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-Helena, mira que alto vas a llegar.- mi padre me lanza en el aire, y luego me recoge en sus brazos. -Muy bien, mi pequeño alien. Tu hermana está a punto de llegar a casa, ¿por qué no nos vamos yendo?- me pregunta.

-Está bien.- contesto.

Me sienta en sus hombros, y nos vamos hacia casa. Hay un coche en la puerta.

-¿Habrá venido Selena?- le pregunto a mi padre. No puedo verle la cara, pero gira sobre sus talones como si hubiera visto un fantasma.

-Selena no conduce todavía, es muy pequeña.- me explica. -¿Qué te parece si vamos a recogerla al fútbol y compramos algo de helado?-

-Está bien, a lo mejor vemos a Gabriel.- evito decir algo más sobre el coche que hay frente a nuestra casa.

-¿Gabriel es tu amigo?-

-Sí.-

-¿Es tu amigo más amigo?-

-No.-

-¿Es Félix?-

-Félix no es mi amigo, me tira de las trenzas. -

-¿Te tira de las trenzas? ¿Quieres que le de un buen golpe en la cabeza?-

-Sí, por favor.-

Los dos nos reímos como locos.

Llegamos al pabellón deportivo, y Selena está jugando con Gabriel y los de su edad. Mi padre me sienta en una grada a su lado y vemos el partido. Al lado están jugando a algo que llama más mi atención.

-¿Te gusta el voleibol, Helena?- me pregunta al darse cuenta de que estoy distraída.

-¿Qué es el voleibol?-

-Es un deporte, en el que juegan seis personas, y tienen que evitar que la pelota caiga al suelo. Si quieres, este fin de semana te enseño cómo se juega. Pero me tienes que decir quien es tu amigo más amigo.-

Se oye un silbato, y miro al campo, donde mi hermana me saluda.

-Selena.- la llamo. -Selena, vamos a casa.-

Me despierto y al lado está mi hermana.

-Bienvenida al mundo de los vivos.- estamos enfrente de mi bloque de apartamentos.

Los ojos me pican.

-¿Cuánto llevamos aquí?- le pregunto.

-Acabamos de llegar.- se baja del coche.

Bajamos mis cosas, y las metemos en el piso.

-¿Estás segura de que no quieres que me quede a dormir?- me pregunta antes de irse.

-No hace falta.- la abrazo fuerte.

Selena responde al gesto de la misma manera.

-¿Y estás segura de que Félix no sabe dónde vives?- nos separamos.

Asiento con la cabeza.

-Mañana vendré después del trabajo.-

Se marcha, y me quedo sola.

No sé cuanto tiempo tengo hasta que venga Félix así que busco entre los pigmentos blancos.

Cojo el único bote que aún permanece en un blanco inmaculado y vierto un poco del contenido en el suelo. Esnifo encima de las cartulinas negras, y queda un rastro blanco como el de una estrella a punto de morir.

-¿A sí es como me recibes?- Félix deja sus cosas bien colocadas, y se acerca a mí. Se sienta a horcajadas sobre mi cadera y coge mis muñecas con una mano, colocándolas por encima de mi cabeza. -Mírate, ¿qué te diferencia de un cadáver? No tienes voluntad. Y esa mirada. -se acerca a mí. -Miras a todos, sabiendo la verdad. Que todos son mejores que tú.-

Se me escapa una lágrima.

-Llora, llora para mí. Sé miserable.- se baja la cremallera y me poseé mientras con ojos muertos miro al techo, y las lágrimas no dejan de salir.

Termina, y me da una cajetilla de cigarrillos.

-Toma, por tus servicios.- se marcha.

Me levanto, y me duele el cuerpo al andar. Cojo la caja de cigarros y la estrujo entre mis manos. No es suficiente. Cojo las pinturas, las figuritas, los lienzos... Todo. Y lo tiro, lo piso, lo destrozo con mis manos. Estoy llena de adrenalina, y no sé cuanto tiempo pasa hasta que el efecto eufórico acaba y caigo de rodillas en el suelo. Me tumbo y me abrazo a mis rodillas.

Tengo los brazos llenos de astillas, y se me han llenado de gotitas de sangre.

Decido dormirme ahí mismo, y espero a que llegue otro día.

-¿Qué hacía el coche de Guillermo en la puerta?- me despierto por el ruido. A mi lado, Selena ronca tranquila.

-No ha vendido nadie en toda la tarde, no sé de que me hablas.- me asomo por el espacio de la puerta.

-María Jesús, he visto el coche con mis propios ojos.- mi padre gesticula.

-A lo mejor deberías ir al médico. Porque no sé de que hablas.- mi madre contesta.

-¿Los votos no significaron nada para tí? ¿Acaso no te importan tus hijas?-

Mi madre se pone a la defensiva.

-¿Crees que no hago lo que creo que es mejor para las niñas?-

-¿Engañarme con mi hermano es lo mejor?-

-Vicente, por Dios bendito. Lo acabas de decir tú. Es tu hermano.-

-¿Entonces me vas a decir qué hacia aquí esta tarde?-

-¿Ahora te vas a poner en ese modo? ¿Voy a tener que decirte dónde estoy a cada momento?-

-María Jesús, no es lo que quería decir, y lo sabes.-

-No, es exactamente lo que querías decir. Quieres ponerme como si yo fuera la mala de la historia porque eres un celoso de mierda. Desde que éramos jóvenes, siempre lo has sido.-

-¿Y por qué te casaste conmigo y no con él?-

-Sabes perfectamente por qué, están durmiendo en la habitación de al lado. Y si no paras esta escenita, se despertarán y tendrás que explicarle a las niñas que su padre es un mierdas.-

Mi padre se marcha del dormitorio, y me pilla in fraganti, pero no dice nada. Solo me pide silencio y señala mi dormitorio. Los ojos le brillan como estrellas.

Vuelvo a mi dormitorio junto a Selena, que sigue roncando a pierna suelta.

Esa fue la primera noche que no pude dormir.


Adult(o)erioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora