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-Vosotros os quedáis aquí –repuso el capitán con un tono que no admitía réplica.

Pero aún así sus hombres saltaron, y no solo uno o dos, sino todos, en quejas que se escuchaban incluso en el exterior del submarino.

-¡De eso nada!

-¡Nosotros vamos!

-¡Vamos a hacerles pagar!

-¡He dicho que no! –exclamó Trafalgar enfadado.

-¡Pero no es justo! Garuna ya se ha adelantado al interior, y tú quieres ir ahora también, y dejarnos solos... -se quejó Shachi.

-Alguien se tiene que quedar cuidando del submarino –repuso, imperturbable el capitán.

-¡¿Pero toda la banda?! –saltó Penguin.

-Me da igual todo lo que os quejéis. Os quedáis aquí, y no hay más que hablar.

El capitán se dio la vuelta para entrar en el interior de la mansión, sabiendo que sus hombres no desobedecerían sus órdenes, o al menos no al principio. Aquello le daría varios minutos preciosos para infiltrarse en el interior y localizar a Juvia.

La guardiana ya se había adelantado con sus compañeras por un conducto que habían encontrado, y por el que solo entraban ellas. Ellos tenían que encontrar otro lugar por el que acercarse con el submarino, sin llamar demasiado la atención.
Y Trafalgar quería entrar solo en la mansión, para salir de allí sin armar mucho escándalo, o se enterarían de aquello a nivel mundial. Estaban atacando a un Tenryuubito... El Gobierno no dudaría en tomar represalias para no manchar su reputación... Y aquello podría ser terrible...

El capitán de la banda pudo entrar sin problemas al interior, pero el grito de los esclavos, llorando por ser liberados, no tardó en alertar a algunos de los guardias de la mansión. Pero Law no tenía tiempo para jugar con ellos, por lo que simplemente se dedicó a cortarlos, utilizando para ello su habilidad, intercambiando partes de cuerpos, lo que les dejó despistados lo suficiente para que Trafalgar atravesara el cuarto y llegara al siguiente, adentrándose cada vez más en aquel lugar, sin saber muy bien dónde se encontraba su artificiera.

Después de pasar por varios cuartos, y haber creado seres con varias cabezas, y más piernas que brazos, usando como materia el propio cuerpo de los guardias, llegó a una habitación enorme, en la que no parecía haber nadie... Pero entonces, a lo lejos, pudo descubrir una figura redonda acompañada de otras más pequeñas, armadas con espadas, todos parados delante de un par de jaulas, una sobre el suelo, y otra sobre el canal de agua que atravesaba la habitación. Cuando el capitán descubrió el contenido de aquellos cubículos de metal, comenzó a correr hacia el grupo, desenvainando su katana.

-¡ROOM!

La cúpula semitransparente originada por la habilidad del capitán envolvió al grupo de personas formado por el Tenryuubito y su guardia, y las dos celdas. Law empuñó la katana con fuerza, y descargó un potente corte sobre las dos jaulas, que permanecieron impasibles e inamovibles. El Tenryuubito gritó, y su guardia le retiró mientras trataban de protegerle.
Y Trafalgar, sin ojos para nada más, corrió hacia las celdas, retirando primero la parte superior de la de las sirenas, que se había desprendido de la parte inferior con un corte limpio y perfecto. En cuanto ellas estuvieron libres, el capitán se giró hacia la otra jaula, para apartar la parte de arriba, y poder entrar al interior, saltando por encima de los barrotes, cortados a la altura de las rodillas. Rápidamente se dirigió hacia el cuerpo inmóvil de la peliazul, cogiéndolo con sumo cuidado, elevándolo del suelo, y depositándolo sobre sus rodillas flexionadas sobre el suelo.

Traff's lil headacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora