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Todo empezó sin yo saberlo.

Daniel
Realmente no tenía ni la mínima idea de a donde ir, lo único que tenía claro es que necesitaba aire, así que volver a mi casa ahora no era una opción.

Me dejé llevar por mi tristeza, mi cuerpo se movía solo, no tenía suficiente energía mental para ordenarle algo. Mi corazón destrozado luchaba por seguir latiendo, los dos sabíamos que quería abandonar la guerra, pero ahí seguía aguantando golpes de la que creí que era el amor de mi vida. Por otro lado mi alma sufría en mi interior rogando que la dejase huir. Estaba cansada y la entendía, pero necesitaba seguir respirando por Dalia, así que le até cadenas y la obligué a seguir viviendo dentro de mi.

¿Realmente me merecía esto?

«¿Que hice mal?»

Hasta el momento no había llegado a comprender todo lo que podía doler amar.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos al fijar la vista hacia delante, un bar.

«Siempre dicen que la penas se ahogan con alcohol.»

Lo que yo no sabía era que mis penas sabían nadar y que en el fondo de mi vaso solo encontraría más problemas.

El lugar era algo lúgubre, apenas había dos personas en una mesa y otra en la barra, pero me sentía cómodo. Me acerqué a la barra, para pedir la primera de muchas copas que vendrían.

Pero parecía no haber nadie atendiendo

—¿Hola?— seguramente soné muy estupido pero intentaba llamar a quien sea que trabajase allí, si es que había alguien.

Detrás de la barra salió un pibe, no muy alto, pero si más que yo. Ojos verdes; pelo oscuro, casi negro; mandíbula bien marcada y tenía la remera arremangada por lo cual se le veían los músculos. Era lindo.

Sonrió.

«Tiene una sonrisa preciosa...»

—Disculpa, ¿qué desea?—me gustó su voz, ronca pero con un tono dulce.

—Yo...Eh...—y me quede sin palabras...

«Daniel... dale, media pila bobo. Reacciona pedazo de pelotudo»

»Una birra— logré articular.

Se rió.

—Lo siento, pero no vendemos a menores. Y vos no debes de tener más de 15.

¿En serio? No tenía 18 aún, pero tampoco era un pibito de 15.

Me debatí interiormente si darle una piña o insistir en que era mayor de edad.
Obviamente fui por la segunda. Estaba demasiado cansando mentalmente para hacer bardo.

—Tengo 18. — sorprendentemente mi voz fue firme, algo prácticamente imposible ya que por dentro tenía altas ganas de morir.

Y rió otra vez.

—Ni vos te la crees — sonrió abiertamente, una sonrisa pícara que prometía muchas cosas —, podemos hacer un trato — . Mi confusión fue mi notoria en expresión. La verdad veía por donde iba, no iba a pagar más de lo que debía solo para que me venda una birra — Vos me das tu número y yo te sirvo la birra.

Pues no, no sabía por donde iba. No me lo espera.

Cuando iba a preguntar inocentemente para que quería mi número, alguien me interrumpió.

—Mi novio es mayor de edad, y no te va a dar su número a cambio de una birra.

...

Perdón por la garcha, pero no me sale nada mejor.

Quieren una maratón?

Direcciowner actualiza como te pido gila

BeSis

🖤🖤🖤

ORO ; WOSANIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora