Valentín
Ese día vería a Dalia después de una semana de no hablarnos, habíamos quedado en hablar en su casa, pero la visita sería breve.
Caminé calles y calles notando el contraste entre las casas. Me paré frente a su puerta y lo pensé durante unos segundos pero finalmente toqué.
Esperé un par de minutos y abrió. Tenía el pelo totalmente suelto y un buzo grande que no reconocía, ojeras pronunciadas y no tenía ese usual rubor en sus blanquecinas mejillas.
La observé unos instantes y finalmente hablé:
-Hola, Dali.
Me miró un poco y me dejó pasar sin devolverme el saludo.
Nos sentamos en el sillón. El silencio me inquietaba sobremanera. Pero ella parecía tan absorta en sus pensamientos que no sabía bien cómo empezar.
-Dali...
-Lo siento - me interrumpió - , siento muchas cosas que he hecho y muchas cosas que he dicho.
No me esperaba que me pidiera perdón. No era la primera vez que discutíamos, y siempre había conseguido de alguna manera o de otra girarlo todo a su favor.
Al notar mi falta de respuesta prosiguió :
»Entiendo tu enojo, por favor solo quiero que sigamos como antes - su voz parecía tan suplicante que mi corazón se estrujó.
Instintivamente la abracé. Al rodearla con mis brazos pude notar que hacía una mueca de dolor.
-¿Te hice daño? - pregunté asustado de haberla lastimado.
-No, no, me caí ayer por la escalera - dijo muy asustada, al notar mi preocupación a su respuesta añadió más relajada - ya sabes que puedo ser muy torpe.
Sabía a qué se refería, hacía un mes habíamos discutido porque llegó con unas marcas en el brazo. Ella no me quiso contar que había pasado, y simplemente me dijo que se había golpeado con una puerta. Yo no le creí, y se pedí que me contara para ayudarla y que fuéramos a la policía. Pero Dalia entró en pánico y salió de mi casa corriendo. Pese a que la llamé durante días, no la volví a ver hasta un par de semanas después. Cuando simplemente apareció con una sonrisa y dejando lo que había pasado como un incidente aislado.
-Dalia...
-¿Me vas a perdonar? - me volvió a interrumpir con voz de ilusión.
Yo solo asentí y noté como ella se acurrucó en mis piernas.
Sabía que había cosas de ella que no me contaba y que debía respetar sus límites. Pero había cosas que no me cerraban. Y no sabía cuando tiempo iba a poder mantener todas esas cosas ocultas.
...
ESTA SI NO SE LA ESPERABAN!
ha pasado tanto tiempo que ya soy un adulto, si hay alguien ahí te quiero mucho