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Disfrutemos de nuestros pecados.

Daniel

El camino fue realmente lento y incomodo, en una par de ocasiones Valentín trató de sacar algún tema de conversación, pero yo me mostré  esquivo, tampoco es como si tuviésemos de que hablar. Lo incómodo de la situación era prácticamente imposible de quitar.

No había que romperle hielo, había que romper un iceberg.

Cruzamos toda la zona residencial donde vivía Dalia hasta entrar en el barrio que había justo al terminar esta.

— Llegamos — dejó de caminar y se paró en frente mío y señaló el edificio que se erguía delante nuestro. Ni se molestó en esperar una respuesta, fue directo hacia la puerta.

Al ver que no le seguí, se giró.

— Dale, ¿vas a entrar o no? Nada más te digo que afuera hace banda de frio.

Fueron instantes eternos en los que me debatí interiormente. Entrar no era coherente, para nada. Pero ya estaba ahí.

«¿Que puede salir mal?»

No les respondí, solo me dirigí hasta la puerta.

Y entré sin pensarlo mucho.

Pude escuche su risa contenida.

«Estupido.»

— ¿Bueno que subimos o que onda?
— fui muy brusco, pero no tenía un mejor tono para él.

Solo río.

«¡Que risa más tonta!»

— Dale vamos — hizo un ademán con la cabeza indicándome las escaleras.

...

— Te podes sentar en sillón a recuperar fuerzas, mientras voy a la cocina a por la birras, pero no le digas a nadie que le di alcohol a un menor — quitando el hecho de que lo quería asesinar por hacerme subir 5 pisos por las escaleras, no pude evitar reírme.

El apartamento era chiquito, realmente chiquito, pero lo suficiente grande como para que viva una persona, o una pareja que ama estar pegada.

Imágenes vinieron a mi cabeza, unas que me hicieron hervir la sangre y otras que me confundieron y asquearon a partes iguales.

«Basta Daniel.»

— Toma — me tendió una lata de birra, de una marca muy barata. Me encogí de hombros mentalmente, subirá igual.

Le observé durante unos instantes, se sentó a mi lado? abrió la lata con poca delicadeza y se la tomó de un trago largo. Las venas de sus brazos y manos se marcaban bastante conforme aplastaba la lata mientras bebía. Al acabar la lanzó a algún punto de la sala, clavó sus dos orbes celestes en mi, esperando que hiciese algo.

Tarde unos segundos en saber que era, esperaba que yo bebiese.

Yo era una persona bastante tranquila, no bebía mucho, no salía mucho, no vivía mucho.

Pero aquella tarde dejé que mi sentido común se tomase lo que restaba de día libre. Agarre la lata, la abrí y me la baje rápidamente imitándole. Pude sentir su mirada pesada sobre mí mientras bebía.

A diferencia de él, yo si no tener mucha experiencia bebiendo me maree un toque, me costó un poco enfocarle de vuelta. Pero pude, sus ojos azules...

«Son re lindos.»

Hubo muchas birras después de esa, bastantes, pues era lo único que Valentín tenía en su casa. Pero fue suficiente para que los dos estuviésemos riendo sin razón aparente y hablando de boludeces.

— Me gusta tu pelo, es re oscuro, te queda lindo — su sonrisa tonta se hizo presente otra vez — , te verías re lindo también con el pelo rubio — . Hice una mueca al imaginarse así, ni en pedo.

Entre risas respondí:

— A mi me encantan tus ojos, son muy claros, transparentes.

Estaba lo suficientemente borracho para que no me importase decir esas cosas, pero sabía que después me arrepentiría en ese momento no me importaba en lo más mínimo.

Y rió, tenía una risa tonta pero muy contagiosa, me gustaba mucho.

Hasta ese momento no había notado su cercanía.

Su respiración estaba demasiado cerca de la mía.

— Dani...

Le interrumpí.

— Te dije que no me digas así — le recordé entre pequeñas risas.

— Ok, ok, Daniel — me miro esperando mi aprobación, yo solo reí más. Todo me causaba mucha gracia — , te voy a decir un secreto.

Le mire confundido.

— Pero acércate, shhh — me moví un poquito para estar aún más cerca de él esperando a que hable — , quiero hacer esto.

Lo próximo que sentí fueron sus labios arriba de los míos, suaves. Apenas fue un contacto, ninguno se movía.

«Daniel Ribba, reaccioná, vos no sos puto. Pégale una piña a ese imbecil por pasarse».

Pero mande a la puta a mi razón.

Total era culpa de el alcohol. Era lo suficientemente consciente para saber que no eso no era correcto, no estaba bien, no era natural.

Pero se sentía bien, sus labios se sentían bien.

Mi mano se movió por su propia cuenta hacia su mejilla, me incorporé sin romper el contacto de nuestros labios. Me veía incapaz de alejarme. Entonces se empezó a mover, yo por mi lado le seguí el ritmo de inmediato. Era un beso suave, dulce, pero su forma de mover los labios me hacía querer más, estremecerme. Nada que ver con lo que sentía con Dalia. Se sentía distinto, me sentía libre.

El beso fue aumentando de velocidad, la atracción que sentíamos estaba saliendo a la luz, sus grandes manos fueron hacia mis caderas, subiéndome de un movimiento ágil a su regazo. Con nuestras bocas aún unidas. Yo si poder contenerme lleve mis manos a su nuca, acariciando sus cabellos cortos.

«Tan bueno...»

...

Hice lo que pude BuEnOoOo?

Yo cuando me pongo en pedo me rio un chingo, así que ... Dani es yo

BeSis

🖤🖤🖤

ORO ; WOSANIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora