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-Félix, me haces daño.- el aire empieza a fallar al llegar a mi oxígeno.

-Eres una puta. Pensaba que Rosario solo estaba mintiendo como siempre, pero sí que es verdad que llegaste a acostarte con Gorka. ¿Te sentiste bien cuando lo tuviste entre tus piernas?-

No puedo respirar. Quiero gritar el nombre de Selena. Quiero que alguien me ayude.

-¿Acaso no sabías que tú eras mía? Incluso antes de toda esta idiotez de ser novios, ya estábamos destinados. Incluso tú madre lo aprobaba.- aprieta un poco más, y ya puedo notar como mi campo de visión se va cerrando. -Solo tenías que morir poco a poco a mi lado, total ya estabas muerta.-

-Suéltala.- Gorka aparece y se lanza contra Félix, que me deja caer sobre la nieve.

-Gorka, escúchame. Acaba de admitirlo, durante la fiesta de los de primero ella te emborrachó y se aprovechó de tí.- Gorka le golpea la nariz.

-Largo.- le grita.

-¿Con que esas tenemos? Yo solo te quería ayudar.- Félix golpea a Gorka, y le hace sangre. Lo tira al suelo, y le asesta una patada con otra. -Esto te va a doler.- levanta la pierna con todas sus fuerzas, y cuando impacta contra el abdomen de Gorka suelta un alarido. -Volveré algún día a por tí, puta.- y se marcha arrastrando el pie.

Gorka, a mi lado tose, y deja caer la botella que tenía escondida debajo de la camisa hecha pedazos.

Pequeños puntos rojos empiezan a decorar la nieve a su alrededor.

-Sabía que no podías estar con ese infeliz de Félix.- se ríe.

-¿Desde cuando lo sabes?- estoy a punto de dormirme.

-Desde Halloween. Gabriel me mandó a ver como te encontrabas, pero al abrir la puerta os vi a los dos.-

-Gorka, si no salimos de esta, quiero que sepas que yo no me aproveché de tí.-

-Lo sé. Supe que eras tú todo el tiempo, los de mi carrera me dijeron que una amiga mía me llevó al taxi y que le insistí en que me acompañara. Además, a la mañana siguiente, me desperté con manchas de pintura, y durante una de las exposiciones vi tu dibujo y eran exactamente los mismos colores.-

-¿Has visto alguna de mis obras?- le preguntó mientras intento coger mi bolso de la nieve.

-Casi todas.- se toma un segundo. -Helena, aquel día en el instituto. Yo no sabía lo que se iba a desatar.- repta hacia mí, y colocándose a mi lado, se eleva un poco y me mira a los ojos. -Esas mariposas, de las que hablaste. ¿Siguen vivas?-

-Las maté.- se me escapa un lágrima, pensando en las polillas ahogadas por el humo y el alcohol.

Gorka se lanza sobre mis labios.

-¿Y ahora?- pregunta.

Niego con la cabeza.

-¿Y hay alguna manera de traerlas a la vida? Porque quiero que conozcan a las que revolotean en mí cada vez que te veo.-

Me coloco una pastilla con el dibujo de una mariposa en la punta de la lengua, y Gorka une mi boca a la suya. La pastilla va pasando de uno a otro, las mariposas por fin se han encontrado. Cuando nos separamos, el LSD ya se ha deshecho en nuestra saliva.

Gorka me da la mano, y nos quedamos en la nieve, viendo el cielo estrellado.

-Voy a quemar el cuadro.- le anuncio.

-No, lo quiero para mí, es el único recuerdo que tenemos de haber estado juntos.-

-Por eso mismo hay que quemarlo.- me incorporo intentando mover el cuello lo menos posible. -Si nadie sabe que existe, es como si nunca hubiera pasado.- cojo el mechero, lo enciendo y lo acerco a la pintura.

Gorka rueda hasta mí, y me aleja la mano.

-No.-

-¿Y qué pasa con Noemí? Ella te gusta.-

Estamos demasiado drogados.

-Noemí me cae bien. -me susurra al oído. -Eres tú, la que me g... - no le dejo terminar, y finalmente acerco el mechero a la tela del lienzo. Gorka mira el cuadro en llamas. -¿Tanto me odias?-

No digo nada, no puedo decirle nada.

Se tumba completamente en el suelo, cerca del calor que producen las llamas.

-Amaba a Noemí porque creía que lo nuestro era especial.- mueve los brazos y los brazos en la arena. -Nunca se lo he contado a nadie, pero ella fue mi primera vez, y fue mágico. Pero desde que estamos juntos no hemos tenido la misma química.- se asincera conmigo porque está drogado.- Pero cada vez que te veía a tí, también se me saltaba el corazón. Y entonces fue la fiesta de los equipos de Deportes.-

-¿Qué intentas? Sabes que soy la novia de Félix.- giro mi cabeza hacia él.

-¿Vas a volver con él? ¿Estás loca?- también se gira hacia mí.

Mis lágrimas son un océano.

-Estoy con él, no contigo. No quiero que esté triste.-

-¿Y te da igual que yo si esté triste?- Gorka llora.

Cojo un puñado de nieve, y se lo entrego.

-Ten, mi corazón.- Gorka coge la nieve con gran cuidado, y la coloca sobre su pecho. -Esta vez tendré más cuidado.-

Sin derramar ni un copo, se mueve a mi lado, y me da la mano. Cierra los ojos, mañana será otro día, noto como su mano lentamente va soltándose y la nieve de su pecho se derrite.

Oigo como algo se mueve en los arbustos.

-No puede ser cierto, mis sueños por fin se han vuelto realidad. Mi hermana por fin está con el que le gusta.- Selena observa la imagen.

-Tenemos que irnos.- me intento levantar, y el cuello me duele horrores.

-Dios mío, Helena. Tu cuello. ¿Ha sido él? Podemos matarlo antes de que venga Gabriel a por él.-

-Selena, no ha sido él.- me ayuda a levantarme, y nos marchamos antes de que Gabriel aparezca.

Mi hermana no dice nada, solo me da un chaqueta y me tapa bien las marcas. El sol ya brilla en el cielo.

Llegamos a casa, y nuestra madre nos está esperando.

-¿Dónde estabais?- pregunta. Tiene el pelo alborotado, y no está sola.

-Hola, Tío Guille.- saluda mi hermana al acompañante de mi madre.

-Hola, Selena. Espero que no os moleste verme aquí tan temprano, pero es que tenía que hablar con vuestra madre.- se gira hacia mí. -Hola, Helena.-

Y en ese momento pierdo la conciencia.

Adult(o)erioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora