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Ya hice un aviso al principio de que se hablaban de temas delicados, pero en este capitulo lo quiero recordar. Lean bajo su propia responsabilidad.


Dalia

El silencio sobrio, aburrido y pulcro era costumbre. Pero no molestaba, la calma antes de la tormenta era sumamente placentera.

Pero esta no dura mucho.

—Dalia, vení para acá.

A pasos apresurados llegué a la puerta. No debía hacerle esperar.

—Buenas tardes, papá — dije acercándome cautelosamente.

Su mirada fija en mi realmente me intimidaba. Quería ir a mi pieza, hacerme bolita y no salir nunca más.

—¿Que es esa forma de recibir a tu padre? — no, ya lo había hecho mal otra vez. No quería que se enojara, llevaba una semana muy tranquilo — . Toma mi chaqueta y colgala — dijo tendiendomela — . Te espero en la sala.

«No, no quiero. No, por favor, no quiero.» 

Caminé como si los pies me pesaran. Y así era. Tenía cadenas atadas en brazos y piernas con las cuales me manejaban cual marioneta, cadenas no materiales pero igual o más fuertes. Y sí atrevía a resistirme las consecuencias dolerían, lo sabía.

Cuando llegué a la sala mi papá ya estaba sentado en el sillón individual que había en frente de la televisión. Me hizo una seña para que me acercara.

«No quiero.» 

Inconscientemente negué con la cabeza.

—Dalia — su voz fue firme, no quería repetir las cosas.

Me aproxime a él y me senté en su regazo cómo tantas veces había hecho antes. Acarició mi muslo despacio, ensuciando mi piel conforme la tocaba. Las nauseas de siempre no se hicieron esperar. Acercó su nariz a mi cuello para oler mi aroma, le gustaba como olía, me lo había dicho antes. Le sentí restregarse contra mi, y su erección crecer bajo mi muslo.

Al instante me separé, de forma involuntaria. No tenía que haberlo hecho, ahora el se enojará.

Su expresión de furia apareció, eso no acabaría bien.

No tardo en agarrarme del pelo y arrastrarme escaleras arriba empujandome cada tanto. Yo ya era un mar de lagrimas. 

—¿Que te dije? Sos una maleducada. Tenes que respetarme — hablaba con los dientes apretados mientras me llevaba a su pieza — . Yo te voy a enseñar.

Y la puerta se cerró.




...

Esa no se la esperaban eh.

Aclaración: Dalia tiene 17.

Perdón por siempre hacerles esperar, para quien aun lee esto lxs amo.

Espero sinceramente que esta vuelta sea la definitiva, pero no puedo asegurar nada.

tkm

BeSis

<3

ORO ; WOSANIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora