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Aizawa

Cuando la ví vestida de esa manera algo saltó dentro de mi, realmente destacaba su belleza y su personalidad tan atrevida.

- No pareces una prostituta.- Dije tomando sus manos para que dejara de ocultarse.- Estás radiante. -Besé sus manos con ternura.- Aunque estoy seguro de que levantaste muchas miradas por el camino.- Reí levemente.- Ten cuidado, ya sabes que por aquí la gente es más pudorosa.

- Sí.- Me respondió con su hermoso rostro sonrojado decorado con una sonrisa.

- Bueno, debo admitir que cuando Mina me dijo que bailarían tuve ganas de bailar contigo yo también, aunque no estoy ni cerca de hacerlo como tú lo haces, soy un viejo, me gustan los ritmos lentos.- Dije encendiendo el reproductor de música dónde ya tenía preparadas algunas canciones lentas en español que me gustaron.- Espero que sea de tu agrado.- Dije algo nervioso recogiéndome el cabello.

- Dije algo nervioso recogiéndome el cabello

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Le ofrecí mi mano.

- ¿Bromeas? Me encanta!- Dijo quitándose la chamarra y aceptando mi petición.

- Te voy a ser muy honesto, no soy para nada un gran bailarín.

- No necesitas serlo, pon tus manos en mi cintura, así.- Dijo colocando mis manos en dicho lugar y las suyas alrededor de mi cuello.- Y sigue mis movimientos, afloja tu cuerpo, mueve tus caderas y sigue el pulso de la canción.- Dijo susurrando.

Obedecí a lo que me decía y pegué mi frente a la suya con los ojos cerrados.

- Sé que bailar con tus amigas debe ser mucho más entretenido que hacerlo con este viejo.

- Para nada, ésto es especial. Y no eres sólo un viejo, eres mi viejo sabroso.- Reí.

- Me encanta que seas tan atrevida. ¿Ya te lo había dicho?

- Mmm no, pero es bueno saberlo.- Puso sus manos en mi rostro y me besó, seguimos bailando sin decir nada, mirándonos a los ojos, ella repartía caricias por mi cara y jugaba con la coleta de mi cabello.

- De verdad eres lo más hermoso que han visto mis ojos. Todo de tí es diferente a lo que he conocido hasta ahora.

Estuvimos así por alrededor de tres canciones, el reloj en la pared marcaba la una de la tarde.

- ¿Tienes hambre? Pedí comida de un restaurante buenísimo.

- Eso suena excelente.- Respondió sonriente. Amo su rostro sonriente.

Era muy agradable ya no comer a solas, poder hablar con alguien de como fue nuestro día y demás, compartir este momento con ella era lo más precioso que tenía.

Amaba ver su sonrisa, su amabilidad y cortesía, aún me parecía raro cuando les sonreía a los extraños y los saludaba, cuando agradecía a los conductores del autobús cuando se subía y a veces cuando se bajaba, era tan atenta y gentil y me enorgullecía saberla mía.

Eraser Daddy. {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora