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-Y aún así, te convertiste en tu madre, Helena.-

Es de noche.

-Papá, te lo juro. No quería hacerlo.-

Mi padre se pasea alrededor mía.

Esto no ha sido suficiente para escapar de la culpa que me corroe por dentro. Buscó más en el bolso, todavía quedan las pastillas de Selena.

-Tenía que haberte matado aquél día como había planeado. Por lo menos ahora ese niño estaría vivo.- el aire trae el sonido de un bebé llorando.

-Papá, para por favor.- mis lágrimas caen una tras otra. -Tengo miedo.-

-No me llames Papá.-

-Papá, detente.- vuelvo a suplicar.

-¿Y tú cuando piensas parar?- grita y caigo de espaldas contra el suelo.

-Primero, a Félix,  luego a Gorka, a Noemí y por tu culpa ese niño ahora está muerto. Pero tranquila, pronto te reunirás con él.- el suelo se hunde, y mi padre empieza a echarme tierra con una pala.

Sé que tendría que gritar, llorar, suplicar. Pero solo estoy quieta, aceptando el destino que me espera por no haber cumplido mi promesa.

-Buen viaje, Helena.- y dejo de respirar.

Todo a mi alrededor se convierte en blanco puro, tan claro que me hace daño los ojos.

Cuando los cierro, vomito.

-Dios, Helena. Pensaba que te había perdido.- Gorka me abraza y lo lanzo lejos de mí. Vuelvo a vomitar.

Culpa.

Todo es culpa mía.

Sigo expulsando ese sentimiento hasta que empieza a salir sangre.

-Helena, para. Te vas a hacer daño.- Gorka me coloca la mano y le vuelvo a empujar.

-¿Y lo del niño? ¿Cuando me lo ibas a decir?-

-Helena, has comido tierra estás delirando.-

-¿Por qué hiciste que Noemí abortara?-

-Tenemos que llevarte a un hospital, estás muy mal.-

-¿Por qué está ese niño muerto?- grito.

-No sé de que me hablas. Venga, vamos.-

-Me lo ha dicho Noera. Mataste a tu bebé. ¿Por qué?-

-Yo no he tenido nunca un bebé.-

-Helena.- Selena aparece, y se arrodilla a mi lado, alguien más viene con ella.

-Hija mía, que te ha pasado.- mi tío Guillermo se echa las manos a la cabeza.

-Ni se te ocurra volver a llamarme hija.- le amenazo.- Tú no eres mi padre.-

-¿Por qué niegas la verdad, Helena?- mi madre, vestida de blanco aparece en escena. -Él es tu padre.-

-Mamá, ¿de qué hablas?- Selena mira intentando buscar una respuesta.

-Sí, le puse los cuernos a tu padre. ¿Y qué?- responde altiva. -Ahora llevaros a la drogadicta de mi boda.-

-Se suicidó.- recrimina Selena.

-Era débil de mente.- nos responde, y tanto Guillermo como nosotras nos quedamos sin habla.

-Vámonos.- Selena me levanta, y dejamos atrás a Gorka con mis padres biológicos.

-Helena, yo... No lo sabía.- nos dirigimos hacia el coche.

-¿Cómo ibas a saberlo?-

Caminamos en silencio, y entramos en el vehículo.

-¿Y desde cuando lo sabes?- me pregunta después de tomarse un tiempo.

-El día que papá murió.-

-¿Te lo dijo antes de morir?-

-Sí.-

Más silencio incómodo.

-¿Te dijo algo más?-

-¿Puedo fumar aquí?- le pregunto sacando el tabaco.

Suspira.

-Sí, pero baja la ventanilla.-

Uso la manivela y enciendo el cigarro.

-Papá no podía ni verme.- confieso.

-Pero si tú eras su favorita.- recuerda Selena.

-Eso fue antes de enterarse de lo que había hecho María Jesús.-

-Pero nunca te haría daño, te quería más que a nada.-

-Papá se suicidó porque iba a matarme.-

Selena da un frenazo, y se cae la colilla en mi vestido.

-Helena, quiero que me lo cuentes todo. Ahora mismo.-

Resoplo.

-¿Por lo menos podemos parar en una estación de servicio? Tengo hambre.-

Me mira con cara de desaprobación, pero aún así pone el automóvil en marcha.

Pasa alrededor de una media hora  hasta que encontramos una luz en la carretera.

Entonces tengo un deja vu. Ya he vivido este momento. Cuando papá se murió, y me encontraron al lado de su cuerpo, con una caja de cigarrillos.

Entramos en la cafetería, y Selena trae algo de comer y beber.

A medida que se lo voy contando todo, veo como sus ojos se oscurecen más y más. Selena no llora. Ella es fuerte.

-Entenderé si no quieres volver a tener contacto conmigo.- digo al terminar el relato.

-Mañana vamos a ir a que veas a un amigo mío. Es psicólogo, te ayudará con lo de papá. Como hizo conmigo.- dictamina mientras la vida vuelve a sus ojos.

-¿Fuiste a terapia por lo de papá?- no puedo imaginarme a Selena hablando con otra persona de sus problemas.

-Claro. Cuando me vine aquí a vivir aquí empecé las sesiones. Ahora sólo voy cada vez que visitamos a mamá.- se ríe.

Yo también me río.

Volvemos al coche, y decidimos que me quede a dormir en su casa.

Llegamos al apartamento de suelo y pared de baldosas, pulcramente desordenado. Es notoriamente más grande que el mío, y tiene los espacios separados con paredes.

Sin decir nada, nos tumbamos en el sofá. Extrañamente me siento liviana mientras mi hermana pone en la tele una película para que no haya un silencio sepulcral. Nos dormimos.

Hasta que llaman a la puerta.

La luz ya entra por la ventana del salón. Selena se despereza y se levanta.

-Voy a ver quien es, no te levantes.-

Se acerca a la puerta, y abre.

-¿Está tu hermana aquí?- reconozco la voz, y sé que lo que viene ahora no va a ser muy agradable.

-No.- corta Selena.

-Tampoco está en su apartamento. ¿Sabes donde puede estar?- insiste.

-No.-

-Selena, tu hermana ha sufrido una sobredosis, debe ir al hospital.-

-¿Para qué? ¿Para que puedas jugar a papás y mamás con ella?-

-Selena, como su padre, sé lo que es lo mejor para ella.-

-Tú no eres su padre. Y mi madre también decía que sabía lo que era mejor para ella. Pero no tenéis ni puta idea.- da un portazo, dándole a Guillermo en las narices. -Y no vuelvas por aquí.-

Estoy hecha un ovillo en el sofá.

-¿Quieres comer algo?- pregunta Selena.

Adult(o)erioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora