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Les debía un maratón desde hace una bocha y me sentía mal al saber que no les cumplí.

Anoche pecamos, hoy no nos acordamos.

Daniel

Abrí los ojos lentamente tratando de enfocar bien mi vista. Me levanté despacio de aquella cama desconocida apoyándome en mis antebrazos, todo me daba vueltas. Fuertes pinchazos de dolor en mi cabeza me hacían fruncir el ceño mientras pensaba donde me encontraba.

«¿Donde estoy?»

Me despojé de las mantas que cubrían mi cuerpo, y miré a mi alrededor. Intenté pensar en lo que había pasado anoche.

«Valentín...»

Inconscientemente llevé mi mano a mis labios.

¿Por qué?

Lo último que recordaba es haber ido con él a su casa, haber bebido mucho y... Nada más, a partir de ahí todo era muy borroso, muy confuso, ningún recuerdo era totalmente nítido. 

Pero esa no era mi mayor preocupación en aquel momento. Entré en pánico al no saber donde estaba. Rápidamente me puse de pie y examiné la habitación. 

Las paredes eran blancas y había muchos posters de bandas de rock nacional. Un placard bastante chico y un pequeña mesita con muchas hojas desordenadas y libros por el suelo. Lo que más me sorprendió fue la amplia gama de instrumentos que tenía: una guitarra que colgaba por la cinta de un clavo en la pared, un piano pequeño en una esquina y lo que parecían ser las piezas que conformarían una batería. 

Siempre me gustó la música, pero cuando comencé a andar con Dalia me hizo alejarme de eso, según ella la música que yo escuchaba era de pandilleros y ella no quería un novio así. Fue una de las pocas cosas en las que difería con ella, y sigo haciéndolo, pero tras mucho insistir me rendí y acabe por no escribir ni una sola palabra más.

Seguí inspeccionando el cuarto en busca de algo que me de una pista sobre donde me encontraba. Y me topé con una foto en la pared, y ahí entendí. Era la pieza de Valentín. En la foto aparecía él sonriendo ampliamente junto a una mujer un poco mayor. Se veían muy lindos, cualquiera diría que eran totalmente distintos pero ambos tenían la misma sonrisa y la misma mirada alegre. Supuse que era su mamá. 

Inconscientemente sonreí, era muy lindo.

Negué repetidas veces tratando de sacar esa idea de mi cabeza. Era incorrecto, indebido, no podía ser.

Salí del cuarto rápido para despejarme, pero encontrarlo durmiendo en el sillón sin remera no ayudaba. 

Lo observé detenidamente. Tenía la boca ligeramente abierta y sus labios carnosos bastante rojos. Sentí el impulso de tocarlos. Se veían muy suaves, muy apetecibles.

— Si me seguís mirando así me vas a desgastar, Dani.


...

Les cuento por si no saben: todo lo que salga entre estos dos signos «...» son los pensamientos de quien narra en el momento que ocurrió, pues todo está narrado en pasado. Y si hay un sigo así » solo es que continúa hablando la ultima persona que habló.

BeSis

🖤🖤🖤

ORO ; WOSANIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora