.

Culpable.

No sé cómo, pero llego al árbol. A su pie hay velas y flores marchitas. Me apoyo contra él. Saco el bolso, y de él todo lo que había traído de contrabando para Serena y para mí. Hay polvo, pastillas, cigarros.

A mi alrededor, la noche es tranquila excepto por el sonido de la ramas moviéndose.

Está aquí, lo sé.

Sabe lo que he hecho.

Tengo que escapar.

Ingiero todo, y me tumbo en el suelo, que está blando.

Está tan blando como el colchón de Gorka. La luz de la luna entra por el balcón, y noto sus caricias en mi piel fría.  Su respiración en mi cuello.

-Gorka, estás borracho.- le digo.

-¿Y qué más da?- susurra y me deja un húmedo beso en la clavícula. -¿Acaso quieres que pare?-

-Quiero que no te arrepientas.-

-Nunca me voy a arrepentir de esto, Helena.-

Cierro los ojos, y mi cuerpo se arquea ante el placer que me da Gorka.

-Eres como tu madre.-

Vuelvo a abrir los ojos. Reconozco la voz demasiado bien, y noto mis pulmones diminutos.

Vuelvo a ser pequeña, me levanto y es de día.

Vicente a mi lado, me sujeta la mano.

-¿A qué hemos venido al bosque, Papá?- le pregunto.

-Porque hoy sale mi nave, cariño.- en la otra mano, lleva una cuerda.

-¿Eres un alien, papá?- estoy que no quepo en mi asombro.

-Sí que lo soy. Y tengo que volver a mi planeta.-

-¿Y cuando vas a volver? ¿Puedo irme contigo?-

-No voy a volver, Helena. Y no puedes venir conmigo. Verás, mamá me dijo ayer, que tu no eres del mismo planeta que Selena y yo.-

-¿Y de dónde soy?-

-Del planeta del tío Guillermo.-

-¿Entonces Selena y yo no somos hermanas?-

-Claro que lo sois.- me sonríe.

-Aunque no lo fuera, Selena seguiría siendo mi amiga más amiga. ¿Pero mamá de que planeta es?-

-Mamá, es una astronauta. Y tengo que ir a mi planeta porque su nave ha hecho explosión y ha destrozado todo.-

-¿Y que pasará con Selena si no puede volver?-

-Selena es muy pequeña, todavía no puede venir.-

-Pero yo me quiero ir contigo.-

-No puedes. Verás, yo... -mi padre tiene estrellas brillando en sus ojos. -Verás, tengo dos opciones, puedo ir yo a mi planeta o puedo mandarte a tí. Pero si te mando a tí primero, los de mi planeta no me dejarán entrar porque no podemos enviar niñas pequeñas.-

Nos detenemos.

-Este árbol es lo suficientemente bonito como para mandar la señal a mi planeta.- me sonríe.

-¿Cómo vas a enviar la señal?-

-Tengo que flotar, y ellos vendrán a por mí.- pasa la cuerda por una de las ramas y la ata al tronco. -Helena, antes de irme. Quiero que sepas, que cuando seas mayor, cojeras tu propia nave, y conocerás otros planetas. Prométeme que nunca los destrozarás.-

-Papá, no te entiendo.-

-Helena, no quiero que seas como mamá. Si quieres conocer planetas, asegúrate de que no haya otra nave en ellos, y si tú aterrizas en uno nunca le hagas daño.-

-Papá.-

-Helena, aunque no somos del mismo planeta, quiero que siempre me recuerdes como tu padre.-

-Pero eres mi papá.-

El solo niega con la cabeza y sube por el tronco. Se coloca la cuerda alrededor del cuello.

-Deséame buen viaje, Helena.- de los ojos le caen estrellas fugaces.

-Buen viaje, papá.-

Y salta. Su cuerpo se retuerce, y no hago nada por ayudarlo. Porque se va a su planeta, a su casa. A un lugar al que yo no pertenezco.

Me quedo de pie, mirándolo. Hasta que para de moverse. Desato la cuerda y su cuerpo humano cae. Me siento a su lado y me coloco su brazo alrededor del cuerpo, y lo abrazo muy fuerte.

Buen viaje, papá.

Adult(o)erioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora